El eterno cuento chino de los aumentos a las jubilaciones

El mecanismo de ajusto del gobierno ya se utilizó en 2008 y resta poder adquisitivo a los pasivos.

El oficialismo impulsó una “nueva” Ley de Movilidad jubilatoria. En realidad, solo reflotó la vigente entre 2008 y 2017. Y, como entonces, dejó de lado la inflación que tanto impactó en los bolsillos de la gente.

Con esta fórmula, la Argentina sería uno de los pocos país en el mundo que descarta las variaciones del costo de vida para determinar los haberes previsionales. Hoy por hoy, ninguna nación desarrollada tiene en cuenta la recaudación para fijar las jubilaciones.

El “proyecto” es un trabajo conjunto de los ministerios de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, y de Economía; y la Anses. Su esquema de actualización sería 50% los salarios y 50% la recaudación. Propone además volver a los ajustes semestrales (en marzo y septiembre) a partir de 2021.

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En pocas palabras, se regresar a la ley 26.417 establecida en el gobierno de Cristina y derogada por el de Mauricio. En oportunidad de su abolición en 2017, se suscitó una guerra de piedrazos en la Plaza de los Dos Congresos y otra de insultos dentro del Palacio del Congreso.

Pero el sarcasmo no termina ahí. En un comunicado, el Ministerio de Economía señala que un mecanismo de aumentos atado al costo de vida no es deseable en la Argentina. “Porque los ingresos de las jubiladas y los jubilados perdieron poder adquisitivo y el objetivo político es recomponerlos", añadió. Según cálculos de los expertos, esa pérdida ronda entre el 15% y 20%.

Los dichos de la cartera de Martín Guzmán ignoran las propias estimaciones gubernamentales. A principios de octubre, el Relevamiento de Expectativas de Mercado arrojó un incremento inflacionario del 36,9% para 2020.  

“En pocas palabras, se regresar a la ley 26.417 establecida en el gobierno de Cristina y derogada por el de Mauricio.”

Nada más y nada menos, el Banco Central realizó ese estudio. De cumplirse estas proyecciones, los jubilados correrán – como siempre- a la inflación por detrás.

Más adelante, el comunicado de Economía agregó: “incluir la recaudación en la fórmula permite compartir el crecimiento y, al mismo tiempo, cuidar la sustentabilidad fiscal".

De inmediato y sin ser un experto economista, esos conceptos encendieron la luz de alarma. Por un lado, casi confirmó que la presión tributaria será extraordinaria en 2021. Por el otro, ignoró la ya registrada caída del empleo. Esta situación conlleva una baja en los aportes.

En mayor o menor medida, todos sabemos que la crisis económica asociada a la pandemia del COVID-19 golpeará a varios sectores. Es más, ya se detectan sus impactos. Por ello es irreal ignorar que casi 4 millones de personas cobran el haber jubilatorio mínimo de $18.000 mensual. También lo es no usar una mecánica de actualización donde pese la inflación. Solo así se protegerá el poder adquisitivo de los trabajadores pasivos.

 Los expertos no dejan de recalcar que incluir la recaudación hace a esta ley muy pro-cíclica. Si los aportes aumentan, mejora el haber jubilatorio. En caso contrario, los empeora. Asimismo, la Oficina de Presupuesto del Congreso proyectó que la recaudación tributaria será 4,6% menor el próximo año respecto al 2019. Sin duda, utilizar esta variable es para pagar menos a los pasivos.

Por último, la Fundación Libertad y Progreso calculó el desempleo en 29,3%, en el segundo trimestre del 2020. Más de 2.500.000 personas decidieron no buscar trabajo a pesar de no tenerlo. Ellos representan el 18,7% de la población económicamente activa. El panorama empeorará hacia fines de año. Como es lógico, se traducirá en menos contribuciones. Así, todo terminará delineando al eterno cuento chino de los aumentos a los jubilados.

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