El Día Internacional de la Tierra | Consultora Social
Justo hace unos momento leía un post donde decía que ojalá las empresas entendieran que plantar árboles el Día de la Tierra, no compensaba sus malas prácticas todo el resto del año; y sí, desafortunadamente acciones positivas aisladas no revierten todo el impacto negativo que como personas, empresas y organizaciones en general, realizamos todos los días.
Para algunas personas pareciera imposible que, a estas alturas, todavía haya empresas que justifiquen su responsabilidad social con llevar a sus empleados un día a plantar árboles, árboles que no van a encargarse de que crezcan en óptimas condiciones por supuesto. Pero ¿por qué se sigue pensando que estas acciones aisladas funcionan? Depende de muchos aspectos por supuesto, como por ejemplo:
Volviendo al ejemplo de los árboles, muchas veces ni siquiera se cuestiona si son de una especie propicia para el hábitat, si son necesarios, si es prudente que decenas de personas trabajen al mismo tiempo en ese territorio, el mismo día o si, por el contrario, podrían estar causando más daño que beneficio, etc., todo esto por la falta de conexión que tenemos en cuanto a la tierra y el medio ambiente, que no habla y que no observamos porque no nos sentimos parte de él.
Otro ejemplo que podemos abordar es el de las organizaciones, por lo regular se centran en una causa, de diferentes tipos, pero olvidan el contexto que viven las personas; si abordan el tema de la pobreza, pensarían quizá en generar un proyecto de emprendimientos para jefas del hogar y así generar ingresos, sin embargo, se están pasando por alto las potencialidades, recursos, limitantes y puntos de palanca del territorio en el que viven estas mujeres.
Por alguna razón, abordamos las problemáticas/necesidades desde una visión reduccionista y separada; vemos los fenómenos biológicos, ecológicos, económicos y sociales de manera fragmentada que limitan las soluciones y transformaciones que se pueden crear.
Una vez, implementando un proyecto de empoderamiento femenino en la sierra de Zongolica Veracruz, haciendo el diagnóstico, le preguntaba a una persona de la comunidad acerca de sus necesidades/problemáticas y jamás olvidaré su respuesta: “Señorita, yo no necesito nada. Si tengo hambre, voy a mi árbol y me como una fruta, si tengo que hacer comida, voy a mi patio y agarro una gallina, si tengo frío, me tejo un suéter, si me duele el estómago, me hago un té con mi planta medicinal. Además, despierto todas las mañanas con esta vista… ¿Qué puedo necesitar señorita?” Ojo, acá no estoy romantizando la pobreza, sino que estoy tratando de evidenciar la visión tan corta que muchas veces tenemos al querer generar impacto. Por supuesto que la calidad de vida implica muchísimas más cosas que lo que esta persona mencionó, pero estamos pasando por alto los recursos y tesoros que ya tiene, y partiendo de ellos, se puede potenciar el impacto que deseamos generar. Cuando empecemos a valorar esos recursos y las funciones que cumplen, estaremos co-construyendo no solo con las personas, sino con el territorio, respetando los procesos biológicos que suceden e identificando las oportunidades a partir de su abundancia.
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Por eso, antes que diseñar cualquier iniciativa desde tu escritorio, ve a la comunidad que deseas impactar, conoce a las personas, conoce el territorio, los saberes ancestrales que la rigen, su biodiversidad y entonces, si tus limitantes son tu conocimiento o que aún no tienes una estrategia definida, e incluso no sabes cómo aprovechar tus recursos, acércate a las personas adecuadas que podrán guiarte a ti y a tu equipo hacia realmente generar un impacto, y canaliza tu tiempo, dinero y esfuerzo, hacia la transformación.
Recuerda que en Consultora Social podemos acompañarte en este proceso.
Cynthia Aguilar
Directora y Cofundadora
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