El peligro de dar lo "justo y necesario"
Si un niño me pidiese un consejo para que le vaya bien en el colegio, seguramente el primero y mas obvio según nuestra cultura y formación sería "estudia", luego le preguntaría ¿qué es para ti que te vaya bien? Si la respuesta es pasar esa época sin sobre saltos, sin que los profesores hablen mucho de mi a mis padres en la entrega de informes académicos y sin una que otra llamada extra por alguna situación particular, le agregaría otros dos consejos, "haz caso y guarda silencio". Esos 3 elementos pueden ser considerados la fórmula mágica para pasar por el colegio sin sobresaltos y seguramente ser considerado "Buen estudiante", yo en mi etapa escolar los escuche miles de veces, es imposible siquiera leer la palabra "silencio" sin que venga a mi mente un tono de voz particular de una profesora diciéndolo permanentemente en el aula de clases, ni hablar del "hagan caso" que venía reforzado pues contaba con versión de escuela y versión de casa, al igual que el "estudie". La verdad a mi desde esa perspectiva me funcionó y cuando me atreví a salir un poco de esas tres instrucciones los pocos llamados extras recibidos tuvieron sus respectivas consecuencias de castigo. Ese fue el modelo en el que crecí, en el que se que muchos crecimos y en el que muchos siguen creciendo, modelo que por supuesto tiene sus bondades pues siembra la disciplina, el respeto y el orden como hábito de vida, pero que también tiene aspectos negativos que hoy lo hacen objeto de críticas pues trunca la espontaneidad, la creatividad, la habilidad de resolución de conflictos y muchas otras habilidades que hoy el mundo laboral demanda. Estudiar, hacer caso y guardar silencio eran y siguen siendo lo justo y necesario que se esperaba de un estudiante escolar, para la universidad de supondría que el modelo debía estar aprendido y por supuesto es el patrón esperado, en especial por docentes que crecieron bajo el mismo modelo.
En nuestra humanidad de contrastes han surgido teorías y modelos opuestos, hoy existen modelos educativos donde la libertad no contempla mayores límites y hogares donde los padres entienden la palabra NO como un inmediato generador de traumas irreparables en sus hijos, en estos entornos la creatividad florece pero en muchos casos no se afianza ni se transforma en creaciones y menos en procesos de perfeccionamiento o aprendizaje desde el error pues la constancia, la disciplina y el esfuerzo a veces son mirados con recelo. Por eso no se trata de descalificar de tajo uno u otro modelo, pues como lo planteaba Aristóteles en "Moral a Niicómaco", todo extremo es vicio, la virtud está en el medio. Por supuesto que son bienvenidas esas nuevas miradas que dan rienda suelta a la creatividad y al libre desarrollo de los talentos, pero también es necesario inculcar esas características que permitan potenciar esos talentos y concretar con ellos desarrollos significativos, por ejemplo, un niño en estos entornos generalmente está muy motivado haciendo algo que le nace, sin embargo eso no garantiza que esa idea que lo motivó tenga el combustible suficiente para transformarla en un proyecto realizado, además de la motivación hace falta la capacidad de esfuerzo, o como Miguel Ángel Trujillo lo llama, el "Esfuerzo Sostenido", que define como aquello que me lleva a seguir adelante con una idea cuando la motivación decae.
Pero sigamos con el modelo tradicional, los modelos sociales humanos bien arraigados tienen la particularidad de autorregularse, buenos o malos, pero una vez asumidos por una sociedad encuentran las formas de controlar a quien se salga de ellos, de ahí la dificultad de cambiar las culturas sociales. En el colegio existían diferentes reguladores, por una parte los profesores como ejecutores del modelo y su poder mediante las calificaciones, la descalificación social con castigos y los temidos llamados a los padres, pero por si no fuese esto suficiente, los mismos estudiantes también nos encargábamos de controlar a quien quisiese salirse del modelo, para los colombianos una de las palabras que más genera temor y frena a hacer cualquier cosa es "el oso", donde "hacer el oso" significa exponerse a la mirada pública, exponerse al ridículo, y las reacciones en contra de quien lo hiciese eran implacables, su efecto es fácilmente evidenciable: tome un grupo de niños de 2 a 4 años y dígales que necesita un voluntario, verá como la gran mayoría de ellos saltan de inmediato levantando la mano entusiasmados para ser elegidos, haga el mismo ejercicio con estudiantes de grado quinto, otros que estén finalizando el bachillerato, con universitarios y en un grupo de trabajo, verá como en cada grupo en número de voluntarios va disminuyendo, esto evidencia que el mecanismo de control ha tenido su efecto y el modelo ha sido afianzado; aquel que se atreve a dar un paso al frente a sobre salir, se pone al alcance del "oso"y eso no está bien visto.
Además en el entorno de la teoría y la práctica sobre equipos de trabajo se dice que los equipos marchan tan rápido como el más lento de sus integrantes, lo cual tiene mucho de cierto, pero para el caso vamos a observar que por esta misma razón los grupos humanos tienden a aislar o a señalar a quien avanza muy rápido, pues rompe el concepto de solidaridad social arraigado desde nuestras primeras etapas de evolución como seres sociales, es entonces cuando el niño en el entorno escolar encuentra tensión entre dos actores, por una parte está el "estudiar" para evitar el castigo y señalamiento por parte de sus padres y profesores, pero también el vitar que el fruto de ese estudio se note demasiado para evitar ser estigmatizado como el "nerd" o en términos colombianos "el sapo" del curso, etiqueta que implica aislamiento e incluso ser objeto de ataques por parte de sus compañeros. En consecuencia, nuevamente a nivel de estudio la tensión social de la escuela nos enseña a "dar lo justo y necesario" o en términos de otro refrán popular "ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre".
A eso sumemos comentarios de padres, hermanos mayores o amigos de casa refiriéndose a personas que en alguna situación laboral o de otro tipo, dieron un poco más de lo que se esperaba para el promedio, donde descalificaban y lo etiquetaban de "regalado" o "sapo".
Ese programa de dar lo justo y necesario, bien arraigado, es con el cual muchos de nosotros operamos, y trasciende nuestra vida laboral, aquel que da más de lo que se espera, de lo justo y necesario, es mirado con recelo y etiquetado de acuerdo al programa social establecido. Y la verdad es que ese modelo funcionó bien por muchos años, de alguna forma cumplir con lo justo evitaba la sobreexposición, el incurrir en errores, hacer el oso, y garantizaba tranquilidad; eso estaba bien en un mundo donde el paradigma era ingresar a una empresa, permanecer en ella por muchos años y pensionarse, incluso sin mayores aspiraciones de ascensos u otro tipo de ambiciones particulares. "Estudie, consiga trabajo y pensiónese" eran otros tres comandos con los cuales de sentenciaba la vida de las personas. Pero hoy, ese paradigma del trabajo para toda la vida ha desaparecido y por tanto el modelo de dar lo justo y necesario ha dejado de ser tan efectivo.
Hoy el entorno laboral no muestra esas aguas tranquilas sobre las cuales flotar por años haciendo lo justo y necesario es suficiente, los cambios tecnológicos a todo nivel, el mayor nivel de preparación académica de las personas, la mayor oferta de personas para ocupar un cargo, el deseo intrínseco de las nuevas generaciones de crecer y mirar con recelo el permanecer estático en un cargo por años, hacen que el dar lo justo y necesario ya no sea una actitud que garantice el éxito, por el contrario expone a quien lo sigue practicando al riesgo que otro con una dinámica distinta llame más la atención de quienes lo emplean y amenace su trabajo.
Eso para quienes están dentro del cada vez más reducido mundo del empleo con contratos a término indefinido. Para quienes están en esquemas de contrato a término fijo el dar tan solo lo justo y necesario hace más débiles las posibilidades de renovación, pues estas dependen de la valoración del desempeño mostrado y compiten con las expectativas de nuevos aspirantes, con procesos de formación más reciente y dispuestos a dar más con tal de ser favorecidos con ese contrato. Y ni hablar de quienes trabajan como FreeLancer, pues ellos operan en un entorno de mercado, la duración de sus contratos en el tiempo y su renovación dependen del nivel de satisfacción de quienes los contratan, que terminan por ser sus clientes, y compiten con otros en igual situación, dispuestos a dar más con tal de ampliar su mercado, en el mercado, aquellas empresas que le apuestan a dar lo justo y necesario son altamente vulnerables a los competidores, pues una sencilla variación en el precio o algún ofrecimiento extra por parte de otro competidor son suficientes para cambiar las preferencias del cliente.
Seguramente si hacemos un análisis de varias personas exitosas que conozcamos encontraremos que la gran mayoría de ellos o todos, dieron en algo más de lo justo y necesario. Cuando se lee la biografía y relatos sobre futbolistas exitosos, siempre encuentra uno que en su camino al éxito fueron quienes entrenaron un poco más, quienes se quedan después de los entrenamientos a practicar un poco más, aun cuando están en lo más alto de sus carreras siguen practicando más que los demás para mantenerse allí, situación similar pasa con las grandes estrellas de la música, cuando uno ve más allá de la glamorosa vida que les brinda el éxito, encuentra mucho sacrificio extra para estará allí, hace algún tiempo leía sobre las incansables horas de practicar y practicar guitarra de Juanes en los transportes entre sitio y sitio de sus giras, otro ejemplo es el publicitado caso de Michael Jackson quien literalmente exprimió su vida por montar un espectáculo inolvidable que le permitiera volver a la cima. En el entorno empresarial la situación es igual, los grandes empresarios que se mantienen, continúan trabajando, aprendiendo más, explorando nuevas posibilidades, no se conforman con dar lo justo y necesario que en un momento determinado les dio el éxito, porque tienen claro que el éxito es momentáneo y que se debe refrendar cada día para lo cual deben dar un poco más.
Historias que muestran el peligro de la actitud contraria también abundan, en el mundo deportivo son frecuentes las caídas y bajonazos de deportistas jóvenes que al llegar a la cima se relajan en sus esfuerzos y luego deben corregir para regresar a su nivel, o las historias de empresas como Kodak o Blockbuster quienes estuvieron en lo más alto de sus mercados, pero asumieron que seguir haciendo lo que venían haciendo los iba a mantener allí, hoy son historia.
El objetivo principal del marketing y por supuesto también del marketing personal es la diferenciación, es atraer las miradas sobre la persona o empresa que lo usa, para que los demás vean, con sustento en la realidad, que esa empresa o persona de algo más que los demás para satisfacer las necesidades de otro y así lograr ser elegido. Conceptos como “caminar la milla extra”, “El club de las cinco de la mañana”, son los nuevos modelos de desempeño tanto a nivel personal-profesional como empresarial que le apuestan a dar más de lo justo y necesario, “el valor agregado” del que se habla en las empresas o “soprender al cliente” como lo plantea el marketing experiencial.
A nivel de marca personal, bien sea si trabajas en una organización o si eres “freelancer” no será suficiente en términos de éxito sostenible en el tiempo, dar lo justos y necesario. Esto no significa que debas endosar tu vida a la organización sacrificando la familia u otras prioridades personales, aunque hay que decirlo, hay empresas que esperan eso y las más trasparentes y exitosas lo declaran abiertamente, “aquí trabajamos 24/7” y está en nosotros como profesionales y según nuestra etapa de la vida o expectativas el aceptarlo o no. Lo que si opera es que tanto para la 24/7 como para la de 40 horas a la semana, dar la milla extra siempre significará para quien lo haga el estar en la mira de las oportunidades, bien sea de la misma organización, bien sea de algún miembro de esa organización que pase a otra y tenga esa buena referencia para llamar a nuevos colaboradores a su equipo, o bien sea de clientes y proveedores que ante el compromiso mostrado ofrezcan oportunidades de crecimiento.
“La milla extra” no significa únicamente volumen de trabajo, la milla extra la damos desde nuestra actitud, desde nuestra disposición a colaborar en situaciones emergentes, desde la actitud de ayuda a otros en situaciones que lo ameriten; el otro lado de esas situaciones, el de dar lo justo y necesario tiene la respuesta ya redactada “ese no es mi trabajo”. La felicidad con que servimos a nuestros compañeros y a clientes es otra forma de dar valor agregado a lo que hacemos.
Por supuesto que para todo hay límites, que como en otros post lo he mencionado, una de las palabras más importantes de la vida es “equilibrio” y que para usarla se demanda sabiduría, toda situación humana es susceptible de irse a los extremos, siempre debemos estar dispuestos a dar un poco más, pero también debemos saber cuándo y cómo decir no, porque como un amigo y mentor entrañable, Juan Carlos Morales lo dice “el premio al buen trabajo es más trabajo para hacerlo bien”, existirán momentos en que la dinámica misma de los trabajos y nuestro buen desempeño lleven a que se nos asigne más, y es allí cuando debemos observar, primero si realmente estamos en capacidad de hacerlo plenamente, pues dentro de las particulares del ser humano está que una pequeña mala acción, un pequeño error tiene el poder de evaporar del mapa muchas acciones buenas anteriores, así nuestro buen nombre y marca pueden desvanecerse por aceptar algo extra y no cumplir, la otra cara de la moneda, donde allí si pueden entrar a operar los viejos paradigmas de la escuela es que se den escenarios en que se esté abusando de nuestras capacidades y nuestro compromiso para asignarnos labores que otro debería hacer; allí es más que conveniente, absolutamente necesario un asertivo no, que por supuesto puede generar incomodidad pero que seguro reforzará nuestra marca pues se entenderá que así como estamos dispuestos a comprometernos y cumplir, también tenemos el carácter de decir no cuando no es viable hacerlo. Por otra parte, dar sin medida tampoco es sabio pues tiende a erosionar nuestro valor, “no se valora aquello que se tienen en abundancia”, pues se da por descontado que se tiene, así en medio de esta aparente contradicción llegaríamos a la conclusión que el secreto para abonar e impulsar nuestra marca personal está en dar “lo justo y necesario, y un poquito más”.
Feliz semana.