El Covid 19 y los sectores minoritarios y vulnerables en México

A propósito de las Estrategias y Protocolos de sanidad para prevenir y atender casos de COVID 19, hago una breve reflexión que cuestiona la forma en que ciertos sectores de la población, catalogados como minoritarios y vulnerables, podrían estar sobrellevando con la actual y delicada crisis pandémica que solo lograría profundizar su de por sí condición de vulnerabilidad, refiriéndome concretamente a la población de personas con discapacidad, a las poblaciones indígenas y a la población migrante, dentro de las cuales tenemos personas adultas mayores, mujeres embarazadas y niñez.

Ha quedado evidenciado que, el mundo entero, ni por asomo, estuvo preparado para enfrentar un reto sanitario de estas proporciones; así que, lo que tenemos ahora es un escenario en el que compartimos un problema común que deberá resolverse desde el liderazgo, capacidades y la visión estratégica de los gobiernos, pero sobretodo desde el contexto de cada país; en ese sentido, las mejores soluciones seguramente podrán ofrecerlas aquellos países que se han interesado y dado a la tarea de obtener una radiografía completa y actualizada sobre las dinámicas de la pluralidad de sus culturas, políticas y prácticas con un enfoque de inclusión desde la diversidad.

En cualquier nación democrática ha sido siempre menester resaltar la importancia de construir las condiciones legales, sociales, políticas y culturales que garanticen a cualquier mujer u hombre el ejercicio pleno de sus derechos humanos y, el derecho humano a la salud, no es la excepción. En ese sentido, el COVID 19 nos acerca a un momento propicio para analizar, en una situación real, a aquellos países que han tenido avances efectivos en sus políticas y prácticas de salud, en este caso, para incluir y resolver las principales necesidades, demandas y preocupaciones de sus sectores minoritarios y con mayor vulnerabilidad.

Por poner un ejemplo, en México, lo que vemos ahora son mensajes, por diversos medios de comunicación, orientados primordialmente al cuidado de la salud (#Lavatelasmanos) y el respeto de la cuarentena (#Quédateencasa), que se encuentran dirigidos básicamente a un sector de la población: la de las ciudades, a la población urbana de la cual formamos parte tú y yo, en cambio, desconocemos cuál/es ha/n sido la/s estrategia/s de comunicación e información y qué es lo que pasa actualmente con esas poblaciones apartadas de indígenas, en las que la mayoría no habla ni entiende español y que solo encuentran atención médica a varios kilómetros y horas de sus poblados; o qué sucede con las personas con algún tipo de discapacidad que dependen absolutamente de otras personas para su movilidad, o de aquellas que necesitan estar informadas y comunicadas con lengua de señas o sistema braille; o de las poblaciones de migrantes centroamericanas/os que se encuentran asentadas irregularmente o que van migrando internamente en zonas sin servicios básicos (agua, luz, drenaje) del sureste a la frontera norte del país ¿Qué sucede con estos sectores de la población? ¿Institucionalmente se cuentan con estrategias y acciones para atender sus necesidades básicas de higiene, de infraestructura accesible, y profesionalización de personal para la atención de estos grupos para esta crisis de salud..? Me temo que, hasta ahora, no hay respuestas, datos o información para estas interrogantes.  

Hay que reconocer que, desde las organizaciones de la sociedad civil se vienen buscando la colaboración con los gobiernos federal y locales, que son los indicados para dictar lineamientos o directrices claras, concretas y homologadas para la atención de dichos sectores, sin que hasta el momento se haya obtenido una respuesta oficial.

Finalmente,

Es menester reconocer la experiencia y la movilización organizada de la ciudadanía que como siempre ha demostrado superar los grandes embates que nos presenta la vida. Que este sea entonces, un tiempo que sirva para nuestro crecimiento humano individual y colectivo en el compromiso y amor que tenemos por México. 

Solo nos queda confiar en que este momento sea visto como una oportunidad para replantear intersectorialmente y multidisciplinariamente, desde el gobierno, la iniciativa privada y la sociedad civil, en estrecha colaboración y coordinación que incorporen a las políticas públicas un enfoque holístico que sea incluyente y diverso cimentado en la esencia de los derechos humanos.


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