El Caso de Villa Caprice, un film sobre la soberbia del abogado

El Caso de Villa Caprice, un film sobre la soberbia del abogado

En el sector de la Abogacía hay abogados soberbios y soberbios abogados, y no es infrecuente que dichas condiciones suelan coincidir en unas mismas personas.

Sin lugar a dudas, la soberbia supone tanto un pecado como una virtud. Ello obedece a que comparten la misma raíz etimológica (del latín “superbia”) palabras como supremo, insuperable, superior,…

Así empieza un post publicado en la Blogosfera de Lawyerpress que escribí hace unos años bajo el título de “La necesidad de gestionar la soberbia del abogado en los siete factores capitales del proceso”. Y sí, el abogado es proclive a pecar de soberbia, arrogancia, prepotencia, vanidad, altanería y vanagloria a la hora de conducirse profesionalmente.

Así ocurre con el personaje del abogado Luc Germon, que magistralmente interpreta Niels Aretrup en la última película dirigida por Bernard Stora que ahora se estrena en España. El brillante director y guionista francés nos trae a las pantallas “El Caso de Villa Caprice”, cinta cinematográfica de apenas 103 minutos que discurren rápido, de forma líquida en una trama muy bien delineada y ágilmente conducida por un elenco de actores corto como eficaz, y una interpretación tan brillante como creíble.

El Caso de Villa Caprice confieso que me ha gustado. Gracias a la agencia de comunicación MadAvenue PR, y a su responsable de cuenta Violeta Cussac, la he podido visionar a modo de pase de prensa personalizado. Mil gracias.

Buen guión. Una historia elegante, actual, real y cruel como la vida misma. Elegante en su factura, personajes y entornos. Actual porque las prácticas corruptas entre jueces, políticos y empresarios que se muestran son el pan nuestro de cada día en cualquier país de nuestro entorno, y real porque podríamos sin mucho esfuerzo y dificultad poner sobre la mesa decenas de casos similares e incluso más graves al narrado en el film.

Se atribuye a Leon Trostki la frase de “Un aliado debe ser observado de igual manera como se observa a un enemigo” y en esta historia esa precaución queda patente cuando se refiere a los colaboradores y empleados que se muestran de ambas partes: los del empresario Gilles Fontaine (que interpreta Patrick Bruel) y los del abogado Luc Germon (Niels Arestrup).

Nada es lo que parece. La película se apuntala en una serie de trampantojos jurídicos en lo que todo tiene un precio, todo es corruptible hasta el recto juez al que da vida Laurent Stocker. Magnífica la frase en este sentido que le dirige Fontaine a Germon “su supuesto poder de abogado es una ilusión, no le pagan, le compran”, o cuando también le dice “qué es el dinero sin recuerdos”.

Y es en este ámbito en el de la ética en el ejercicio de la Abogacía donde despierta la película su interés a los que deambulamos, en mayor o menor medida, por estos derroteros. En especial con el trasfondo de las relaciones profesionales juez-abogado que la historia hilvana, resulta cuanto menos jugoso analizar y todo ello sembrado de múltiples “astuces” que Germon como “perro viejo” va mostrando sobre cómo ha de conducirse la relación abogado-cliente, abogado-abogado contrario e incluso abogado-juez... vamos que la película daría para una masterclas de esas cosas tan importantes que nunca se enseñan en la Facultad ni se aprenden en el Master de Acceso a la Abogacía.

Y para terminar, como ya en su día citaba en mi referenciado post: en cualquier caso, la soberbia profesional del abogado o del empresario, como una moneda, reúne en sí las dos caras: la del vicio y la de la virtud, evidenciando el conflicto entre la humildad y la excelencia. De ahí que sea preciso saber gestionarla.

Eso es lo que le ocurre a Germon, ese es el final de la historia que se narra en la película.

Sí, por último, dos apuntes breves más y termino.

La luz y la majestuosa belleza de la Costa Azul que Stora nos regala. Los entornos de Villa Caprice evocan los exteriores que se exhiben en el videoclip de la canción C´est Magnifique, de mi siempre admirada Melody Gardot, una maravilla.

Por otro lado, pero también sin salir de la belleza, citar merecidamente no solo por su gracia natural sino por, si aún más cabe, el arte en la interpretación que exhiben en sus respectivos papeles, a Irene Jacob (interpretando a Nancy Fontaine) y a Claude Perron (dando vida a la socia de Germon, Carole Pertini), qué estupendas actrices en su papel que a buen seguro son merecedoras ambas por mérito propio de haber contado con mayor protagonismo y minutos en la película.

Sí, lo confieso, “El Caso de Villa Caprice” no es la mejor película de abogados pero tampoco la peor. 

Jose Ramón Moratalla, Madrid a 21 de Enero 2022

Ignacio (Nacho) Escobar Quintana

HR Director @Finsolutia Spain I Agile People Coach I Kanban Management Professional I Podcaster @TalentBoostspain I Cofundador ElObservatorio #Legal #HR ThinkTank

2 años

Buena crónica y mejores reflexiones, habrá que verla

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