El Complejo Mayor de Histocompatibilidad, una familia génica de cuidado
El coEplejo mayor de histocompatibilidad (MCH), realmente es un nombre complejo y cuando lo afronté por primera vez, en la facultad de medicina, debo admitir que me atemorizó y lo hizo mucho más cuando intente desvelar sus misterios en una primera leída. Así, que, a través de todos estos años lo he constantemente revisado a manera de individuo moderadamente ilustrado, porque no soy un experto en el tema, pero si estoy empeñado en conocerlo.
El complejo mayor de histocompatibilidad o CMH o MHC, acrónimo del inglés major histocompatibility complex, realmente , es una región génica o también una familia de genes, que son hallados en todos los vertebrados, se ubican en el brazo corto del cromosoma 6, y su función es la codificación de moléculas o proteínas denominadas “antígenos leucocitarios humanos”, los cuales son los actores de un fascinante diálogo molecular que a la postre activará procesos críticos en la generación de la respuesta inmune. Lo anterior entraña, además, un fabuloso y único proceso que permite hacer la diferenciación entre lo extraño y lo propio con las consecuencias que de esto se deriva.1,2,3
Figura1
Estas moléculas, que son glucoproteínas, son polimórficas, en la figura 1 podemos ver la forma de las más importantes de ellas, las llamadas de clase I y clase II, y , como se ve están formadas por cadenas proteicas alfa y beta, son extra citoplasmáticas, con unos dominios transmembranales y sus colas intracitoplasmáticas. Lo anterior quiere decir que están en la membrana celular, afuera de ella y adentro de la misma, y las de clase I se encuentran en la superficie de todas las células nucleadas del organismo, del mismo modo, las moléculas de clase II se localizan en todas las células presentadoras de antígenos, macrófagos y linfocitos B. La función de estas moléculas es unirse a antígenos peptídicos ( las cuales son partículas constituyentes de microbios en general), y mostrarlos para su reconocimiento a los linfocitos T, Los antígenos peptídicos asociados a las moléculas de clase I son reconocidos por los linfocitos T CD8+ y los de clase II son reconocidos por los linfocitos T CD4+ y estos a su vez generaran una respuesta inmunitaria que conlleva en la mayoría de las veces a que en donde se encuentren con ese antígeno perteneciente a cualquier bacteria , virus u otro microorganismo, sea eliminado.4
Como se decía anteriormente, una singular función de este complejo de moléculas es ir haciendo una búsqueda frenética por todo el organismo a la caza de partículas (antígenos) no propios, y de esta manera diferenciarlos de los propios y tomar una medida contra los primeros y no reaccionar contra los segundos. Ahora bien, el injerto de un órgano o tejido que proviene de un donador genéticamente disímil al receptor genera una compleja , poderosa y diversa respuesta inmunitaria. Hay que recordar que nuestro cuerpo no está diseñado genéticamente para recibir órganos o tejidos extraños al mismo. algunas de estas respuestas son inmediatas y otras pueden ser tardías. La respuesta inmediata contra el injerto produce la destrucción de este y esto se da por el concurso de una serie de eventos interrelacionados, que involucran, moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad, así como la actividad de mediadores de inflamación, de moléculas de adhesión y de diversas poblaciones y subpoblaciones de leucocitos con sus respectivos productos. Además, la presencia invariable de citocinas, factores de crecimiento , que contribuyen al proceso. El contacto inicial entre las moléculas y células propias inmunitarias del huésped y las células del endotelio vascular del injerto conduce finalmente a una respuesta propia del huésped en contra de dicho tejido. Estos procesos desencadenan una cascada de eventos que culminan con la destrucción del injerto.
Otra realidad es cuando lo propio no es reconocido como tal y entonces, se ataca. Esto es llamado autoinmunidad. Puede hablarse de dos mecanismos importantes que asocian a las moléculas del MHC con autoinmunidad: la asociación genética (marcador de predisposición y/o factor de riesgo) y las alteraciones en la regulación de la expresión.
MHC como factor de riesgo
Hasta el momento las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad se han asociado con el desarrollo de 40 enfermedades. Se conoce por ejemplo que el HLA B27 constituyen un factor de riesgo para el desarrollo de espondilitis anquilosante, HLA DR4 para artritis reumatoidea y así existen otros ejemplos. Esta asociación puede reflejar ya sea el compromiso directo de la proteína del HLA, o el desequilibrio de ligamiento de este gen con otros genes que faciliten el desarrollo de la entidad. La participación directa puede ser de dos formas, la primera en la que ciertas formas de un mismo gen (alelo), presente péptidos antigénicos y generen auto reactividad, difiriendo de otros alelos aun con el mismo péptido, o que, las proteínas propias de un alelo especifico posterior a una noxa o enfermedad previa con algún germen se tornen autorreactivas. En algunos casos la presencia de determinados alelos del MHC no sólo determina el desarrollo de enfermedad sino el comportamiento o pronóstico de ella.
Alteraciones en la expresión de MHC clase II
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Las alteraciones en la expresión de las moléculas clase II ya sea por expresión aumentada o ausencia de expresión se han asociado también a enfermedades en los humanos, Años atrás , se planteó, que el aumento en la expresión de las moléculas clase II se asociaba al desarrollo de enfermedades autoinmunes como: diabetes tipo I, tiroiditis, artritis reumatoidea, esclerosis múltiple, enfermedad inflamatoria intestinal, nefritis autoinmune y algunas enfermedades degenerativas del sistema nervioso central.
Por otro lado, La deficiencia en la expresión de moléculas clase II, conocido con el nombre de linfocito desnudo (BLS), patología que pertenece al grupo de las inmunodeficiencias primarias y que se caracteriza por la ausencia de HLA clase II en todos los tipos celulares, genera una severa inmunodeficiencia, con infecciones múltiples, retardo en el crecimiento y frecuentemente la muerte. A nivel molecular se ha establecido que ninguna de las proteínas de las moléculas del HLA clase II son sintetizadas.
De todas maneras, la autoinmunidad pone en evidencia el proceso evolutivo de los vertebrados y entre ellos al Homo sapiens sapiens, y nos coloca en una perspectiva que hay que considerar cuando nos toca hablar de nuestra propia evolución. Cuantos eventos se han debido de producir para alcanzar ese grado de complejidad con las moléculas que hemos mencionado, y de cómo su interacción llámese “normal o “patológica” pueden impactar tanto nuestra existencia. Por el momento pensemos que es de mucho cuidado y hay que seguirlas estudiando.
Fabricio Tello Aya MD
Referencias
1. Goldberg, A C; Rizzo, L V (enero a marzo de 2015). «MHC structure and function – antigen presentation. Part 1» [Estructura y función del MHC – presentación de antígenos. Parte Einstein (São Paulo) (en inglés) (San Pablo, Brasil: Scielo) (1): 153-156. ISSN 2317-6385. doi:10.1590/S1679-45082015RB3122.
2. Saltar a:a b Vega Robledo, GB (marzo a abril de 2009). «Complejo mayor de histocompatibilidad». Rev Fac Med UNAM (México: medigraphic) 52 (2): 86-88. Consultado el 27 de octubre de 2017.
3. Saltar a: López–Martínez, A,; Chávez–Muñoz, Ca; Granados, J (marzo a abril de 2005). «Función biológica del complejo principal de histocompatibilidad». Revista de investigación clínica (México) 57 (2): 132-141. ISSN 0034-8376.
4. Abbas, A, Lichtman, MD, Pillai, S. Molecular & Cellular Immunology, 10 ed. ELSEVIER.2022