El lenguaje

Siendo el ser humano el único animal puramente racional del planeta, está provisto de útiles herramientas que le permiten potenciar al máximo esta racionalidad. El elemento base, lo que nos diferencia radicalmente de los otros seres vivos en el habla, la función comunicativa del lenguaje, que nos permite expresar, desde algo tan simple como "esto es una roca", "aquello es un libro" hasta conceptos subjetivos que atañen a las emociones: "te amo", "le odio", "tengo miedo".

El lenguaje es parte de nuestro propio ser: nos da una identidad completa, nos enriquece. En el mundo existen multitud de idiomas diferentes, por no hablar de dialectos. Como ejemplo: el Español es una lengua extendida alrededor de todo el globo terráqueo. Pero el Español que se habla en Murcia no es el mismo que se utiliza en Jerez de la Frontera, ni el mismo que en Perú. Cada uno de estos dialectos tiene distintos matices y peculiaridades. Y son realmente esas palabras autóctonas lo que los hace únicos: una verdadera mina de oro lingüística.

Y así pues, ¿tendría que ser, por ejemplo, la lengua de signos menos importante que el inglés? Personalmente opino que no. Los diferentes conceptos, modos de expresión, reglas gramaticales y matices son lo que hace a cada lengua única, ya sea hablada por millones de personas o tan sólo por una docena. Lo que importa no es el número de hablantes de una determinada lengua, sino lo que subyace bajo ella: su historia, su potencialidad comunicativa, su capacidad de expresión.

En definitiva, cada lengua se ha desarrollado a través del tiempo desarrollando un complejo mecanismo de sonidos y estructuras gramaticales que nos permiten comunicarnos y expresarnos con el mundo que nos rodea, dándole a cada elemento de nuestra realidad diaria un significado propio y único.

















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