¿El fin de los desechables?

Hoy la municipalidad de Santa Lucía Milpas Altas se une a la tendencia de las comunas y USAC entre otros de prohibir el uso y distribución de utensilios plásticos desechables en su territorio.

El uso de productos desechables nos ha facilitado nuestro estilo de vida: no hay trastos que lavar, no hay agua que gastar, son baratos y fáciles de conseguir. Esto nos ha hecho dependientes de ellos, por ejemplo, si compras un yogurt, un shuco, un atol en el parque, te lo entregan en un recipiente o plato desechable. Estamos tan acostumbrados a ellos que no lo pensamos mucho en cuando los utilizamos o compramos.

Pero ahora que hay más presión y conciencia ambientalista, nos vemos acosados por el asunto del uso de los desechables o como dicen en la UE, plásticos de un solo uso. Se habla que el 70% de la basura en las playas y los mares está constituida por estos plásticos. Luego de un buen tiempo de estar expuestos al sol y salinidad del mar, estos plásticos se fragmentan hasta convertirse en pequeñas partículas plásticas que se mezclan entre el alimento de los peces y otros seres marinos, que finalmente consumimos.

A nivel local estos desechos se acumulan y representan un volumen alto de los desechos municipales, que incomoda a las comunas por las presiones de los vecinos exigiendo calles limpias y que en el invierno tapan los drenajes con las consecuencias bien conocidas.

Entonces, nosotros mismo somos los causantes de estos problemas, pero cambiar nuestros hábitos de consumo, nos cuesta. Últimamente varias municipalidades se han dado a la tarea de prohibir los desechables, algunas con cierto nivel de prevención y preparación de la población y las mismas se han ganado elogios de un buen sector de la comunidad.

Por otro lado, están los fabricantes de estos productos “de un uso”, que imagino estarán preocupados por el avance veloz de estas iniciativas, porque muy pronto la gran mayoría de las municipalidades prohibirán la distribución y uso de desechables. En la nueva normativa de la zona Euro, los productores cubrirán los costos de la gestión y limpieza de residuos, así como las medidas de sensibilización en relación con los recipientes para alimentos y otros productos relacionados; aunque también se ofrecerán incentivos para desarrollar alternativas menos contaminantes a esos productos. Pero la realidad es que los productos alternativos actualmente rondan 4 veces el costo de los actuales. Y ¿qué hay de la actualización de los procesos y la tecnología y la disponibilidad de las nuevas materias primas?

En San Pedro la Laguna ya han sentido en carne propia este cambio y han retornado al uso de canastos para el pan, cibaque y hoja de plátano o maxan para envoltorio, llevar el morral al mercado y me pregunto si ¿podremos acostumbrarnos a ello en las metrópolis?, o ¿utilizaremos las bolsas de papel o papel para envolver?, ¿comprar más trastos para cuando tengamos reuniones en nuestras casas y gastar más jabón y agua para lavarlos?

En fin, pregunto: ¿cuál será el balance final de este movimiento?