El planeta respira gracias al coronavirus, ¿pero qué pasará mañana?
La seta de la contaminación se fue de Madrid, en los canales de Venecia las aguas están prácticamente cristalinas, en India las nubes de gases ya no empañan el horizonte, hoy las imágenes de satélite de la NASA apenas reportan enormes concentraciones de gases efecto invernadero...
Todo esto sería una buena noticia para el planeta de no ser porque decenas de miles de sus huéspedes están muriendo por culpa de un virus microscópico.
Es cierto: la Tierra está respirando como consecuencia de las medidas de confinamiento. La Organización Meteorológica Mundial calculó que las emisiones de carbono caerán 5% en 2020. De cumplirse, este sería el mayor descenso desde la Segunda Guerra Mundial.
¿Pero qué pasará en el futuro?
La señal más preocupante es que Estados Unidos y China, las economías más grandes del planeta y las más contaminantes, ablandarán las limitaciones ambientales para que la industria vuelva a funcionar a toda marcha tras la pandemia.
Para muchos resultará lógica esta medida luego de meses de parón total de la economía y un impresionante desplome en las emisiones de carbono. Pero las cosas no funcionan así: la trasmisión de enfermedades contagiosas está íntimamente relacionada con el cambio climático.
El cambio climático potencia las enfermedades
Andrew Norton, director del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), dijo este martes en una conferencia virtual que "el cambio en el uso de la tierra y la deforestación son los principales impulsores de la destrucción de la biodiversidad".
Norton aseguró que este tipo de cambios "aumentan el riesgo de nuevas pandemias al poner a los humanos en contacto con nuevas amenazas como el coronavirus. Cada especie perdida es un evento irreversible que disminuye la resistencia de los sistemas naturales y humanos de forma permanente".
¿Recuerdan el ébola? Entre 2014 y 2016 esta epidemia mató a 11.000 personas en África. A día de hoy la enfermedad sigue activa. En la República Democrática del Congo se notificaron cuatro nuevos contagios la semana pasada. El caso es que muchos investigadores relacionan el surgimiento del ébola con la deforestación. Esta hipótesis incluso fue defendida por la exministra de Salud de Francia, Ségolène Royal, en una conferencia sobre el clima celebrada en Londres en 2015.
En 1996 una investigación de M.J. Bouma y H. van der Kaay demostró que la malaria está relacionada con cambios climáticos extremos. Y que eventos como El Niño, que provocan grandes lluvias, son un caldo fértil para los mosquitos que trasmiten la enfermedad. El estudio comentó que al año siguiente de estas lluvias, se multiplicaron por cinco las posibilidades de contraer malaria.
Informes más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han pronosticado que si la temperatura del planeta sigue subiendo, entre 2030 y 2050 habrá 250.000 muertes anuales por diarrea, desnutrición y malaria. También que los sistemas de salud de todo el mundo sufrirán pérdidas de hasta 4.000 millones de dólares al año si nada cambia.
Otro estudio de la OMS determinó que el 23% de las muertes en el mundo está relacionadas con fenómenos climáticos.
La pandemia como oportunidad de cambio
El biólogo y periodista científico Arthur Wyns, asesor de la ONU en cambio climático, escribió recientemente para el blog del Foro Económico Mundial que crisis como la del coronavirus "ofrecen una oportunidad para recuperar el sentido de humanidad compartida".
"Es de esperar", agregó Wyns, "que podamos mantener esa sensación de humanidad compartida para reconstruir nuestros sistemas sociales y económicos para hacerlos mejores, más resistentes y compasivos. Por lo tanto, los paquetes de apoyo financiero y social para mantener y eventualmente resucitar la economía mundial después de la pandemia deberían promover la salud, la equidad y la protección del medio ambiente".
Andrew Norton también puso el foco en adoptar un nuevo modelo para evitar este tipo de crisis en el futuro: "Si bien la pandemia conducirá a una caída temporal en las emisiones globales de gases de efecto invernadero, esto no debe distraernos de la necesidad urgente de cambios fundamentales rápidos en infraestructura, energía, uso de la tierra y sistemas industriales para ponernos en el camino hacia las emisiones netas cero a nivel mundial al 2050 a más tardar".
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien participó en la misma conferencia que el director del IIED, pidió a los gobiernos del mundo invertir los fondos de reconstrucción en consolidar una economía verde.
"Cuando el dinero de los contribuyentes se usa para rescatar negocios, debe estar vinculado a lograr empleos verdes y un crecimiento sostenible". Y agregó: "Los fondos públicos deberían utilizarse para invertir en el futuro, no en el pasado, y fluir hacia sectores y proyectos sostenibles que ayuden al medio ambiente y al clima".