El error que quizá me convirtió en editor

Hace 45 años, en Girona, Pere Rodeja era un librero que siempre sonreía y yo era un adolescente desordenado, apasionado y adicto a la lectura. Yo entraba en la Llibreria Geli de Pere -creo que por esos años él no era propietario- con un problema en la cabeza: ¿qué libros llevarme? ¿qué libros abandonar y permitir que otros los comprasen? Era un calvario, acentuado por mi escasísimo presupuesto. Se me acumulaban los deseos de lectura, y no podía decidirme por un solo libro.

Un día robé un libro de la Llibreria Geli. No pude resistir. No tenía dinero y necesitaba leer ese libro. Lo encondí dentro de mi cazadora y salí sin mirar atrás.

Pere me vio. Yo tenía 15 años, y Pere sonrió a mis espaldas. Sabía que yo volvería. Regresé al cabo de unos días, avergonzado, y le pagué el libro robado. Pere sonrió, sin más. Después de recibir el dinero, me pidió que le acompañara hasta el fondo, cerca de la puerta que da a la otra calle. Me mostró una escalera larguísima.

• A partir de ahora, usa esta escalera. Cuando veas un libro que quieras y no tengas dinero, toma el libro, súbete a la escalera y escóndelo detrás de los otros, en la estantería más alta y más inaccesible de la tienda. El libro te esperará ahí hasta que puedas comprarlo.

Durante años, en el estante más alto de la librería, cerca de la puerta que da a la otra calle, yo tuve mi propio almacén con los libros selectos que Pere me dejaba esconder. Nunca, durante decenas de años, hasta la muerte de Pere, compré un libro a alguien que no fuera a Pere.

Creo que soy editor porque leí tanto. Hoy, 19 de marzo de 2019, la Llibrería Geli cumple 140 años.