El sentido y el pensamiento aciertan desconcertando
El sentido y el pensamiento aciertan desconcertando.
No solo fue el ideal del enciclopedismo, sistematizarlos acumulativamente: ha sido el ideal del siglo XX, en la mayoría de las disciplinas.
Salvo en Lacan y en los físicos teóricos.
Porque no hay equilibrio más que delirante, tanto en el sentido como en el pensamiento.
De hecho, la experiencia, pone sobre relieve en su trayecto, que es necesario padecer de cierta complacencia de los interlocutores, que muchas veces muda en idealización (cuando se expone el lugar del primero como de prestigio).
Sin embargo, la metáfora paterna, no equilibra más que el paso: un paso errante. Que cuando se detiene, genera idiotismos rimbombantes, como puede notarse en quienes participan dirigiendo cátedras, materias; o profesores en general, funcionarios en particular, asociaciones de investigación...
Porque la palabra no solo obedece a la Ley de Coulomb en el modelo atómico de Borh: si no obedeciera, diría, habría pensamientos infinitos (como los de cualquier psicoanalista que anda por ahí, leyendo lo que sea y llamándole "investigación", si conseguir más que transitar recorridos infinitos, inacabables, tanto como inabordables... que no hace más que ceder a una polaridad que los lleva a: "hace 50 años que investigo", "hace años que lo sistematizo").
¿Qué es lo que ocurre con el sentido y el pensamiento?
Se expresa según los fermiones: partículas más o menos mensurables, sobre todo agrupadas (átomos, moléculas, por ejemplo).
Pero no tiene en cuenta ni lleva la cuenta (ni el pensamiento ni el sentido) que lo que les pone delante a los fermiones, son ondas gravitacionales que se expresan si hay (sí, para colmo!) bosones posibilitando dicha... bueno, dicha (vaya palabra): que otra cosa que dicha expresa la idea de pensamiento y sentido cuando uno acierta?
Sin embargo, si se cuenta con algo de salud mental, se trata de errarle a la cerradura o de gambetear la cerradura a la llave.
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Porque los fermiones se componen por rechazo (no puede haber dos en el mismo lugar: aunque vayan de la mano, se abracen dos personas o cojan como dioses); son los bosones los que posibilitan los circuitos requeridos para provocar eso que luego, Lacan, llamará lazo.
Y no requiere de tocarse.
Sin embargo, no es suficiente: sí, la Naturaleza (el Lenguaje para Lacan: ese lugar casi reservado para lo que llama Deseo de la Madre), solo hace hablar al que tiene boca para proferir palabras.
Por eso el siglo XX se caracteriza por la enfermedad mental: y bestias que se creen imprescindibles diagnosticando brutalmente, para complacerse fermiónicamente (diría).
Pero... algún premio nobel expresó que la naturaleza es sabia: y construyó oligofrenia estupidizante durante más de un siglo
Aunque le pasó cerca: la naturaleza es savia o cuenta con savia. Posibilita que pase por ahí, no solo ondas gravitacionales (que conllevan solo la posibilidad de ser leídas: y como cualquiera es buen lector, repita lo que allí dice), sino que posibilita (en el vaivén de las dos fases temporales que no requieren energía para sostener su movimiento pendular -mientras la detención espacial o sistematización del sentido o el pensamiento, requiere de alta energía para moverse- que la gravedad cuantizada (ahora como gravitón) aporte la conjunción para que pueda tomarse la palabra.
Por eso, en nombre de la salud mental, en principio, es posible desconfiar de los diagnósticos del siglo pasado y de lo que va de este siglo: porque ahí estarán las condiciones de posibilidad de recuperar la salud mental de los pacientes que fueron maltratados por el idiotismo de (voy a decir) bandidos como Freud (él no lo sabía, era muy haragán) y Miller (que sí participa del globalismo financiero ambientalista, para no perder su prestigio mal habido (por desconocer los fundamentos teóricos de la física); destruyendo la teoría de Lacan -ahora sí, sin notarlo: porque es un burro prominente).
Y hace falta más: que falte, que falte la onda gravitacional donde puede ir el gravitón.
Que se expresará sobre lo que es destino de objeto a (bosón de Higgs) de cada quien, mordiendo (diría) como spinor la malla espacio-temporal, para que ella (la Naturaleza) reciba como escrito lo que será leído en el futuro, como pasado.
Produciendo el encuentro de algo que uno ha inventadoE