El Presidente Lopez no deja de sorprenderme.

El Presidente Lopez no deja de sorprenderme. Casi día con día. No me defrauda porque nunca confié en él. No me desilusiona porque nunca cifré en él esperanza alguna. Siempre me quedó claro que no tenía las aptitudes indispensables para un puesto de tal responsabilidad. Menos aún ante una crisis como la actual que no avisorabamos.

Pero ayer escuché algo que a muchos, no a todos, les pasó desapercibido pese a lo preocupante del mensaje.

López, palabras más palabras menos, pidió a los Mexicanos pobres que se resignen a seguir siéndolo, y a los que no lo son, pues que se vayan acostumbrando porque seguramente su régimen generará mucha más pobreza de la que encontró.

En efecto, nos convocó de hecho a pensar más en lo moral y menos en lo económico y en lo material, y a no aspirar a más y mejor ropa, prácticamente nos sugirió que nos contentemos con lo que llevamos puesto.

¡Qué poca vergüenza la de López! qué descaro! ¿No hablaba él de crecimiento y de sacar a los pobres adelante? ¿Cree el residente de Palacio Nacional que los Mexicanos que votaron por él lo hicieron para seguir igual o peor?

Los reto amigos a que analicen las mañaneras hacia atrás. Y las vespertinas también. Primero se cansarán antes de verle el mismo traje o la misma corbata al Presidente. Tampoco verán las mismas guayaberas de diseñador. ¿Y dónde quedó pues la modestia, la humildad y el ejemplo?

No señor López no era ni va por ahí. No señor López, usted no esta cualificado para el puesto.

Si algún día, que espero no sea muy lejano y por ende tardío, usted decide finalmente pensar lo invito a que piense en pedir licencia y que se vaya usted a su ranchito, el cual entiendo que se llama La Chingada.