El interés político frente a los derechos humanos

Hace 5 años que Siria vive una guerra civil que aparentemente no hay una solución inmediata, más cuál es la responsabilidad de los Estados, sino el Sirio?

Todo empiezo al principio de 2011 cuando un partido político de extrema izquierda (que futuramente se aliaran con los yihadistas del Estado Islámico), perdió la elección para Bashar Al-Asad. La oposición Siria se reunió no sólo con yihadistas, como también diversos grupos rebeldes y tienen un gran apoyo del gobierno de la Arabia Saudita, Turquía, Qatar y Estados Unidos. Del otro lado, el actual gobierno cuenta con el apoyo de Rusia, Francia, Irán y de la Organización Libanesa Hezbolá.

Dadas las posiciones como un juego de ajedrez, los gobiernos externos actúan única y exclusivamente en pro de sus intereses políticos y económicos sin al menos considerar quien está en el medio de la línea de fuego.

La populación civil, la mayoría mujeres y niños, es la mayor víctima del conflicto practicado por más de mil grupos de rebeldes que confrontan con el ejército sirio. De acuerdo con los dados fornecidos por las Naciones Unidas, hasta hoy  más de 250.000 personas han sido muertas y 12 millones están desplazados.

Las pérdidas son incalculables y irreparables para los ciudadanos sirios que todos los días tienen que luchar para sobrevivir a una guerra que no les pertenecen. Los desplazados no tienen que comer y donde dormir, los hospitales no son suficientes, las escuelas están cerradas y el futuro de una nación está comprometido. 

Por mayor que sea los intereses de los Estados que patrocinan los conflictos, no es más importante que los derechos de los civiles. Por media década la humanidad ha presenciado violaciones de derechos humanos y la problemática persiste. Delante de tanta injusticia y impunidad la populación huye sin saber hasta cuándo.

Es importante decir que los crimines y masacres practicados por Estado Islámico y grupos rebeldes no sería posible si no tuviese el apoyo financiero y armamentístico de la Arabia Saudita, Turquía, Qatar y Estados Unidos.

En una reunión realizada en Kremlin, en final del año pasado, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, su colega francés, Francois Hollande, y los ministros de Exteriores y Defensa de ambos países revelaran la intención de crear una gran coalición para golpear los terroristas. Incluso acordaran coordinar la actuación en Siria como también reforzar los ataques aéreos. Francia, como Estado Miembro de las Naciones Unidas, debería colaborar con el mantenimiento de la paz y de la seguridad social, conforme establece los principios básicos de la organización, más, al revés, demoniza las fuerzas que luchan contra el terrorismo, lo que ha incentivado a que se cometan como tales actos terroristas.

En una carta dirigida al Consejo de Seguridad por el Representante Permanente de Francia ante las Naciones Unidas añadió:

“El Consejo de Seguridad ha fallado a los sirios. Pero también lo han hecho los Estados Miembros. Ante la parálisis del Consejo de Seguridad, los Estados Miembros, con excesiva frecuencia, se han negado a adoptar las medidas necesarias para defender el derecho internacional humanitario y salvar vidas en Siria. Demasiado a menudo, se han abstenido de prestar asistencia imprescindible para salvar vidas, a pesar del imperativo jurídico y moral para hacerlo. Y han incumplido categóricamente su responsabilidad de proteger a los civiles. Afirmar que la culpa reside en la intransigencia rusa no es una respuesta. No es una política. No ayuda a los sirios. Adoptar medidas encaminadas a proteger la vida es el único modo de ayudar a los sirios y de mostrar a la Federación de Rusia que su veto contrario a la humanidad es inútil.*”

Es evidente el posicionamiento destructivo de muchos Estados. Las Naciones Unidas, ACNUR y otras organizaciones internacionales siguen afinando los criterios para la intervención humanitaria, más en cuanto los intereses políticos sean mayores que los derechos humanos, el mundo continuará como testigo de la masacre de Siria.

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