El Día que decidí nacer y vivir.
Somos la consecuencia del amor de nuestros padres, del amor que tuvieron, al menos una vez, si están o no están juntos, somos su producto, su marca, su valor. Nos lo demuestren o no, somos un reflejo de su historia, pero atención. No tenemos que ser su misma historia.
En casa aprendemos valores, como relacionarnos y como expresarnos ante los problemas, alegrías y dolores, en casa, con mamá o papá, juntos o no, vemos las primeras discusiones, negociaciones, demostraciones de amor, peleas y hasta separaciones. ¿Todo eso puede ser una marca?
Nos dicen de pequeños que somos como esponjas que absorbemos todo. Lo bueno y lo malo. Eso es real, y que luego a lo largo de nuestros pasos vamos manifestando ese sentir en lo que hacemos. Somos una consecuencia de ese amor. Si volvemos al principio de este artículo, ese amor, nos marca. Pero ¿esa marca es para siempre?
Algunos afirman que sí, otros, me incluyo, estoy convencido, de que podemos tomar de esa experiencia, de esa herencia emocional y psicológica los mejores aspectos, y sanar, curar, perdonar las emociones o energías que nos marcaron con dolor o sufrimiento.
¿Cómo se hace eso?
En mis charlas, talleres o clases, pregunto lo mismo siempre ¿Qué estás haciendo para sentirte mejor? Las primeras respuestas son murmullos, cuando pido precisión y detalles, los murmullos pasan a ser silencio…
Nada puede cambiar, sino cambio la perspectiva y la conexión que tengo con las cosas, personas, emociones y sentimientos que me rodean, nada será mejor, sino mejoro mis espacios de conexión emocional con mis padres, amigos, pareja y compañeros de trabajo. Suena cursi, sencillo, pero no lo es.
Cambiar la conexión con los demás, implica cambiar primero la conexión conmigo, revisarme, atenderme, aprender a obsérvame en las buenas y en las malas, a ser objetivo con mis ideas, ser coherente en mis acciones, y luego que logro ese nivel, puedo revisar mis relaciones con el mundo externo, con mi familia, pareja, compañeros de trabajo, jefes.
Nadie quiere ser infeliz, ni vino al mundo para serlo, quien no es feliz ahora, tal vez no ha aprendido lo necesario, lo básico, lo sublime, cierto es, que cada quien tiene su tiempo de reacción, su tiempo de aprendizaje, a veces las personas hacen mal por no saber hacer el bien, porque no son capaces, aun, de escuchar su propia melodía interior, su propia música, y repiten lo que los demás dicen que hay que hacer, oír y sentir.
¿Y cómo podemos cambiar eso?
Ideal ir a nuestros orígenes, aceptar, entender y perdonar lo necesario en nuestra relación con nuestros padres y abuelos, validar su historia para comenzar a escribir la tuya y no repetir lo que viviste en el pasado en tus relaciones del presente, la mejor forma de cambiar, es saber dónde estás y como llegaste allí.
El simbolismo a mi gusto que funciona, es el del auto retrato, una vez que eres capaz de tomarte una foto, o pintarte sin prejuicios, sin señalamientos serás capaz de aceptar lo que eres y de dónde vienes, ya que el espejo no miente, y el maquillaje sí. Te verás humano, sencillo, único y detrás de ti, en tu retrato, estarán tus experiencias y aprendizajes.
Cuando seas capaz de verte sin temor, estarás aceptándote y por ende reconociendo tu valor, que te permitirá reconocer tus diferentes ángulos de visión con los demás y contigo, eso potenciará tus sistemas de relaciones emocionales.
Ahora te vuelvo a preguntar ¿Qué estás haciendo para sentirte mejor?
Te puedo comentar para finalizar, que si no comienzas con algo, con algo no terminarás, cuéntame que te parece y si no sabes cómo hacerlo, atrévete, aquí estoy para asesorarte.
Carlos Armas Parra
Psicólogo y Comunicador Social. Asesor organizacional. Psicólogo Deportivo.
Consultas presenciales y online.
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Gerente de producto CA, Kodak en Netix
5 añosExcellente , escrito Dr Armaa, gracias
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5 añosPara ser feliz hoy estoy practicando pensar diferente ver lo que me angusria con de otra manera