El Rock de Cristian Castro

El Rock de Cristian Castro

Hola consumidores, hoy retomé “la pluma” después de meses agotadores de trabajo.

Y lo que me motivo a regresar es una anécdota que me gustaría compartir con ustedes, si bien puede parecer pasajera y simple, lleva consigo un tras fondo muy importante si estas por realizar un emprendimiento o llevas un periodo de tiempo laborando para una empresa.

El último fin de semana pensé en ir a comer algo diferente, pero conocido a la vez. Para ser menos incongruente con mis palabras: quería ir a un local no convencional, pero con la certeza de conseguir una experiencia agradable (en todo sentido). Mmm… “experiencia” nótese como uso la palabra adrede para hablar sobre la experiencia del cliente líneas abajo.

El lugar llevaba en su marca, un género musical de mi preferencia y del cual confieso ser un gran fan: ROCK.

¿La comida? Bastante agradable, pero fría. ¿Los tiempos de espera? Muy largos. ¿la atención? Express, simple, sin ser sofisticada. ¿Y la música? Ohhh la música, ustedes podrán pensar que al ir a un restaurante que lleva en su nombre un género musical específico, la playlist debe honrar la marca (conjunto de atributos que comprenden un todo). Lamento decepcionarlos queridos consumidores. Y No me mal interpreten, el rock como cualquier género tiene matices múltiples, como Christian Castro que incursionó en el género, pero no puedes usarlo si en tu carta tienes categorías de platos como: TNT (álbum de AC/DC) o Maiden (en alusión a la banda de Bruce Dickinson).

La experiencia del usuario demanda una alineación de contenido integral que en su conjunto brinde al consumidor una sensación única. Si algún elemento no se alinea al objetivo, es como tener una sinfónica donde uno de los integrantes desafine, inevitablemente tendrá consecuencias en la melodía.

Lo cierto es que lo observado tiene una solución simple, programar la playlist adecuada que comunique la orientación de la marca. Para ello tenemos una cantidad extensa de canciones que profundicen la esencia del género. Si hablamos de un local de comida de media tarde/noche se me viene a la mente colocar Bunbury en su faceta de solista, o Sir Paul McCartney con algunos singles grabados para soundtracks, y si la tarde se acentúa, algo de Pearl Jam de los 90´s no vendría mal. En fin, disculpen, me concedí un momento de distención musical.

Pero al inicio de éste ensayo les prometí un tras fondo, pues el verdadero problema no es la elección musical, al menos no en su totalidad.

Me he encontrado con muchos inicios empresariales donde la pasión de los socios o emprendedores se desborda. Cuando uno escucha hablar a alguien que quiere iniciar su propio negocio, puede identificar la esencia de lo que en un futuro será el alma de la empresa.

Cuando escuchas hablar del inicio de grandes empresas, jamás escucharás decir: “El CEO amaba el dinero y por ello decidió crear un negocio para hacerse rico…”. Siempre iniciará la historia enfatizando la pasión o la necesidad insatisfecha vista en la sociedad, por lo que la empresa tiene como objetivo principal: contribuir.

Puede sonar romántico todo este concepto, pero pregunto yo: ¿Qué tan romántico es ver a una pareja casada celebrando sus bodas de oro? Bastante seguramente responderán ustedes. La misma cantidad de años que las empresas más consolidadas del mercado tienen, y a las que muchos aspiramos tener o formar parte.

Entonces la chispa que genera todo emprendimiento es estar enamorado de una idea, que con el paso del tiempo madura volviéndose concepto y filosofía empresarial.

Si este conjunto de valores, prácticas y creencias que son la razón de ser de la empresa y representan el compromiso de la organización; se logran interiorizar dentro de cada individuo que pertenece a la empresa, jamás perderán el horizonte; y esto involucra la Experiencia del Cliente (CX).

Regresando al inicio de mi historia, experiencia que tomé como ejemplo para narrar el presente ensayo. Considero que el origen de la idea de negocio del restaurante en mención, fue lograr una experiencia culinaria basada en compartir una buena charla entre amigos, con un fondo musical que explore el rock homenajeando a sus mejores exponentes. Y cuando estés disfrutando del momento entre amigos con un piqueo al centro de la mesa, digas: “alto, escuchen… ¡Que buen tema!”, todos asientan, agites sutilmente la cabeza y la charla continúe…

Concluyo en que la importancia de la filosofía organizacional debe venir acompañada de la evangelización de todos los integrantes, sin excepciones y bajo una metodología asertiva, para lograr el objetivo deseado: la claridad de la idea.

¡Cuídense estimados consumidores!

PD. Cuando busqué una imagen referencial para este escrito, digité el título en Google, y lo bizarro de la imagen es totalmente análogo a colocar a Christian Castro como cantante de Rock.


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