El cliente gañán
Observar mola
Observar te ayuda a comprender mejor lo que ocurre a tu alrededor
Observar te prepara a elaborar una respuesta ante lo que se te viene encima
Me gusta observar...
...Y el otro día observé a Ramón
Señor de unos sesenta y tantos, madrileño, pero que llevaba viviendo de manera estable en un pueblo costero unos 8 años, aunque tenía desde hace unos 24 la casa comprada.
Conduce un Hyundai Accent, “nuevecito” (“los asientos traseros apenas se han usado; solo ha ido mi hija 6 o 7 veces en los últimos 20 años”, aseguraba con orgullo), pero al que le cuesta entrar después de haberse “roto la espalda” hacía 4.
Su hijo vive en Cádiz, y es por eso por lo que no suele verlo tan a menudo como le gustaría.
Es un Fanboy de Hyundai, porque “le ha salido muy bueno”, y que había desechado otras marcas como Dacia por ese amor ciego que procesa al fabricante coreano.
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Efectivamente: Ramón estaba en un concesionario de Hyundai.
...Y sin darse cuenta, a Ramón solo le había faltado dar el PIN de la tarjeta entre los parroquianos que estábamos en la sala.
Ramón solo necesitaba que le pasaran la mano por el lomo antes de firmar la compra del nuevo coche (un i20, por si sentís curiosidad por el modelo que había escogido).
Con solo 5 minutos de conversación, un vendedor “normalito” ya le habría cerrado la venta.
Escuchar y observar durante 5 minutos y habría cerrado una venta de 15.000 euros.
15.000 euros por escuchar a Ramón y asentir a todo lo que salía de su boca.
Solo eso.
15.000 euros.
Pero le tocó el vendedor “triste”: dícese del vendedor con camisa de manga corta, corbata desaliñada y que afronta la acción comercial como quien forma parte de una cadena de montaje.
Y el "triste" hizo todo lo posible porque Ramón saliera de allí sin su i20.
En tu negocio, tristezas cero. [SE HACE AQUÍ]