El mundo laboral en los tiempos actuales: ¿Cambiamos estabilidad por libertad?
Hace algunos años, cuando el mundo era mucho más simple, a muchos de nosotros nos hicieron creer desde pequeños que nuestra meta en la vida era terminar la escuela, comprar un auto, una casa y conseguir un empleo en el que nos quedaríamos el resto de nuestras vidas hasta el momento de nuestra jubilación, recibiendo a cambio de ello una cómoda estabilidad económica, que nos garantizaría una vida más o menos holgada, y con suerte, un reconocimiento por haber trabajado sin parar durante 20 o 30 años.
Sin embargo, los trascendentales años posteriores nos hicieron darnos cuenta de que el mundo se había transformado y con ello, debíamos reducir nuestras expectativas hasta el punto de comprar, no ya un auto el año, sino simplemente tratar de independizarnos antes de los 30. ¿Qué pasó? Muchas cosas. Pero en resumen, la vida que nos inculcaron desde niños se había vuelto incosteable y obsoleta.
No obstante, a cambio de este sacrificio recibimos inesperadamente otros beneficios, entre ellos, el hecho de que por primera vez tenemos la oportunidad de explotar aquellos talentos que adquirimos por gusto e incluso lucrar con algo que nos satisface espiritualmente. Esta es una época de oro para los pintores, escritores, escultores y todos aquellos amantes del arte, que quizás en algún punto de sus vidas pensaron siquiera que podrían vivir de sus hobbies.
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No me molestaré en aclarar que el internet es el mayor responsable de este boom creativo; sin embargo, sí debo remarcar que no serviría de nada el que todas aquellas obras se esparzan por el mundo, si no hubiese gente interesada en ello. Dicho de otra manera, las personas estaban hambrientas por consumir y explorar aquel lado creativo suyo, que tan estancado se había quedado desde que concluyó la Segunda Guerra Mundial, o al menos siempre me dio esa impresión. Recordemos que la generación X, por ejemplo, temiendo por la escasez que ellos mismos habían experimentado, se enfocaron de lleno en generar dinero en campos puramente administrativos, totalmente ajenos del área creativa. Y por ello, al tener a sus propios hijos, les advertían encarecidamente que se dedicaran a algo similar.
“Te vas a morir de hambre” escuchamos incontables veces aquellos que osamos elegir alguna carrera humanista. Pero henos aquí, irónicamente en un mar de competencia, de profesionistas igual o más talentosos que nosotros, tratando desesperadamente de brillar y de cumplir ese sueño colectivo, no ya de una casa o un auto, sino de realizarnos como seres humanos y aportar al mundo algo más trascendental que solo una placa por 20 años de servicio ininterrumpido.
Quizás ahora ya no sea tan sencillo como encontrar un único trabajo que resuelva nuestras vidas para siempre, pero a cambio tenemos la oportunidad única de explotar nuestros talentos naturales, y no podemos desaprovecharlo. El mundo nunca se detuvo ni lo hará, así que nosotros tampoco podemos hacerlo.