El arte de la docencia
El maestro, el eterno aprendiz

El arte de la docencia

En estos últimos años he tenido la oportunidad de cruzarme en diversas formaciones con diversos/as docentes.

Cada vez tengo más claro lo complicado que es la docencia, no desde el punto de vista de enseñar conocimientos, sino desde la perspectiva de cómo hacer que tus alumnas/os estén motivados, que estén con ganas de seguir aprendiendo y mejorar cada día.

Es muy fácil caer e ir al extremo contrario, que el/la profesional docente lo que haga es desmotivar, hacer que las clases sean aburridas, pero sobre todo que se cree un ambiente tenso y de una constante falta de respeto por el alumnado, con comentarios como "tienes horchata en la venas" o "estás empanada/o", y todo producido por no llegar las expectativas de lo que deberían o no deberían hacer el alumnos/a en ciertos momentos de la formación.

La falta de respeto, hace que primero a la persona que se está formando entre en un estado de desconexión, de pasotismo, falta de interés, el deseo de que ya acabe la clase y sobre todo de generar un estado de mal rollo entre el alumno/a y el profesorado, generando un gran rechazo, odio, rabia....etc. Y segundo que puede incluso plantearse dejar dicha formación por tener a esa persona en frente.

La docencia en cualquier sector, debe ser una unión entre ambas partes y sé que a veces puede ser difícil, pero es algo que desde mi punto de vista no todos tenemos las capacidad de poder hacerlo, de enseñar desde el respeto y la comprensión de que no todos somos iguales, ni tenemos las mismas capacidades de aprendizaje aunque tengas ya cierta edad.

El maestro siempre está dispuesto a enseñar, pero el discípulo no siempre está dispuesto a no cuestionar lo que dice el maestro.

El mayor problema viene, cuando la soberbia de quien está enseñando está por encima del objetivo, que es que las personas que está enseñando se lleven lo máximo posible, pero creando un ambiente amable, donde impera el respeto y el entendimiento y sobre todo el poder expresar cómo uno se siente ante ciertos comentarios sin que la otra persona se sienta atacada por ello.

No quiero caer en la demagogia de que el problema recae en el/la docente, al final cada uno/a tiene que poner de su parte.

El/la docente nunca puede ser responsable de lo que aprenda el alumnado, eso le responde a quién recibe la información y de cómo la integre o la quiera utilizar. La función del docente es la de hacer que es información llegue lo más clara posible, pero si la actitud con la que se da es información no es la correcta, por muy bien que está estructurada o explicada, seguramente que la mitad se quedará en el camino y se pierda.

Aprendamos a enseñar desde el respeto, la comprensión, la empatía y el amor al proceso de cada persona.

Ricardo Daroca.






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