EL CUIDADO DE LA PRIMERA INFANCIA ES PRIORIDAD PARA EL FUTURO UN PAÍS.
La atención a la primera infancia se constituye en uno de los ejes principales que un gobierno debe priorizar. Esto debe ser reglamentado, y debe tocar ámbitos de educación, salud, desarrollo personal, canalizados en nuestro país a través instituciones estatales como el Ministerio de la Niñez y Adolescencia, de tal modo a brindar un servicio más eficiente y articulado que llegue de manera oportuna a todos los niños del país.
“Pensar en nuestros niños es pensar en nuestro futuro, por eso tenemos que protegerlos, cuidarlos con amor y acompañarlos en todas sus etapas de desarrollo. Tenemos la certeza que juntos podemos y vamos a mejorar la salud y bienestar de nuestros niños y niñas en todo el país“
El desarrollo emocional, social y físico de un niño pequeño tiene un impacto directo en su desarrollo general y en el adulto en el que se convertirán. Por esto es muy importante comprender la necesidad de invertir en los niños pequeños, ya que así se maximiza su bienestar en el futuro.
En el área de la personalidad y las aptitudes requiere de la exploración libre de disciplinas, de hobbies, de tendencias, de la vida misma, y dado que la curiosidad es inherente a la naturaleza de las niñas y los niños, el ejercicio de descubrirse a si mismos, sus gustos y preferencias es un elemento fundamental de su educación, que debiéramos impulsar y acompañar en su evolución natural.
Desde etapas muy tempranas, es posible identificar tendencias artísticas, pasión por los animales y la naturaleza, inquietudes sobre el universo y las estrellas, o bien por la danza o la lectura. Muchas veces estas facetas representan únicamente etapas y otras tantas, se van constituyendo en parte de las pasiones y de la personalidad de nuestros hijos. Y es precisamente en la administración de los tiempos y los incentivos para explorar y potenciar intereses, que a veces surgen tensiones importantes entre controlar e impulsar o entregar todas las libertades para estos autodescubrimientos.
Ante este dilema, surgen las preguntas sobre los límites, con respecto a los tiempos que son dedicados a estas actividades, a la naturaleza de las actividades y hasta dónde se les permite explorar, se les dirige, o se decide que ha sido suficiente de las aventuras que eligen emprender. ¿Hasta dónde controlar los riesgos o dar libertad en la experimentación? ¿Hasta dónde estimular el aprendizaje o respetar los propios ritmos?
Para ello es importante tener en cuenta:
Ofrecer sin imponer. Cómo padres es parte de nuestra tarea y es inevitable mostrar opciones, ofrecer oportunidades o compartir pasiones propias con los hijos, pero no debemos olvidar que ellos tienen su propia naturaleza, gustos y preferencias. Por ello es importante no restringir las posibilidades a nuestras preferencias o gustos propios en las actividades exploratorias de nuestros hijos.
Muchas veces, incluso de manera inconsciente, se presiona a los hijos para que exploren de manera un tanto obligada el mundo de los deportes, o de los instrumentos musicales, o bien que dediquen sus intereses a actividades menos dinámicas a lo que demanda su naturaleza inquieta.
Otras veces la presión inconsciente puede tomar la forma de educar en una perseverancia mal entendida, al tratar de darle continuidad a un pasatiempo o comportamiento que probablemente haya perdido interés para el niño. Al intervenir un proceso que debería ser libre y solo asistido por los adultos, se rompe con la maravilla del descubrimiento, que lleva a formar la personalidad, los intereses y los gustos.
Permitir la libre exploración. La experiencia del descubrimiento tiene como elemento esencial la sorpresa, esa que aparece cuando nos atrevemos a desafiar los límites de lo conocido y previsible. Esta experiencia es fundamental en la etapa pre-escolar donde el niño va aprendiendo que es alguien diferente de sus padres, y que tiene sus propios gustos y habilidades. Es en esta etapa donde se desarrolla la autonomía y la iniciativa, que le permitirán tomar sus propias decisiones, y donde un exceso de restricciones podría llevar a la inhibición por temor, culpa o desconfianza en sí mismo.
Si bien es importante cuidar la exposición a los peligros, esto puede hacerse acompañando el proceso (jugando con, estando disponible, supervisando) más que por medio de restricciones y prohibiciones que asociadas al temor o el castigo, coartan el aprendizaje y la exploración. Cuando se desea crear ambientes totalmente seguros, la experiencia del descubrimiento y del aprendizaje se empobrece.
Las nuevas políticas publicas elaborados por Estamentos del Gobierno, no deben dar la espalda a esta gran realidad que se viene, de crear niños y niñas con grandes capacidades de desarrollo personal y educativo como nuevos actores de un futuro que se viene a la vuelta de la esquina.
Tomar en serio la Ley de primera infancia es tarea de todos!!
Hasta La Próxima!!
Diego Nuñez.
Bloguero, Experto en Negocios.