El daño ambiental en la producción de drogas ilícitas.

Sin duda el uso de la tierra para el cultivo de drogas ilícitas refiere impacto directos en términos de deforestación y degradación de los ecosistemas, asimismo, durante la operación de laboratorios clandestinos de drogas sintéticas los residuos químicos generados se vierten directamente en ríos y también en la red de alcantarillado, mismo que contribuye al deterioro del sistema de tratamiento de aguas residuales elevando su condición de toxicidad y teniendo como destino final nuestros océanos.

Huella de carbono e impactos severos al ambiente por el cultivo y procesamiento de drogas.

Las drogas tradicionales que se producen en México son la cannabis y la heroína, esta ultima proveniente del cultivo de amapola; y de acuerdo a la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA) durante el año 2022 se consolidaron la destrucción de 41,675 hectáreas de Amapola (307,504 plantíos) y 6,997 hectáreas de Mariguana (53,096 plantíos).

De lo anterior podemos destacar que la huella de carbono del cultivo de cannabis al aire libre oscila entre los 22,7 y 326,6 kg de CO2e por kilogramo de flor seca, lo que implica que la estimación de energía por unidad de superficie necesaria para el cultivo de cannabis oscile en 78 megajulios por metro cuadrado (MJ/m2), lo cual es un valor bastante alto si se compara con el intervalo de 600 a 2,827 MJ/m2 que requiere el cultivo en invernadero de vegetales y flores en paises como Canadá, Europa y África Septentrional (UNODC, 2022).

Por su parte, en lo que respecta a la huella de carbono por kilogramo de cocaína fabricado y que incluye el uso de fertilizantes nitrogenados para la producción de la planta de coca; gasolina, keroseno y cemento; estos últimos para la extracción de los alcaloides, es sin duda notablemente mayor que la de los cultivos agrícolas lícitos, siendo su impacto de hasta 30 veces mayor que el cultivo de granos de cacao y hasta 2,600 veces mayor que los cultivos de la caña de azúcar, lo que causa altos niveles de acidificación de los suelos, alterando totalmente el ciclo natural de este recurso que sustenta la productividad de los ecosistemas y de alimentación en el mundo (Ídem,2022).

Asimismo, para el caso puntual del cultivo de la adormidera o amapola, la producción de 100 miligramos (mg) de morfina envasada (para uso intravenoso), estima una huella de carbono de 204 gramos de CO2e, lo que supondría una valor total de 2,040 kg de CO2e por cada kilogramo de morfina (Ídem, 2022).

En este sentido, es interés resaltar que las Entidades que se mantienen como los mayores productores de amapola en México son Sinaloa, Durango, Chihuahua y Guerrero; por su parte las Entidades que cultivan la cannabis son también Sinaloa, Durango, Chihuahua, Jalisco y Nayarit (SEDENA, 2022), esto es relevante, dado que son estas Entidades las que a su vez mantienen un grado de sequía considerable, puesto que debemos recordar que durante el mes de Marzo de 2023 experimentamos en un 74 % de la superficie del país niveles anormalmente secos (Serendipia, 2023) y que aunados a la problemática del daño ambiental provocado por la producción de drogas, complica aún más el panorama, dado que esta variable no se considera dentro de la evaluación ambiental propia de estas actividades, puesto que se tratan de actividades ilícitas en su totalidad.

Principales precursores químicos empleados en la elaboración de drogas sintéticas y sus efectos nocivos sobre la naturaleza.

El impacto ambiental asociado al vertido de desechos químicos procedentes de la fabricación ilícita de drogas es considerable, y está causado principalmente por productos químicos a granel y químicos especializados. Entre estos últimos se encuentran los precursores, los productos finales, los productos intermedios y los subproductos y, en algunos casos, los catalizadores (Op at cit. UNODC, 2022).

Entre algunos de los precursores químicos empleados en la elaboración de drogas sintéticas se tienen: i) 1-fenil-2-propanona, ii) Ácido clorhídrico, iii) Efedrina y iv) Sosa caustica y en este sentido, en la producción de 1 kilogramo (kg) de MDMA (o éxtasis) se generan entre 6 y 10 kg de desechos o en el caso de la producción de 1 kg de anfetamina genera entre 20 y 30 kg de residuos, es de interés resaltar que los desechos de la anfetamina están compuestos principalmente por soluciones acuosas ácidas, por lo que la mayor parte de los desechos de la síntesis de la anfetamina consiste en ácidos muy fuertes y sus compuestos orgánicos volátiles, como la acetona, el tolueno y el éter, refieren como principal peligro ambiental, la posible contaminación de las aguas subterráneas y que además en las cantidades suficientes, estos compuestos pueden reducir o eliminar el crecimiento bacteriano que se encarga del tratamiento de las aguas residuales.

Atención de los sitios impactados por el cultivo y procesamiento de drogas y drogas sintéticas.

El número de incautaciones de laboratorios dedicados al procesamiento del cannabis, en la mayoría de los cuales se extrae tetrahidrocannabinol (THC) para convertirlo en resina o en concentrado aumentaron durante el año 2018 para los Estados Unidos y también en países de América del Sur como por ejemplo en Argentina (CICAD, 2022) y para el caso de México se estiman cerca de 127 laboratorios incautados hasta el año 2022 (Op at cit. SEDENA, 2022).

Esto mantiene vinculación con las acciones que la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA) realizo durante el año 2022 en donde conllevo la destrucción de 41,675 hectáreas de Amapola (307,504 plantíos) y 6,997 hectáreas de Cannabis (53,096 plantíos).

Por lo que las acciones tendientes para remediar y tratar los plantíos destruidos y los laboratorios clandestinos desmantelados, deberán de procurar observar los apartados de manejo de residuos peligrosos correspondientes e impulsar la correcta disposición y tratamiento de los mismos, lo cual a su vez requerirá de la gestión coercitiva entre las dependencias de seguridad como lo son la SEDENA y MARINA quienes conjuntamente deberán de colaborar con la SEMARNAT y PROFEPA, a efectos de realizar una revisión especial de las áreas y zonas impactadas por las actividades relacionadas con la producción y procesamiento de drogas ilícitas, permitiendo recuperar gradualmente la condición natural del ecosistema y sus servicios ambientales.