El final

El final

18-dic 2020

Hablé con los hermanos, la hermana y la prima de mi papá para informarles de la decisión de trasladar a mi papá al área de cuidados paliativos.

Mi mamá, mis hermanos y yo fuimos al hospital. Hablamos con el neumólogo y con el responsable de terapia intensiva. Les agradecimos todo lo que habían hecho por mi papá y por nosotros. Después conversamos con la responsable de cuidados paliativos. Ella nos dijo que no veía posibilidades de que mi papá volviera a reaccionar. Preguntamos si podíamos pasar a verlo juntos, y nos dijeron que sí.

Al entrar en la habitación y llamarle, mi papá abrió sus ojos y nos vio. Mi mamá le pidió un beso, él alzó los labios y lo hizo. Después cada uno nos acercamos para intercambiar un beso con él. Le tomábamos por turnos la mano izquierda, y él nos la apretaba. Estuvimos así unos minutos, hasta que mi papá volvió a cerrar sus ojos. La responsable de cuidados paliativos nos dijo: “Su papá es muy fuerte.”

Mi mamá y mis hermanos se adelantaron a la habitación designada para los cuidados paliativos. Yo me quedé con mi papá, esperando que lo trasladaran. No tengo recuerdos de ese momento. Una vez en la nueva habitación, estuvimos juntos los cinco el resto de la tarde. Alguien debía quedarse por la noche, y pedí hacerlo. Mi mamá y hermanos se fueron a un hotel cercano.


19-dic 2020

Al despertar le tomé la mano izquierda y le hablé. El movió sus cejas y me apretó la mano. Le marqué a mi mamá y mis hermanos para avisarles y que los escuchara. Le puse un audio de Lú y de nuestros hijos, y mi papá alzó un poco ambos brazos, temblorosos. Le tomé ambas manos, me las apretó; y después de un rato soltó. Al poco tiempo llegaron mi mamá y hermanos, pero mi papá ya no volvió a responder.

Estuvimos juntos los cinco todo el día. David se quedó por la noche.


20-dic 2020

Mi mamá, Héc y yo llegamos muy temprano a la habitación, despertando a David. Al poco tiempo notamos que algo había empezado a cambiar en Pá. Mi mamá le marcó a una amiga, diciendo que rezaba muy bonito. La puso en alta voz y empezó a dirigirnos unas palabras. Pasaron 15 minutos, y ella seguía hablando. 20, 25… Empecé a sentir náusea. Ella no paraba, y yo sentía que me quitaban los últimos momentos con mi papá. En algún momento la repulsión que tenía me hizo sentarme. 30, 35, 40 minutos… Mi papá se empezaba a ver distinto. Pedimos que fuera una enfermera para revisarlo. Mi mamá le dijo a su amiga que tenía que cortar la llamada tras casi 45 minutos de plegarias. Me levanté, me quité los lentes, abracé a mi papá y me puse a sollozar. Mi mamá me dijo que las enfermeras tenían que examinarlo. Le dije que lo sabía, pero que necesitaba un momento.

A las 9:32am nos confirmaron que mi papá había fallecido. Abracé y besé a mi mamá. Luego abracé a Héc, y posteriormente a David.

Poco después las enfermeras apagaron el ventilador. Salí y llamé a los hermanos, hermana y prima de mi papá para darles la noticia. Al resto de amigos y familiares les envié un mensaje: “Les comparto que mi papá acaba de fallecer. Celebremos su vida y su legado.”


[Morir en domingo es quedar en el limbo; un “no lugar” cuya existencia se abolió en lo clerical, pero que persiste en lo secular. Un vacío constituido por comunicaciones malogradas entre oficinas de cobro del nosocomio y de gestión de la aseguradora. Mensajes carentes de contexto o con información faltante, dirigidos a buzones desatendidos por ausencias de personal agudizadas por el descanso dominical.

Es la metafórica y literal caída del sistema: un problema de rendimiento en el que sólo resta esperar una respuesta durante un período indefinido, quedando en manos de la misericordia de la burocracia. La detención en espera de la redención de las cuentas en esta coyuntura facilita entender por qué al pago de una deuda se le llama caerse cadáver.

La resolución tarda nueve horas de ritos burócratas y súplicas oficiales, a manera de novenario laico, tras las que el acreedor concede que el estado transitorio de expiación de los deudos deudores es a suficiencia. Se firma una promesa de pago a satisfacción del fiador y el garante, un acto de fe de que las cosas se resolverán de algún modo, dando pie finalmente a poder acceder a la bienaventuranza.]

Claudia Z.

Stanford LEAD Professional Certificate | Executive Coach | People-centered professional | Curious learner

3 años

Te abrazo Fer

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