El trabajo infantil post-pandemia

El trabajo infantil post-pandemia

EN EL PERÚ: DOS MILLONES DE NIÑOS Y ADOLESCENTES TRABAJAN EN LAS CALLES PRODUCTO DE LA PANDEMIA POR LA COVID19

VÍCTOR HUGO ESPINO SEDANO

Doctor en psicología, Magister en Gestión Pública, Licenciado en Psicología

Docente Universitario - Consultor en temas sociales: poblaciones vulnerables y en situación de riesgo social

 

Durante la pandemia por la COVID19 la economía mundial se afectó titánicamente y dentro de cada país las familias que vivían en pobreza debieron hacer hasta lo imposible para mantenerse a flote, dentro de ellas, identificamos a las que se dedican al negocio ambulatorio como la venta de productos de menor cuantía, limpieza de autos, reciclaje, etc. A estas personas se les conoce como la “gente del día a día”, puesto que sino generaban dinero no cubrían las necesidades prioritarias en la familia.

 

En muchos países se presenta una de las problemáticas sociales que más afecta directamente a los niños, niñas y adolescentes (NNA): “El trabajo infantil”. Según UNICEF, son aproximadamente 160 millones los que trabajan en todo el mundo y esta cifra va en aumento a partir del 2020 a consecuencia de la pandemia. Asimismo, se calcula que en el Perú dos millones de niños y adolescentes practican actividades comerciales y productivas debido a que la COVID 19 obligó a familias enteras a tener que salir a las calles a vender u ofrecer algún producto o servicio en cada rincón del país.

 

La pequeña gente del “día a día”, en referencia a los NNA, tuvieron que salir a trabajar de alguna u otra manera para poder cubrir las distintas necesidades de sus familias y que, en muchísimos casos, se dio por la trágica pérdida de uno de sus padres o integrantes de la familia. Por su parte, la Defensoría del Pueblo, señala que, en el primer trimestre del 2021, el aumento de adolescentes trabajadores fue del 0.5% sobre todo en trabajos de alto riesgo como el reciclaje de papeles, plástico, alimentos entre otros; y otros en mendicidad. Cabe recordar que fue una etapa donde el comercio y otras actividades se restringieron, principalmente en los mercados y sus alrededores, además, del temor del contagio al ver que los vendedores ambulantes no contaban con todas las medidas de protección, sobre todo los niños.

 

Actualmente, el trabajo infantil en etapa post pandemia enfrenta factores de riesgo que agudizan la situación de sus protagonistas, estas serían: el aumento de la pobreza en un 25%; el difícil acceso a la educación por el cierre de las escuelas por casi dos años y donde las estrategias de enseñanza fueron deficientes afectando el proceso de aprendizaje y un retroceso en la adquisición de capacidades; la tolerancia social, por la que se asume el trabajo infantil como un fenómeno social aceptable bajo la consigna “son pobres y deben hacerlo” y por ende, se hacen invisibles a nuestra sensibilidad y toma de conciencia para buscar cambiar su situación.

 

Es importante considerar que, de esta etapa pandémica, solemos ver los efectos negativos desde los adultos y para los adultos y dejamos de lado a los niños, niñas y adolescentes que salieron, salen y continuaran trabajando vendiendo, ofreciendo algún servicio, producto, reciclando, entre otros malabares para poder llevar algún alimento a casa, permaneciendo horas de horas en las calles expuestos a todo tipo de peligro y afectando su desarrollo integral.

 

Tal vez, no resolvamos el problema, pero el interés en el tema desde la sociedad y las instituciones con acciones que busquen su participación y nos permitan escuchar las voces de la pequeña gente del día a día podría ser un inicio, no hay que olvidar que los niños, niñas y adolescentes requieren de nuestra protección.


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