El tamaño sí importa
Que somos un país de Pymes nadie lo duda. Ahora bien, que esto represente el 99,3% del tejido industrial, eso ya son palabras mayores.
Les recomiendo encarecidamente una lectura del informe anual que publicó el pasado mes de julio el Circulo de Empresarios cuyo título, La empresa mediana española, es más una carta de intenciones que no una realidad económica.
Las conclusiones no podrían ser más demoledoras: si España tuviese un tejido empresarial próximo al modelo alemán, la productividad de nuestro país podría elevarse un 13% con la consecuente aparición de unas 15,000 nuevas compañías y una creación de empleo directo de unos 400,000 puestos de trabajo. Como poco, da para meditar un rato.
Paradójicamente lo que se promueve desde esta u otras asociaciones empresariales no son medidas ni expansivas de gasto, ni de crecimiento del déficit público a base de subvenciones ni siquiera de bajada de impuestos. No. Es mucho más sencillo. Sólo se necesita no entorpecer. No poner trabas a las compañías con la hiperregulación existente en aras de una burocratización del sistema y en una supuesta defensa de los trabajadores más propia del Siglo XIX que no del XXI.
El limite de 6 MM de € en facturación o la superación de los 50 trabajadores de plantilla suponen la frontera donde un paso adelante puede acabar incluso con la propia compañía. Tres son las trabas que impiden aumentar de tamaño a nuestras empresas, ya que dar el paso puede suponer unos costes laborales o de gestión inasumibles acorde al tamaño de estas. A saber:
- Superar los 6 MM de facturación supone un cambio de régimen fiscal para la empresa. Pasan directamente a integrarse en la Unidad de Grandes Contribuyentes. Lo cual no tendría más importancia si no fuese porque conlleva 2 grandes cambios en la tributación de la compañía:
- El tipo de pago fraccionado a cuenta del Impuesto de Sociedades pasa del 18% al 20% (o superior) sobre la base imponible.
- Las liquidaciones del IVA pasan a ser mensuales en lugar de ser trimestrales.
- Pasar de 50 trabajadores en plantilla supone (a potestad de los trabajadores) la posibilidad de tener que incorporar un comité de empresa. Nada que objetar, salvo que eso lleva aparejado la incorporación de nuevas gestiones administrativas y la creación de unas bolsas de horas laborables remuneradas y liberadas.
- La última de las barreras para el paso de un tamaño de pequeña a gran compañía es si cabe más sangrante. Cuando una compañía cumple alguno de los 3 requisitos siguientes: activo total superior a2,85 MM, facturación superior a 5,7 MM o más de 50 trabajadores, automáticamente incurre en la obligación de presentar unas cuentas anuales auditadas. Pasando de una contabilidad abreviada a una de carácter general con el consiguiente sobre coste que supone, ya no solo el auditor, si no la implantación de una gestión contable más compleja.
La reciente crisis debería habernos ayudado a corregir estos déficit estructurales de nuestra economía que han supuesto la destrucción de casi 200,000 compañías, mayoritariamente en la banda de 10 a 49 trabajadores. Claramente el sistema protege el auto empleo o a las grandes corporaciones. El resto (mayoritario) queda absolutamente en descubierto ante la falta de financiación o sistemas flexibles de adaptación a los entornos cambiantes.
Un mayor tamaño de las compañías permitiría, por ejemplo, poder recurrir a financiación no bancaria, o tener capacidad suficiente de incorporarse a nuevos mercados mediante procesos de fusiones o adquisiciones de compañías complementarias o competidoras.
Miren que a veces resulta fácil la cosa: copiar lo que funciona. Pues no. Nos empeñamos en controlarlo todo o sobreprotegerlo tanto que al final conseguimos el efecto contrario.
Tengan un buen día.
Originalmente en LasFinanzasCambian.com