El silencio

Debo reconocer que mi viaje por los senderos del agilismo, mas allá de haberme brindado nuevos conocimientos sobre gestión de productos mas que interesantes y disruptivos, me ha llevado a una gran reflexión. No solo por la profundidad de conceptos que aborda, sino también porque de alguna manera u otra, aquellos han hecho algún tipo de resonancia en mi interior.

En particular en este artículo, me voy a referir a un concepto que particularmente captó mi atención, y es el de la escucha verdadera, y de su corolario, el silencio, que, si bien no suele aparecer dentro de la bibliografia como una de las cualidades del líder servidor, es (a mi entender) absolutamente necesario. Por supuesto que cuando hablo de silencio no me refiero al silencio pasivo, como si se tratase de la simple no emisión de sonido, sino todo lo contrario, un silencio activo, donde nuestros oídos permanecen prestos a captar el detalle de cada vibración que nos pueda llegar desde el exterior. Es también, por supuesto, un silencio mental, un estado contemplativo, que nos permite permanecer en el presente; con la mente entrenada para domar a los pensamientos durante aquel instante; pensamientos que de lo contrario, indefectiblemente nos alejarían de nuestro objetivo primordial: El de escuchar.

Aquel silencio no es un concepto novedoso, es una cualidad que se ha valorado desde la época de los antiguos egipcios (3000 a.C.), y que ha transmitido el sabio griego Pitágoras (590 a.C.) a sus adeptos en aquella legendaria escuela de Crotona, al exigirles a sus iniciados nada menos que cinco años de silencio para ser dignos luego de ser escuchados. De Pitágoras (cuya representación acompaña el frontispicio de este artículo) nos llega la bella frase que dice “el principio de la sabiduría es el silencio” . Por supuesto que el silencio subyace a los diálogos platónicos, aquellos donde Sócrates (el hijo de la partera) a través del ejercicio de la escucha activa (ejercicio clave para realizar las preguntas correctas), guiaba al interlocutor hacia su propia iluminación. Aquel discípulo daba a luz a una verdad en él latente (de allí el término Mayéutica, “hacer parir”). 

el principio de la sabiduría es el silencio - Pitágoras, Siglo VI a.C.

En fin, en un mundo por demás ruidoso, nos basta con ver a nuestros representantes políticos ejerciendo su rol en la cámara de diputados o senadores para darnos cuenta como el silencio ha dejado de ser una virtud, y por lo tanto la escucha, para ser reemplazada por la falacia, por la mentira, generando a su vez más división y destrucción. Tal es el destino de aquellos equipos cuyos líderes no desarrollaron la capacidad de mantenerse en silencio, y por eso la traigo a colación en este escrito.

Creo fuertemente en que el líder servidor debe fortalecer el silencio. El silencio no solo nos permite escuchar activamente para así seleccionar luego las palabras correctas, sino que también permite escucharnos a nosotros mismos, atender a nuestra voz interior, y así, desarrollar nuestra intuición, aspecto fundamental para la toma correcta de decisiones.

Sin dudas el legado de nuestros antiguos sabios es atemporal. El silencio fue, es y será la cualidad fundamental del verdadero Lider Servidor.