El regreso de mis miedos más oscuros
La versión en inglés de este artículo está disponible aquí
Los años ochenta
Viví mi adolescencia a principios de los ochenta. Algunos de mis recuerdos más sombríos provienen del período comprendido entre 1981 y 1986. Esos recuerdos estarán vinculados para siempre con el miedo.
Para la mayoría de la gente, la primera mitad de los ochenta está asociada con los recuerdos de la cultura pop que estaba en proceso de volverse global, de MTV y Miami Vice, de trajes de color pastel y ropa de spandex, de extravagantes cortes de pelo y la película “The Breakfast Club”.
Comparto esos recuerdos, pero los años ochenta también llegaron con la conciencia de que el mundo estaba a un malentendido de distancia de un apocalipsis nuclear.
Reagan había sido elegido en 1980 y, después de años de políticas de distensión (detente), comenzó con la retórica del "Imperio del Mal", mientras que la URSS experimentó la transición a una política más conservadora, aislacionista y agresiva que comenzó con la invasión de Afganistán en 1979 y alcanzó su punto máximo entre 1982 y 1985.
En esos años, tenía la sensación de que cualquier día, en algún lugar, alguien podría cometer un error y desencadenar lo impensable: una guerra termonuclear global que marcaría el fin de la civilización tal como la conocemos. Y lo más probable, señalaría el comienzo de una edad oscura para los sobrevivientes, que estarían lejos de considerarse afortunados.
Esos temores no eran irracionales.
Los historiadores han descubierto que este apocalipsis casi ocurrió varias veces en el pasado, ya sea debido a complejos conflictos internacionales, como después de los desembarcos de la ONU en Inchon durante la Guerra de Corea, la Crisis de Berlín en 1961, la Crisis de los misiles en Cuba en 1962 y las secuelas de la Guerra de Yom-Kippur en 1973 o debido a malentendidos, errores humanos y, lo más aterrador, errores de los sistemas de control.
El número de veces que un holocausto nuclear estuvo a punto de tener lugar aumentó a medida que ambas partes incrementaron su dependencia de complejos sistemas de alerta temprana que empleaban tecnologías que, posteriormente, formaron las bases de Internet.
Algunas situaciones cercanas
El 9 de noviembre de 1979, una prueba de sistemas defectuosa provocó que los Estados Unidos iniciaran las medidas de retaliación cuando el sistema de alerta temprana NORAD mostró indicios de un ataque nuclear a gran escala iniciado por la URSS. Cuando estas indicaciones no fueron confirmadas por los radares de alerta temprana ubicados en las estaciones de monitoreo por radar ubicadas en el norte de los Estados Unidos y Canadá, los procedimientos de contraataque de los Estados Unidos fueron detenidos.
El 26 de septiembre de 1983, una falsa alarma en el sistema de alerta temprana de la URSS informó que se estaba produciendo un ataque masivo con misiles proveniente de los Estados Unidos. La orden de ataque de represalia de la USSR fue dada, pero un oficial de sistemas de la Defensa Aérea Soviética se dio cuenta de que se trataba de un mal funcionamiento de los sistemas y se pudo evitar la respuesta de retaliación.
La primera semana de noviembre de 1983, un ejercicio militar a gran escala de diez días de duración llamado Able Archer, fue considerado erróneamente como un primer ataque real de la OTAN. Las fuerzas soviéticas en Europa del Este se prepararon para un contraataque mientras que Polonia y Alemania Oriental entraban en alerta máxima. Las medidas continuaron hasta que el ejercicio Able Archer terminó.
El 25 de enero de 1995, un cohete científico noruego fue detectado y tomado como un misil balístico lanzado por un submarino Trident. El presidente ruso en ese momento, Boris Yeltsin, pospuso cualquier medida hasta que se pudiera confirmar el lanzamiento. Unos momentos más tarde, los técnicos de radar confirmaron que el cohete no estaba dirigido a Rusia.
El presente
Finalmente, el 24 de febrero de 2022, el presidente ruso Vladimir Putin lanzó una invasión militar a gran escala de Ucrania, la cual esperaba definir en un plazo de 48 a 72 horas. Al no poder cumplir con este plan debido a la eficaz acción de las fuerzas defensa ucranianas y el soporte de Europa y USA a la resistencia, el 27 de febrero ordenó a las fuerzas disuasorias nucleares rusas entrar en alerta máxima, colocando al mundo en el punto más cercano a una guerra nuclear desde, al menos, la crisis de los misiles cubanos.
El mundo ha estado observando todos estos eventos que se desarrollan en los últimos días. Personalmente, primero sentí una sensación de incredulidad, ya que yo había asumido que las posibilidades de una guerra nuclear se habían reducido drásticamente con la disolución de la URSS.
La caja de pandora
Pero la energía nuclear es una caja de Pandora. En la Ilíada de Homero hay la siguiente descripción del contenido de esta caja:
"En el suelo del palacio de Jove (Jupiter) hay dos urnas, una llena de malos regalos y la otra de buenos. Aquel por quien Jove el señor del trueno mezcla los dones que envía, se encontrará ahora con el bien y ahora con la mala fortuna; pero aquel a quien Jove no envía más que malos dones será señalado con el dedo del desprecio, la mano del hambre lo perseguirá hasta los confines del mundo, y subirá y bajará por la faz de la tierra, respetado ni por dioses ni por hombres".
Actualmente, la energía nuclear está convirtiéndose nuevamente en una alternativa cada vez más atractiva para sustituir, al menos parcialmente, a los combustibles fósiles. Pero al mismo tiempo, también puede ser empleada como el arma definitiva, y la posibilidad de usarla es una opción que nunca dejó de ser considerada por parte de las potencias globales.
Revisitando la historia
Se dice que la historia consiste en revisitar el pasado con los ojos del presente. Tratamos de usar el pasado para entender nuestro futuro.
Y, haciendo estas comparaciones con eventos de nuestro pasado, vienen a mi mente sombrías comparaciones y similitudes.
Como la invasión de Polonia por un dictador ególatra en 1939. Un dictador cuya ascensión al poder fue apoyada por industriales alemanes, quienes pensaban que podían controlarlo para su propio beneficio. Todos conocemos las terribles consecuencias que desató dicha invasión.
En aquellos días, los líderes occidentales intentaron evitar la guerra usando cualquier medida posible, ya que los terribles recuerdos de la Primera Guerra Mundial todavía estaban frescos en la mente de la humanidad.
Pero la invasión de Polonia en 1939 fue la gota que colmó el vaso. Anteriormente, la Alemania nazi había anexionado Austria sin provocar ninguna respuesta significativa del mundo. Luego ocupó los Sudetes, una región de habla alemana de Checoslovaquia. Esta anexión fue validada por las potencias europeas en el Acuerdo de Múnich.
Pero la invasión de Polonia desató el infierno en Europa.
Recomendado por LinkedIn
Algunas similitudes sombrías
Estoy siguiendo las noticias continuamente estos últimos días. Y los recuerdos de los libros que he leído sobre la Segunda Guerra Mundial siguen reapareciendo en mi cabeza.
El Ejército de la Federación Rusa, bajo el mando del presidente Vladimir Putin, inició una guerra contra la República de Georgia en 2008. Esta guerra terminó con la creación de facto de dos estados prorrusos: Osetia del Sur y Abjasia. Aunque Rusia fue denunciada por practicar una invasión y la posterior anexión de estos territorios, sus acciones no tuvieron consecuencias significativas para el país.
Posteriormente, en 2014, las Fuerzas de la Federación Rusia apoyaron la creación de otro estado prorruso de facto: la República de Crimea. En la práctica, una vez más se trataba de una anexión de facto de esta región estratégica. Una vez más, Rusia se enfrentó a la reacción de la opinión pública y sufrió a varias sanciones económicas, pero al no verse afectada significativamente por ellas, continuó su política de apoyo directo a cualquier movimiento separatista que surgiera en cualquiera de los antiguos miembros de la URSS.
Finalmente, desde la última parte de 2021 hasta febrero de 2022, el mundo ha estado observando con una mezcla de incredulidad y temor cómo se estaban posicionando fuertes fuerzas militares rusas en la frontera entre Ucrania y la Federación Rusa.
Hasta que, el 24 de febrero, el ejército ruso comenzó la invasión de Ucrania.
La recurrencia de imágenes
Las imágenes que estamos recibiendo de este conflicto en curso y de la consecuente crisis humanitaria, parecen pertenecer a filmaciones de la Segunda Guerra Mundial. Las escenas de personas que buscaban refugio en los países vecinos, de las calles llenas de escombros de construcciones alcanzadas por proyectiles de artillería o cohetes, de las calles bloqueadas por los restos en llamas de vehículos blindados, de los soldados parapetados detrás de sacos de arena y obstáculos antitanque improvisados, parecen incongruentes con la ilusión de paz que hemos estado viviendo desde el final de la Guerra Fría.
El fin de una era
Por primera vez desde 1945, hay guerra en Europa. La respuesta occidental hacia Rusia, aunque rápida y drástica, se ha limitado hasta ahora a las sanciones económicas más fuertes jamás impuestas a un país. Pero no se esperan operaciones militares activas de la OTAN o los Estados Unidos, ya que tal acción probablemente desencadenaría la Tercera Guerra Mundial.
Las posibles consecuencias de este conflicto rozan lo impensable. Estos posibles escenarios que podrían surgir van desde una prolongada guerra de insurgencia en una Ucrania controlada por Rusia, hasta la aterradora posibilidad de que el ejército ruso continúe su avance hacia el oeste después de derrotar a las fuerzas de defensa ucranianas. Que están siendo apoyados por la OTAN con información de inteligencia y armas suministradas por un puente aéreo, haciendo así de este conflicto una guerra de poder entre la OTAN y la Federación Rusa.
Mientras tanto, la enorme crisis humanitaria de refugiados creada por esta ha provocado el éxodo de dos millones y medio de ucranianos a los países europeos en un par de semanas. Es la mayor migración ocasionada por un conflicto desde la Segunda Guerra Mundial.
Consecuencias
A escala mundial, los efectos de esta crisis serán significativos: los países en conflicto ocupan el primer y el quinto lugar en el ranking de productores de alimentos a nivel global. Por lo tanto, la consecuente caída en la oferta mundial de productos agrícolas implicará un aumento de los precios de los alimentos y el riesgo de hambrunas en los países en vías de desarrollo de África y Asia.
El bloqueo económico contra las exportaciones rusas, que en su mayoría están relacionadas con el petróleo y el gas, creará una crisis energética solo comparable con las que golpearon al mundo en los años setenta y principios de los ochenta.
Lo más trágico es que esta guerra parece estar en camino de crear una catástrofe humanitaria como la que el mundo moderno ha visto jamás. La población de Ucrania es de unos cuarenta y cuatro millones de personas. Si solo una cuarta parte de esa población se ve obligada a buscar refugio y emigrar, habrá diez millones de refugiados en Europa en los próximos meses. Lo cual es un escenario que excede las previsiones de cualquier gobierno.
Finalmente, el destino final de Ucrania determinará el futuro de Rusia y la UE como entidades. Si la ofensiva de Rusia colapsa, las posibles consecuencias son estremecedoras. Desde un golpe de estado apoyado por la oposición en Moscú, lo que podría desencadenar una guerra civil, hasta el posible uso de armas de guerra química o biológica, e incluso de armas tácticas atómicas en el conflicto si no se logran resultados en un plazo de tiempo que el gobierno de Putin puede encontrar aceptable.
Y si la ofensiva de Rusia tiene éxito, ¿se detendrá en Ucrania? ¿Qué destino le esperaría a Moldavia? ¿O a Rumanía? ¿O a Polonia?
¿Continuaría Putin triunfante su advance a Occidente? ¿Recurriría Putin derrotado a las fuerzas de disuasión nuclear de Rusia como gesto final de frustración?
Cualquiera de esos eventos obligaría a la OTAN a involucrarse directamente en el conflicto, con consecuencias inimaginables.
A lo largo de los cuarenta años que duró la Guerra Fría, el principal argumento que hizo posible evitar la guerra nuclear fue el concepto de MAD (Destrucción Mutua Asegurada o Mutual Assured Destruction). Un ataque nuclear de cualquiera de los dos lados desencadenaría una respuesta igual, asegurando así que ambas partes enfrentarían la aniquilación. Dado que esta no era una alternativa aceptable, ninguna de las partes consideró una guerra nuclear real. El objetivo final del arsenal nuclear de las superpotencias era persuadir a la otra parte para que no lo usara en absoluto.
Las reglas del juego (como se conoce a la geopolítica mundial en los círculos de élite) han cambiado en las últimas semanas. Putin ha manifestado claramente que está dispuesto a usar armas nucleares en el conflicto si hubiera alguna intervención de la OTAN en el mismo. Esta postura, equivalente a la extorsión nuclear, es un cambio radical del concepto MAD, por lo que ahora estamos navegando conceptualmente en aguas desconocidas.
Una visión personal
La mayoría de la gente se preguntaría cómo Putin ha logrado justificar la invasión a Ucrania argumentando que el propósito de la agresión era "denazificar" a Ucrania y evitar el genocidio de las personas de habla rusa que viven en el país.
Desde el punto de vista promedio de un occidental, este argumento suena absurdo. Pero en Rusia, el control estatal de los medios de comunicación es abrumador, y el manejo de la información es casi orwelliano en escala.
Y hay un factor más: Putin ha comparado la situación actual con la Segunda Guerra Mundial. Para los occidentales, la Segunda Guerra Mundial es cosa de películas. Pero para los rusos es diferente. La Segunda Guerra Mundial es conocida en Rusia como La Gran Guerra Patriótica. Consideran que la Segunda Guerra Mundial fué el momento definitorio del país, cuando pudo evitar lo que inicialmente parecía ser una aniquilación total y cambiar el rumbo de la guerra con el sacrificio de más de veinte millones de personas. La Gran Guerra Patriótica tiene un significado casi religioso para los rusos.
Con cada día que pasa, la situación se está convirtiendo en un atolladero sin una salida realmente posible.
Personalmente, solo espero y deseo, de alguna manera y lo antes posible, el fin del sufrimiento de las víctimas de esta agresión no provocada.
Y también espero que mis miedos adolescentes no sean una herencia que deba compartir con mis hijos. Ellos merecen un futuro mejor.
Mirko Torrez Contreras es un consultor e instructor en Automatización de Procesos. También es un geek de la historia y un pacifista de toda la vida, que ha pasado incontables horas leyendo sobre la historia del siglo XX, tratando de entender cómo la guerra es posible y frecuente en nuestra civilización. Actualmente está sufriendo una gran decepción con la situación mundial actual, ya que la misma difiere enormemente de lo que imaginaba que sería el futuro cuando era un adolescente.
Las opiniones expuestas en este artículo son estrictamente personales. Toda la información requerida y empleada en este artículo es de conocimiento público.