El primer stopper de la Innovación eres tu
Hoy quiero hablar sobre un freno de la Innovación que tiene que ver con las personas. Nada de IA o tecnología avanzada. Sólo personas y sus pensamientos, creencias, miedos… Está vinculado al crecimiento personal y en última instancia a la madurez emocional del colectivo. Con estas pistas que te he dado a lo mejor ya sabes por dónde voy…
Hoy quiero hablar sobre la gestión del ego en el camino hacia la innovación.
Puede que ya hayas caído en la trampa de pensar: “hay muchas personas de mi entorno que tienen el ego muy subido y necesitan un buen baño de humildad y realidad”. Pero hoy no vamos a hablar del ego de los demás, -que también necesitamos aprender a gestionar-. Vamos a hablar del nuestro. Del que convive con nosotr@s cada día y al que a veces no escuchamos lo suficiente, por lo que acabamos tomando decisiones automatizadas que van en nuestra contra, en contra de nuestros objetivos, como lo es en el caso de la innovación.
En muchas frases bonitas sobre el emprendimiento, la innovación y la creatividad se expresan conceptos como la perseverancia, el coraje, la valentía, la colaboración… Su significación es muy correcta para el tema que tratamos, pero ¿cómo lo trasladas a conductas, a momentos, a pensamientos…? Son el conjunto de microdecisiones que tomas en tu cabeza las que componen una parte importantísima del proceso de innovación, cómo si estuvieras pintando un cuadro puntillista con tus acciones que cuando lo ves de lejos componen una imagen clara. Pero que cuando estás dibujando el punto, si no tomas perspectiva, puedes perder el sentido de lo que estás haciendo y pintar del color que no quieres. Normalmente se usa el ejemplo del viaje, la brújula, el sendero, la bifurcación… Pero es que a mí me gusta más el arte. 😊
Por este motivo, porque nuestro estado emocional afecta a nuestra toma de decisiones, considero que el ego juega un papel fundamental que puede marcar la diferencia, tanto a nivel individual como para la transformación cultural de un colectivo. Prestar atención a tus emociones y entender de dónde vienen, el ser consciente de cómo te hablas y cómo hablas del trabajo de los demás en tu mente, te va a dar el poder de reajustar tus creencias y obtener la valentía para transformar un problema en una oportunidad de crecimiento y un ejercicio de creatividad. - Siempre tan positivos los que trabajamos en innovación… Pero si no tienes la esperanza de que se puede crear algo para mejorar el mundo, entonces ¡porqué estás leyendo este artículo! -.
Entrando ya en materia, en muchas ocasiones, la función del ego es protegernos, pero tenemos que valorar cuándo nos protege de un mal verdadero y trabaja a nuestro favor, y cuando nos sobreprotege y acaba perjudicandonos. Haciendo que nuestro equipo, negocio, empresa no avance o lo haga más lento. Quería compartir estos pensamientos que me rondan últimamente (y que a veces me gustaría gritar bien alto) a los que realmente intento poner foco y tener en cuenta en mi día a día en el contexto de la generación de ideas y cultura de la innovación:
Imagínate el caso de que has tenido una súper buena idea, una de esas que, por ejemplo, crees que pueden ayudar al negocio a crecer, o a tus compañeros trabajar de forma más eficiente y cómoda, o a mejorar las condiciones del servicio al cliente, en fin, una idea innovadora. El hecho es que está fuera de los proyectos que hay en cartera, - y ahí entra tu voz interna- "quién eres tú" para poner en duda el método que ya se está llevando a cabo, cómo puedes "tu" sugerir tal cambio frente a expertos que llevan años en la empresa o negocio. Tu ego te paraliza, aparece el famoso síndrome del impostor y te lleva a guardar esta idea en la estantería y a quedar olvidada cogiendo polvo en el almacén de las ideas desperdiciadas. Porque crees que la desacreditación o el hecho de que tu idea no sea aceptada o suficiente te va a doler, y tu ego está ahí para ayudarte, para hacer que no sufras, para cuidarte y protegerte. El problema es que este ego está privando al mundo de tus ideas: tu miedo al rechazo tendría que poder quedar en un segundo plano en comparación con el bien que puedes hacer a los demás si se lleva a cabo tu propuesta o el conocimiento que puedes ganar. Y es que tal vez no has valorado otras casuísticas: puede suceder que tu idea necesite de otra horneada y necesite modificaciones para poder ser aplicada (lo que implica conversar, trabajarla y negociar), puede suceder que tu idea no pueda ser implementada en este momento por contexto, personas, recursos... Que naturalmente este no sea su espacio, pero se convierta en una semilla que has plantado en la mente de otr@s y en un futuro pueda llegar a florecer con otra forma y otro ambiente. Lo importante es que también existe la posibilidad de que tu idea se lleve a cabo y acabe suponiendo una mejora para tod@s. Difícilmente tu esfuerzo en exponerte y desnudarte frente a los demás va a ser en vano.
La innovación necesita coraje. A mí me funciona pensar: "¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Me arrepentiré si no lo hago/digo?". ¡La verdad es que valoro mucho tener una conciencia tranquila!
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2. El ego caprichoso que frustra y no te permite avanzar
Imagínate que has dedicado mucho tiempo en desarrollar una idea (o proyecto), que la has trabajado desde distintos ángulos y consideras que es una propuesta brillante. Y de repente, por cuestiones externas que no puedes cambiar, se decide no llevarla a cabo porque no se puede o porque sencillamente no se quiere. Y este tiempo que le has dedicado con mimo sientes que se está desperdiciando, sientes que tu esfuerzo en hacer que no tenga cabos sueltos y en gestionar todas las expectativas de los implicados, este desgaste en gestionar riesgos ha sido inútil. Y te enfada. Y te frustra. Pero estas emociones son tu ego protegiéndote: ves que tu trabajo puede ser atacado y la primera reacción es defender tu dignidad; te sientes usado, que tu imaginario no se va a cumplir, te duele ver cómo tu idea no florece, ¿pero sabes qué? Date espacio, míralo desde fuera y date cuenta de que
ninguna idea o innovación ha tenido un camino lineal, ni fácil, ni rápido.
En este punto es importante gestionarte para poder ver con claridad los caminos que tienes delante, que raramente van a ser cerrar persiana y “a otra cosa mariposa”. Posiblemente puedas implementar solo parte de tu propuesta, o puedes reducir alcance, o tal vez puedas reservarla para más adelante... Hay muchas posibilidades que des del estado de enfado y frustración no se pueden trabajar. Negociar es la base de la innovación y para negociar, muchas veces has de ceder, y para ceder has de poder gestionar tu frustración: tener una horquilla de maniobra, una tolerancia de lo que consideras taxativo y lo que puedes dejar pasar y obtener así una flexibilidad en la ejecución y un abanico más amplio de posibilidades.
Tenemos que partir de la base de que las ideas evolucionan, se metamorfosean al ser tocadas por otras mentes por lo que raramente la primera idea que tengas va a ser la buena y definitiva. Y luego que por naturaleza la innovación funciona en modo de embudo: de las muchas ideas que tendrás al largo de tu carrera, muy pocas acaben seguramente viendo la luz, por lo que gestionar la frustración, no enamorarse de las ideas y cambiar nuestro concepto de éxito nos va a ayudar a ser más creativos y a progresar.
3. El ego que no acepta ser imperfecto.
Hay una realidad inescapable: para poder poner una solución o cambiar un paradigma hay que aceptar que algo no funciona, o no es suficiente y que por tanto ("alarma"): tienes un problema. Tener un problema al final implica que "no lo haces todo bien" o que "no eres perfecto" y a veces poner un espejo delante y darte cuenta de que no estás tan en forma como “tu colega que sí que va al gimnasio tres veces por semana”, pues no es lo más agradable. Y tú ego te protege: "no estás tan mal", "tienes otras cualidades", "tampoco necesitas esto/aquello para ti". Pero necesitas esta otra parte de tu ego (autoestima) que te refuerza y te engrandece: "tú también puedes hacerlo" o "valora otras prioridades que tienes ahora". Esa fina línea entre la comparación y la envidia sana, la envidia tóxica y la autocomplacencia. Muchas innovaciones parten de puntos de dolor (pain points) o también comúnmente llamados "incomodidades”. Y te pregunto, qué da más miedo: ¿no ver el problema y encontrarte las consecuencias más adelante como una bola de nieve bajando colina abajo y llevándose a todo por delante? ¿O ponerle remedio? No mirar el problema porque “me da miedo no poder solucionarlo” es pan para hoy y hambre para mañana. Cuanto antes empieces a estudiarlo y entenderlo, antes encontrarás la idea que ayude a sobreponerte. Como decía Picasso “Que la inspiración me llegue trabajando”. Y es que el hecho de aceptar que siempre hay espacio para la mejora, así como aceptar que tu trabajo no será nunca perfecto -con estar bastante fuera del rango de la mediocridad yo personalmente ya lo considero bueno- te va a permitir avanzar, aprender, mejorar, iterar y sobresalir. Difícilmente podrás pasar del 0 o 100 o solucionar un problema a la primera -recuerdo que acabamos de desestimar el ideal de perfección, así que menos vamos a aceptar el acertar a la primera; este ideal de belleza que nos gusta tanto, por mucho que nos pese, está bastante lejos de la realidad-. A veces las innovaciones son, simplemente, el cúmulo de mejoras incrementales sobre una base aceptable, lo que conlleva muchas y muchas y muchas repeticiones y frustraciones y aceptaciones y negociaciones.
4. El ego criticón y destructivo.
Uno de los retos de tener ideas fuera de lo establecido o “out of the box” es aprender a mirar los problemas de forma distinta. Parece un concepto abstracto, perfecto e inalcanzable, pero hay maneras de aprender a ver. Una de ellas es aprender a mirar lo positivo y expresar des del amor. Cuando estamos delante del trabajo, proyecto, power point que ha preparado nuestr@ compañer@, tenemos la tendencia de detectar todo lo que no nos gusta, nos molesta, nos incomoda, lo que cambiaríamos. Pero no estamos valorando todo aquello que mantendríamos, el trabajo que es bueno y que nos sorprende, el esfuerzo y tiempo dedicado. Inevitablemente, cuando nos muestran algo, nos comparamos y nos preguntamos: “¿puedo yo hacer esto?”, “¿me gustaría hacerlo?”, ¿me satisface el resultado?, ¿me supone una amenaza?... Y dependiendo de las respuestas que nos damos y nuestra bondad, reaccionamos. Para bien o para mal. Nuestros miedos saltan como pulgas al perro y nuestro ego nos rasca las picaduras. Es naif protegernos del trabajo de los demás en vez de aprovecharlo para aprender y sumar de modo bidireccional. Estamos bastante lejos del umbral de supervivencia. La verdadera amenaza es generar un freno por no estar a gusto con lo que vemos o porqué no está alineado con nuestras expectativas. Cada uno brilla con lo que aporta y que sea diferente no significa que sea de un valor inferior. Me gusta poner el ejemplo de los gremios: una calle entera llena de zapateros y zapatos, todos diferentes y todos iguales ¿creéis que les saldría a cuenta la competencia desleal? ¿O por el contrario compartir conocimientos, técnicas, herramientas, potenciar la creación de nuevas modas, asegurar el reclamo de la clientela…? Pues en este caso es lo mismo. La inteligencia colectiva proyecta geométricamente la innovación y el progreso, por lo que ver lo positivo y reconocer lo bueno permite trabajar des del agradecimiento, el constructivismo y la colaboración.
No sé si os resuenan estos pensamientos, o si tenéis alguna experiencia en la que podáis reflejaros. Lo que sí que os puedo decir es que la cultura de la innovación empieza por entender la innovación como un proceso y no como un hito, donde las personas son la base de la transformación y hay que empezar por escucharse a un@ mism@.
Gestora Banca Premier en CaixaBank
1 añoNo lo podría explicar mejor🫶🏼
Consultoría y Formación en Analítica de Datos e Inteligencia Artificial · Especialista en Ética, Responsabilidad y Cumplimiento Normativo de la IA
1 añoGran artículo Silvia 🤩