El arte no es un postre: paseando con Vilayanur Ramachandran Parte 1.
El arte surge cuando ya no hay más que hacer, el arte es un valor agregado, no necesitamos el arte en los tiempos del cólera, el arte desaparece en las guerras, el arte es un postre: es rico, pero no es un alimento base. Podemos vivir sin postres, si tenemos papas, pollo y frijoles.
Es cierto todo esto? Cuàntas personas en el mundo piensan así? Cuàntas otras se sumergen en el océano mágico del arte, de la creación, diciendo que sin el arte no tienen vida. Tuve la suerte de escuchar la apreciación de una persona muy preparada e intelectual, quien me dijo que solo la capacidad de la creación artística nos hace humanos, nos distingue de los demás habitantes de la Tierra. Como siempre, buscaremos la verdad en el centro de nuestra vida, en nuestro cerebro.
Que parte en el cerebro determina nuestra percepción estética? En el punto donde se conectan la biología, psicología y la psiquis. Muchos de nuestros procesos psíquicos, y por lo tanto, la cultura en general, se forman de acuerdo con nuestra estructura genética y con el funcionamiento de nuestro organismo en general. No podemos negar que un ser humano es un objeto biológico y si algo en nuestro organismo trabaja en base de los principios biológicos y fisiológicos complejos, eso significa que la evolución pulía todo esto durante millones de años para nuestra supervivencia. Para que cada humano sea feliz dentro de lo posible, deje su ascendencia, y finalmente, que nuestra especie sobreviva y goce de una existencia placentera. La base biológica de los hechos supremos en el área psicológica y cultural, no es una simplificación, desde mi punto de vista, si no, la demostración de la existencia armónica entre lo sublime y lo básico. Nuestra biología forma muchas esferas de nuestra vida, incluyendo las experiencias estéticas.
Para hablar del arte, ante todo, necesitamos una definición. No soy una especialista en artes, por lo tanto, mi definición sería una aproximación: el arte es la expresión de los estados internos del artista realizada con un alto grado de perfección en alguna esfera relacionada con la imagen, sonido, movimiento, habla y el performance. Además, considero que el producto artístico debe ser accesible para los demás. El arte no es solo la creación, sino, tambièn la apreciación.
El arte acompaña al Homo sapiens desde los tiempos remotos. Los humanos ancestrales dejaron sus dibujos y esculturas incluso en los lugares donde no encontramos ni las herramientas, ni otros rastros de su existencia. Aparentemente, los dibujos no tenían ninguna utilidad práctica. Los adornos para el cuerpo tampoco, pero la cultura empieza con las herramientas de trabajo y los adornos casi simultáneamente. Ahora, recordamos que nuestros antepasados prehistóricos vivían un promedio de 25-30 años, -- la edad en la cual las generaciones presentes recièn dejamos el nido, tenemos toda una vida por delante, no estamos apurados. En cambio, los Homo sapiens paleolíticos e, incluso, neolíticos, a los 30 ya se despedían del mundo.Otros mamíferos grandes pasaban sus 20 a 30 años de vida alimentándose y reproduciéndose, mientras los humanos no sólo construyeron las sociedades que luego dieron inicio a las grandes civilizaciones, sino, dedicaban el tiempo a las actividades absolutamente ajenas a las tareas de supervivencia.
Pero què tan ajenas? La evolución nos tallaba buscando darnos lo mejor para perdurar en los siglos y milenios, eliminando o simplificando todo lo innecesario, todo lo inútil. Desde que los australopitecos levantaron la cabeza y por primera vez miraron alrededor parados en dos piernas, nuestro cerebro tomó una vía del desarrollo que finalmente nos llevó a crear mundos dentro de este mundo: mundos virtuales, imaginarios, mundos de sonidos y de colores, de formas y de movimiento. Si no fuera la parte esencial de nuestra supervivencia, no estaríamos ahora creando más que nunca, y apreciando todo lo creado por las generaciones históricas y prehistóricas.
Con la gente de la Cueva de Altamira nos separan 30 mil años, pero esta distancia temporal de ninguna manera nos impide contemplar los dibujos en las paredes. No solamente los podemos contemplar y apreciar, con un poco de esfuerzo, los vamos a entender y en nuestras mentes empiezan a hablar estas personas que biológicamente hasta tenían ciertas diferencias con nosotros. Pero compartimos algo en común: la capacidad del cerebro para crear y contemplar el arte. Todo lo innecesario la evolución lo hace desaparecer, lo importante se cultiva y crece. Podemos pre-concluir que lo relacionado con el arte en nuestro cerebro, es cultivado y aumentado porque forma parte del sistema de supervivencia de especie. El arte no es un postre para la humanidad.
El neurobiólogo Semir Zeki quien estudia el cerebro visual de los primates, en los años noventa del siglo pasado propuso el término de neuroestética que desde 2002 tiene su definición formal como una disciplina de la estética empírica que estudia las bases neuronales para la creación y apreciación del arte. En 2010 uno de los pensadores más grandes de la actualidad Vilayanur S. Ramachandran en su libro The Tell-Tale Brain: A Neuroscientist’s Quest for What Makes Us Human dedica algunos capítulos a la neuroestética. Pienso que sus formulaciones son las más apropiadas para formar la base de nuestra reflexión de hoy. Estas formulaciones pueden ser divididas en cuatro niveles abarcados por la biología del cerebro en relación con el arte en su sentido general. En la la parte dos de este trabajo hablaremos de las señales innatas que llegan a los centros de las necesidades vitales que provocan las emociones.
Referencias
Ramachandran V.(2010) The Tell-Tale Brain: A Neuroscientist’s Quest for What Makes Us Human, 2010, ISBN 978-0-393-07782-7