El perdón
Esta semana, he tenido algunas discusiones con personas muy cercanas. Es parte de la vida el no llegar a comprenderse, malinterpretar, o sencillamente, no estar de acuerdo y defender cada uno su punto de vista.
Recuerdo que cuando era más adolescente podían pasar semanas e incluso meses, antes de llegar a volver a conversar con aquel amigo o mi propia familia, por exceso de orgullo.
Es normal, a nadie le gusta que lo pasen a llevar, que le falten el respeto, pero lo que he aprendido desde esa mente adolescente hasta hoy, es que ninguna pelea con un ser querido vale tanto como para olvidar todo lo vivido.
Recuerdo un ejemplo, a nivel mental, que decía: Si una persona escuchara una canción muy agradable por largos minutos y en los últimos segundos se escuchara un fuerte ruido, la última impresión primaría. De hecho, lo más común es que evalúe el momento como desagradable, olvidando rápidamente la tonada inicial.
Si comparas este ejercicio con una relación, sigue el mismo principio. La mente que no es capaz de hacer silencio en los días venideros y analizar una discusión con calma, no podrá ampliar el horizonte ni poner todo en la misma balanza. Tampoco podrás verte reflejado en alguno de los comportamientos de la otra persona, ni siquiera recordar que quizás, hace unos meses atrás tú también pensabas así.
El rencor te desconecta de tu propia esencia y ya no piensas con claridad. Podrás seguir operando con una aparente normalidad, pero internamente, cada día que pasa, mayor frialdad se cultivará en tu interior. Lo que antes te parecería incorrecto, dejas de defenderlo. Tu corazón se rigidiza y deja de importarte el sentido común, tus propios códigos y tu escala de valor. Criticas y enjuicias con más dureza a todo tu entorno, pero no eres capaz de verte a ti ni de asumir algo de responsabilidad.
Si observas con detenimiento, verás que la actual sociedad sigue cada vez más este patrón. Y claro, si todos por temor a ser dañados ya no somos capaces de conversar, de perdonar o de recomenzar, generaremos relaciones superficiales, …amistades superficiales, …parejas superficiales... ¿Has visto lo rápido que algo superficial se cambia?
Es aquí donde el perdón cobra un inmenso valor. Y el primer paso, como toda reconciliación, es pedirte perdón a ti mismo. Pedirte perdón por tantos años desperdiciados, por tantos comportamientos llenos de orgullo y vanidad, por tantos miedos contenidos y no expresados. Es como si te quitases una mochila y comenzaras a sincerarte, a recomenzar tu vida y así mismo tus relaciones.
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Recuerdo que cuando comencé a realizar esto hace ya varios años, me junté con algunas ex con las que había terminado muy mal la relación, y conversamos. En el fondo, no le deseas mal a nadie, porque realmente no te deseas mal a ti. Son las circunstancias, la inmadurez, el aprendizaje, lo que nos hace olvidar nuestra esencia. Cuando eres capaz de ver en perspectiva, eres capaz de dar vuelta la página y volver a caminar. Quizás ya no juntos por temas de afinidad, pero sí con respeto y sinceridad para aceptar la realidad.
Cuando eres capaz de perdonarte y perdonar a aquella persona que te hizo tanto mal, es como si recobraras una esencia perdida de ti, … es como si volvieras a recuperar parte de la inocencia con la que nacemos. La inocencia con la que los niños pelean y se vuelven a dar la mano apenas transcurridos minutos. No hablo de ser ingenuo ni desconocer el mundo en el que vivimos, sino de ser coherente y tratar al otro como te tratarías a ti mismo.
Quizás sea al idealizar tanto a una persona o una relación (como los filtros de las aplicaciones), que nos hace incapaces de ver la realidad. De aceptar al otro con defectos y virtudes y aun así valorarlo. De darse el espacio de tener conversaciones incómodas y aun así no perder el respeto al otro.
Aceptemos que nos equivocamos, aceptemos que el perdón no siempre significa seguir adelante con la relación, y que en la medida que ajustemos la expectativa a la realidad, comenzaremos a tener relaciones más profundas y sinceras, en la que las máscaras sobran y las fotos carecen de sentido.
Para esta semana te recomiendo que, si estás distanciado de algún ser querido y ninguno quiere dar su brazo a torcer, seas tú el que lo llame e intentes volver a conversar. Nunca sabrás cuando es el último día que estás aquí y nada te dará más paz que tu propia sinceridad.
¡Buena semana!
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1 añoHola Denis . Me han ayudado mucho tus palabras . Graciñas por darle forma a situaciones que a veces no sabes cómo expresar. Graciñas. Unha aperta moi forte