El poder de las preguntas
Reflexiones inició de manera atípica y poco planificada. En realidad, sin planificación alguna. Lo recuerdo con precisión, allá por el 20 de marzo un día lluvioso me puse a escribir. Terminé la reflexión y casi sin darme cuenta armé la Newsletter en LinkedIn y empecé a publicar. Hoy es un día especial porque Reflexiones llega a su edición número 30 y además, hace pocos días, superó los 4000 los suscriptores.
Motivado por el orgullo y una extraña sensación de duda, no me decido, me cuesta elegir el tema de este escrito. Para salir de la indecisión –dudar demasiado podría llevarme hacia una parálisis por análisis–, sencillamente voy a hacer lo que hago siempre, escribir.
–Me divierte dejarme llevar por el improvisado camino de la escritura–.
Apoyo las manos en el teclado y viene a mí inmediatamente la primera pregunta –¿Qué fue lo que me trajo hasta acá? –¡Qué pregunta! Demasiadas aristas y respuestas posibles. –Pienso un poco más porque necesito otro enfoque, a ver… –¿Por qué me hago esa pregunta? o ¿Qué es esa pregunta? o… –¿Qué es una pregunta? –¡Sí! ¡Me gusta! –«¿Qué son las preguntas?» –Acabo de encontrar la inspiración para este escrito, el tema de reflexión para esta semana son «preguntas». –¿Vamos?
Según la etimología de la palabra «pregunta» tiene su origen en el latín praecūnctāre, que significa «interrogar» o «cuestionar», y también se relaciona con «dudar» o «demorar» –¡Te juro! Parece que sí, pero no ¡No estaba planificado!–. Desde mí perspectiva y reflexionando sobre la propia etimología de la palabra, no puedo evitar pensar en las preguntas como lo que son una excelente herramienta para intentar comprender el mundo que nos rodea.
Las preguntas pueden nacer de nosotros mismos, también pueden originarse afuera. Las podemos encontrar de muchas formas; hallarlas en la conversación con otras personas –cara a cara, por mail o mensajes–, en la conversación con un bot o con un inteligencia artificial. También al leer un libro, al ver una película o serie, al escuchar música o un podcast, incluso al navegar por una red social. –¡Sí! Las preguntas están ahí. Pueden llegar a nosotros por todos lados –¡Es cierto! No son todas iguales, suena redundante pero, ¡Hay preguntas y «preguntas»!
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En todas y cada una de las ediciones de reflexiones he intentado plasmar alguna pregunta para que te lleves con vos. No son al azar, tienen un estilo particular. Hago preguntas que se categorizan como «reflexivas». Las preguntas de este tipo no tienen respuesta definida, ni definitiva. En general, la respuesta está condicionada por quién la responde. Hay otros tipos de preguntas; están las preguntas «abiertas», en las cuáles quien responde puede explayarse libremente y dar una respuesta amplia. También hay preguntas «cerradas» que se caracterizan por respuestas cortas. Por ejemplo –«¿Cuántos años tenés?» o «¿Cómo te llamás?». Hay más, también podemos encontrarnos con preguntas «dicotómicas» en las que, básicamente la respuesta oscila entre dos opciones. Por ejemplo –«¿Te gustaría tomar una copa de vino conmigo?» o «¿Te gusta el helado de pistacho?». –Asimismo, si pensamos en investigaciones formales, existen más tipos de preguntas –«Opción múltiple», «verdadero o falso», «escala likert», «numéricas»–. En resumen, hay muchos tipos de preguntas.
A la hora de pensar en las preguntas no sólo es importante la «formulación», también los «tipos de respuesta». Una pregunta reflexiva puede ser respondida de forma cerrada, cuando una persona se resiste o no quiere embarcarse en una reflexión. Incluso, una pregunta cerrada puede convertirse en una extensa conversación cuando una persona quiere que así sea y otra, lo permite. Por ejemplo, viajemos –¿Cómo te llamas? –No te puedo decir –¡Ja! ¡Dale! –Si te digo tendría que matarte –¡Dale boludo! –De verdad. Me encantaría, pero no puedo –¿Me estás jodiendo? –Bueno, te digo, pero sólo la primera letra. Vos adivina –Sonrisa… –Empieza con M… (…) –¡En fin! Se entiende, ¿no? Si las personas inmersas en una conversación están interesadas, aún con preguntas cerradas puede originarse una gran –y/o absurda– conversación.
Las preguntas también, dependen del «contexto». Una misma pregunta puede ser comprendida de manera muy distinta según su contexto. Por ejemplo –«¿Podés apagar el celular?» Suena muy diferente en: –Clase de Yoga, Gimnasia, Crossfit o Calistenia –Situación de intimidad –Turno médico –Calle oscura y despoblada a las 3 de la mañana –En cada contexto la misma pregunta puede tener connotaciones completamente diferentes.
Las preguntas tienen un efecto inmediato sobre la experiencia, ya sea que te resistas a responder o simplemente lo hagas. Una vez que una pregunta llega, es difícil evitar que nuestra imaginación entre en funcionamiento. Incluso en esa conversación que no querés responder, si una pregunta es oída o leída nuestra mente comienza a trabajar en un set de posibles respuestas. Las preguntas son una herramienta muy útil para la evolución de nuestra especie. Si lo pensás, incluso es útil aún cuando te haces preguntas vos mismo. –Las preguntas nos transforman, son el origen hacia una dimensión imaginativa y creativa.
Para finalizar este escrito –la edición #30 de reflexiones–, quiero invitarte a la reflexión con una pregunta simple de formular pero difícil de responder. –Antes, ¡contexto! –En primer lugar, te pido que respires una o dos veces –Inhala profunda y lentamente, contá 1, 2 y 3… Exhala lento, contá 4, 5, 6 y 7 –Sitúate con tu imaginación, pensá que estás ante esa situación que te persigue. Esa situación desafiante e importante para vos –sea que se trate de un desafío profesional o personal–. Es relevante, por eso estás cara a cara con la situación –Te pregunto –¿Cuál va a ser tu siguiente paso?
Fin.
Secretaria Académica UCA Mendoza. Experiencia en gestión de proyectos y manejo de personal.
3 mesesExcelente reflexión! Las preguntas reflexivas son preguntas del tipo filosóficas, yo me pregunto: cuál es el sentido de la vida? …para reflexionar, seguramente encontremos muchas y variadas respuestas….