El Reciclaje Un Compromiso Personal con el Planeta

El Reciclaje Un Compromiso Personal con el Planeta

En la preparación de contenido con amigos para el próximo mes, notamos que abril no solo se conmemora el Día Mundial de la Salud, sino también el Día de la Tierra. Inspirado por estas fechas, decidí compartir mis experiencias personales relacionadas con el reciclaje y la ecología en general.

Debo confesar que no siempre he sido el más responsable en este ámbito, pero en diferentes etapas de mi vida he intentado contribuir, a mi manera, a la sostenibilidad de nuestro planeta y al bienestar de las futuras generaciones. La verdad es que todos estamos de paso en este mundo y, si eliminamos todo lo superficial, nuestra principal misión como humanidad debería ser dejar un planeta más saludable y un futuro más próspero para quienes nos siguen.

Viviendo solo, comencé a optimizar mis gastos y decidí dar un paso hacia una vida más sostenible. Me propuse reciclar todos los envases de lata durante un año para ver qué impacto podría tener. Dos años después, logré acumular cuatro bolsas grandes de latas para reciclar, sin ninguna fiesta en mi apartamento y un 95% latas de refrescos Coca Cola y latas de cerveza. Sin embargo, debo ser honesto: el retorno económico fue mínimo. Después de gastar en gasolina para transportar las latas al centro de reciclaje y aguantar un olor apestoso en mi departamento, me quedo la grandiosa retribución de 100 Pesos Mx y así el dinero que recibí apenas cubrió un par de refrescos.

Este experimento me hizo reflexionar sobre el verdadero valor del reciclaje. Aunque el beneficio financiero directo fue bajo, la verdadera recompensa se encuentra en el acto de contribuir a un futuro más sostenible y más responsable hacia quien soy y como entiendo que debería de vivir. Además, me di cuenta de lo insostenible que es el uso de botellas de agua y otros desechables en nuestro día a día.

Cuando vivía en Vancouver, era habitual llevar un termo a todas partes para rellenarlo de agua en cualquier lugar, sin preocuparme por la sed. En México, aunque también llevo mi termo, no es común que los establecimientos acepten llenarlo, a diferencia de lo que sucede en Canadá. Esto me lleva a pensar en el potencial de cambiar nuestras prácticas comerciales para fomentar hábitos más sostenibles. Si las empresas ofrecieran mejores precios o más producto a los clientes que contribuyen al cuidado del medio ambiente al usar sus propios recipientes, todos ganaríamos: el consumidor, la empresa y el planeta.

A través de estos pequeños actos, cada uno de nosotros puede desempeñar un papel crucial en la protección de nuestro entorno. Por pequeño que sea el gesto, el impacto colectivo de millones de personas tomando decisiones más sostenibles puede ser transformador y creo que es en parte la razón de este newsletter, conseguir una colectiva más concientizada y aportando valor desde las pequeñas cosas de nuestro día a día.

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