El síndrome de Orellana: un paralelismo entre historia y realidad laboral
Don Francisco de Orellana es una figura destacada en los libros de historia, al menos en los de España. Este explorador se ganó un lugar en la conquista del Imperio Inca y, sobre todo, en el descubrimiento del río Amazonas en toda su extensión. Su travesía fue tan relevante que, durante años, el río Amazonas fue conocido como el "río Orellana".
Acompañado por su tripulación, Orellana emprendió un primer viaje río arriba que lo llevó desde lo que hoy conocemos como Quito y Guayaquil, en el actual Ecuador, hasta el océano Pacífico. Como toda expedición de la época, esta estuvo marcada por desgracias, hambrunas y enfermedades, diezmando su equipo hasta niveles casi insostenibles. Sin embargo, logró su objetivo y, tras regresar a España y enfrentarse a disputas con la familia Pizarro, emprendió una segunda travesía. En esa ocasión, se encontró en un punto tan avanzado de su recorrido, tan "río arriba", que ya no tenía vuelta atrás. Su única opción era seguir adelante hasta completar su misión. Regresar a España era impensable sin haber alcanzado su objetivo.
Una generación río arriba
Pertenezco a la llamada "Generación X", esa franja entre los conocidos "baby boomers" y los populares "millennials". Nací en una España que estrenaba democracia, en un contexto lleno de esperanza, aunque mi generación, como muchas otras, se ha enfrentado a dificultades propias. Entre ellas, estar atrapados entre una generación más joven, pujante y mejor preparada, y una mayor, que en muchos casos limita nuestro crecimiento profesional con un "techo de cristal".
Muchos de nosotros emigramos. Algunos por necesidad, otros buscando una mejora personal que parecía inalcanzable en España, o simplemente por expandir nuestros horizontes. Ahora, acercándonos a los cuarenta, muchos enfrentamos un dilema, especialmente quienes hemos construido nuestra carrera fuera: contamos con una experiencia laboral valiosa, rica y diversa, y nos gustaría devolver ese conocimiento a nuestro país. Sin embargo, nos encontramos con una barrera casi infranqueable.
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El "síndrome de Orellana"
En España, la máxima de "nadie es profeta en su tierra" aplica con demasiada frecuencia. Para profesionales de mi edad, el mercado laboral español parece cerrado. Superados los cuarenta, estamos "laboralmente muertos". No es por falta de experiencia ni de ganas; simplemente, no hay interés en nosotros. Mientras tanto, en otros países se nos valora y ofrece oportunidades laborales, pero en nuestro propio país, somos como Orellana: seguimos río arriba, sin posibilidad de retorno.
Al igual que el explorador, quienes emigramos nos encontramos en una situación en la que no podemos volver sin asumir grandes pérdidas. Abandonar la estabilidad y las oportunidades de otros países implicaría caer en el desempleo o en la desactualización profesional en España. No nos queda más opción que continuar navegando hacia nuestro propio "Guayaquil", aunque deseemos regresar.
Corolario
El talento no es algo que simplemente "se escapa". Es algo que, en muchos casos, "se va y no vuelve", no por falta de interés, sino porque no encuentra un lugar donde regresar. ¿Cuántos "Orellanas" hay en el mundo? ¿Cuántos querrían volver a su país y aportar lo aprendido en sus años como emigrantes? ¿Cómo podemos revertir esta situación?
La respuesta a estas preguntas podría ser clave para no perder el enorme potencial que representan tantos profesionales que, como Orellana, se ven obligados a seguir adelante, río arriba, sin mirar atrás.
VP of Operations
6 añosCreo es el precio a pagar cuando sales de tu entorno original (país). Cuando deseas volver, de pronto ya cambió todo, incluyendo tus amigos, incluso tu familia. Sobre todo el mercado (bueno marketing 101). Tiene uno que colocarse donde tus fortalezas sean apreciadas etc. etc. etc. Feliz Navidad y prosperidad en este 2019 que viene pronto
Maquinista de Tren en RENFE
6 añosMuy interesante. En mi opinión,tampoco el volver a casa es importante.