El Marketing en el sector público
Cuando me animé a incursionar en esta aventura de diseñar un diplomado en marketing para el sector público, ciertamente estaba ilusionado y lleno de esperanzas, que sería de aporte de tantos años como docente, sería una “mejora” en la prestación de servicios para el sector. Comparo esta misma sensación que tienen cientos de egresados en pregrado cuando salen repletos de ilusiones y con todo el conocimiento que les dejó la enseñanza y su encuentro con el mercado dista mucho de lo que esperaban. No los queda más que conformarse con el trabajo que les toca. Muchas veces no tiene nada que ver con lo que estudiaron, algo habrá que hacer, dirán muchos. Es es momento cuando uno - todos pasamos por lo mismo- te comienzas a cuestionar si estudiar fue una buena decisión o la carrera fue la adecuada. Pero, estos temores se van desvaneciendo con los años.
El primer escollo que tuve fue con el sector educativo, uno termina ingresando a un laberinto que a la postre termina en nada, porque como todo “juguete nuevo” entusiasma por lo extraño del tema y el conocimiento generalizado de marketing y finalmente las universidades tienen su propia burocracia como el sector público. Al final, se pretende desconocer la autoría y las universidades en su hegemonía quieren ser protagonistas sin serlo.
Luego vendrán los “interesados” que supone deberían invertir en conocimientos para luego replicar estos contenidos en mejorar el sistema. No lo ven así y la distancia entre Europa o Estados Unidos con nuestro continente es abismal. Así que bien por el sector público, por esos lares, acá “le metemos como podemos”. Además, el concepto de marketing se asocia al sistema liberal. Por lo tanto, no es bien visto.
Finalmente, el reclutar docentes con conocimientos en la temática es todo un logro. No siempre se da con los especialistas. Además, se tienen que ajustar a los aranceles que fija el sistema educativo.
Los que estamos en este ámbito sabemos que dictar clases es un apostolado. Para quienes siguen en el sistema educativo, es un paraguas, con los años, cuando llevas mucho como docente, es un quehacer que sin darte cuenta: eres demasiado teórico o el mercado no contempla, porque alguien cree que tu perfil no es el indicado. Difiero de este aspecto. Claro, esto se ve bien visto para cuando saltas de la academia a un cargo altamente jerárquico, ahí nadie dice nada, es política.
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Si bien en el marketing público cambiamos los términos de “consumidor” por “usuario” y muchos de los conceptos de marketing tradicional son adaptados al sector: la mejora en la prestación de servicios, es la misma, con la diferencia que los usuarios pagan impuestos y por esta acción la prestación de servicios “debiera ser óptima” lo cual sabemos que no es así. Pero, las instituciones públicas no lo ven así. Nuevamente la política ¿cuál es el criterio de ingreso a la carrera pública? La respuesta es de dominio público. Lo cierto que en el Estado se corre al ritmo de la tortuga, uno se ahoga en la burocracia, y se requiere de una dosis alta de paciencia. Acá no se compite con nadie. Entonces para que cambiar las condiciones…
Pero, cuando las fechas de las elecciones se aproximan, los potenciales votos si son muy relevantes. Es el momento de la conquista. Y las promesas caen del cielo. Entonces el usuario es el centro del mundo.
Hay mucha cercanía entre el marketing público y el marketing de servicios sobre todo por la prestación de servicios y en la búsqueda de la Calidad y la Excelencia en el Servicio, que para las personas que tengan conocimientos en el tema, podrán hacer la diferencia entre una y otra.
Dentro del tema central del diplomado, se sumaban otros módulos que eran necesarios, para asegurar el objetivo de esta especialidad y el objetivo era que los alumnos pudieran haber hecho suyo los conocimientos y generar (como efecto) el cambio en sus instituciones. Pero, es mejor meterle no más, la dinámica seguirá la misma, y así lo será, hasta el final de los días.