El lado incorrecto de la historia.
Voté por AMLO en 2012, esta vez no lo hice. Tengo mis razones personales. Durante el último año y medio trabajé en uno de los proyectos más importantes y que más me han demandado en mis pocos años como profesionista: participar como coordinador de Social Media para una de las mejores candidatas que pudieron postularse en el país para un cargo a la gubernatura de un estado, Georgina Trujillo Zentella. Después de la derrota, les comparto algunas de mis conclusiones finales.
Vivo constantemente en el lado incorrecto de la historia, tomando causas imposibles que me dejan sabores agridulces. Ayer creí en una gran izquierda necesaria para la vida política de México, pero conocí el sistema y me adentré en sus tripas intrincadas. Comprendí que este país no está definido por ideologías sino por grupos de poder, cuyos intereses se venden como causas justas, su origen es la ignorancia y la ignominia: rincones oscuros en el corazón del hombre.
En México no hay izquierdas ni derechas, sólo extremidades con seis dedos, obtusos y deformes. Hasta que haya congruencia, proyectos claros, palabras honestas y un poquito de vergüenza, nuestro rostro como nación dejará de ser el de las máscaras.
La lucha de hoy, la primera, la madre de todas las que siguen, es probar que se puede navegar en el sistema sin perder la esencia, utilizar sus tripas en favor de las personas, convertir el poder en servicio, la frialdad en justicia y la desigualdad en oportunidades: esta esperanza necia y frágil por enderezar lo desviado, todo desde adentro.
Atestiguo desde lejos las cosas con la piel eriza y el corazón ardiendo, comprendo el sinsabor de muchos y la razón del ejercicio de su democracia (su voto). Me gustaría hablar todos los idiomas para rezar todas las oraciones, hacerme explicar con signos claros. Contemplo lo que viene como quien se para frente al huracán y le planta cara.
La verdad es que no vencimos al sistema, sólo cambió de máscara y de nombres.
Fue una mera sustitución de símbolos y letras, ya no son revolucionarias ni institucionales, son más bien de tez morena. Éstas últimas le robaron su identidad a las primeras, les arrancaron el alma con frases llevaderas, enarbolaron sus causas originales, se proclamaron defensoras de una izquierda que perdió el rumbo cuando se creyó derecha y finalmente se apoderaron de su electorado. Las despojaron, las dejaron a su suerte con sus amantes, los significados corruptos y las ideologías prostituidas.
Aprovechado el momento, las palabras de tez morena son una mutación pero significan lo mismo, tienen los mismos amantes, son un vivo eco del pasado que hace 18 años creímos haber vencido. Ese que identificamos bien en su presidencialismo, su verticalidad, la falta de equilibrios de poder y las decisiones unilaterales. El maldito paternalismo por el que no dejamos atrás nuestra adolescencia social: el sello de la antidemocracia.
El error es creer que las siglas son esencia.
Mi lucha, la que es mía, terminó. Ya no es necesario revivir al muerto porque reencarnó. Tampoco es necesario estar dentro, soy parte de los muchos forajidos del sistema que luchan por un cambio. La historia nos expulsó fuera de sus tripas, pero con las manos libres para seguir moldeando nuestro destino.
Aquí en la nada contemplo la libertad para crear algo nuevo, para ser lo que no ha sido, pensar lo no-pensado, quitar la máscara y mirar los ojos. Aquí fuera del protagonismo de la historia mi llamado a que levantemos templos nuevos. Pongamos a la justicia y al pasado en altares correctos, pero diferentes, extendamos el corazón al futuro porque éste siempre puede reinventarse. Las ideas trascienden instituciones y partidos: seamos una corriente de pensamiento.
Cuando el mundo vea lo que hay tras la máscara presente y la tiranía se muestre más allá de sus señales evidentes, aquí estaremos plantando cara, puntuales a la cita con nuestro destino. El lado incorrecto de la historia es el lado correcto de nosotros mismos.
Executive Director at ICC Consulting, Inc.
6 añosEs realmente triste que un joven milenial, profesionista aparentemente brillante, piense de esta manera. Sobre todo cuando le ha tocado el privilegio de ser testigo de una profunda demostración de voluntad democrática de un pueblo que ha sufrido por decenios –en realidad poco más de dos siglos- de una dolorosa vida de lucha constante por ser una nación independiente, soberana y orgullosa de sí misma. Es precisamente ahora, con el inminente cambio de régimen en México, que se presenta la oportunidad de construír un futuro libre de las miserias y vergüenzas actuales, engendradas sin ningún pudor por los gobiernos anteriores, del PRI y del PAN. Pienso que esto solo puede explicarse por una supina ignorancia de la historia. Y la única forma de entender el presente es a través del cristal de la historia. Ojalá la obra de historiadores tan serios como Daniel Cosío Villegas fuera más conocida por las actuales generaciones. La lectura de éste artículo me hace recordar la alegoría de la caverna de Platón, donde un afortunado prisionero es liberado de las cadenas que lo mantenían en la sombra, pero al salir y contemplar la luz del sol, se aterra y regresa al confort de la caverna, donde solo se pueden ver las sombras de la realidad. Vivir en la ignorancia es malo, pero ignorar que se vive en la ignorancia es peor, terrible. Yo urgiría a cualquiera que esté de acuerdo con éste artículo, a atreverse a explorar la realidad, a atreverse a saber- sapere aude, dirían los latinos- usando la razón y el conocimiento histórico para tener una postura intelectual digna, independiente de las propagandas oficialistas y las frases grandilocuentes. Es perfectamente digno trabajar para cualquier partido político, pero no deberíamos olvidar que podemos vender nuestra fuerza de trabajo y nuestro talento profesional, pero eso no implica vender nuestra conciencia.
Mobility Specialist looking for new challenges
6 añosQue lamentable que te sientas del lado incorrecto de la historia y que tengas una visión tan corta y fatalista sobre el futuro y sobre lo que votaron más de 30 millones de mexicanos que creímos en un cambio pero además que lo impulsaremos y lo exigiremos por qué estamos más comprometidos que nunca.