El vínculo traumático, un vínculo de dolor

Qué une a una víctima con su agresor

El vínculo traumático, un vínculo de dolor

 

Esta es una situación psicológica complicada en donde la víctima de una relación de maltrato llega a manifestar por su agresor un sentimiento de dependencia tan grande que le impide dejarlo.

De acuerdo con las autoridades sanitarias, la violencia contra la mujer se ha convertido en la tercera causa de morbilidad registrada en el sistema de salud colombiano. Precisamente, la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, realizada por el Ministerio de Salud y Profamilia en el año 2015, 31.9% de las mujeres en Colombia reportó haber sido víctima, en por lo menos una ocasión, de maltrato físico.

Sin embargo, a pesar del infierno que tienen que vivir estas mujeres a causa del abuso que ejercen sobre ellas sus maltratadores, llámese esposo, compañero permanente o novio, muchas de ellas se sienten incapaces de poner un punto final a esta situación y alejarse para siempre de su victimario.

¿Por qué una mujer llega a esta situación? Según los expertos, la respuesta a esta pregunta tendría que buscarse en la infancia de la mujer maltratada. Seguramente, cuando era niña vivió una situación de abuso, maltrato, descuido o desamparo por parte de quienes debían velar por ella.

Pasar por estas circunstancias las ha llevado a formar una relación de pareja inmadura e inestable, en la que el miedo al abandono, al rechazo es algo permanente. Ya no quieren seguir experimentando esa sensación de soledad que las ha acompañado toda su vida. Quieren sentirse amadas, protegidas y, paradójicamente, su pareja maltratadora es la única que puede brindarles lo que tanto buscan.

Igualmente, estas mujeres buscan de manera instintiva una pareja tan maltratadora como lo fueron sus padres o alguno de ellos, con el fin de revivir su traumada niñez, pero esta vez comportándose mejor para que las cosas salgan diferentes.

Cuando la dependencia puede más que el amor

Estos “amores extraños”, son los que los especialistas llaman un vínculo traumático entre la víctima y su agresor. Según palabras del psicólogo clínico Luis Eduardo Peña, aquí no hay amor, como debería existir en toda pareja, lo que aparece es una relación cimentada en la dependencia, en la sumisión, lo que trae consigo el menoscabo de la autoimagen de la víctima.

“Esta inseguridad sobre sí misma, estas dudas sobre su valía como persona, hacen que la víctima no se sienta con la fuerza y la determinación necesarias para abandonar a su agresor”, afirma el especialista.

Para algunos autores, el vínculo traumático se asemeja mucho al conocido Síndrome de Estocolmo, pues la víctima llega a manifestar por su agresor sentimientos intensos de proximidad, fidelidad y cariño. Considera que él es el único que puede garantizar su supervivencia en este mundo, por eso es necesario no contrariarlo.

Además, el maltratador se encarga de reforzar en su víctima la esperanza de que todo va a cambiar, teniendo con ella algunas muestras de amor y consideración, todo con el fin de que no se vaya de su lado.

Según el psicólogo Luis Eduardo Peña, los maltratadores no pueden lidiar con la idea de que su pareja lo abandone y hacen lo que sea para convencerla de quedarse. “A lo mejor, él mismo fue víctima de abandono en su niñez y esto le dejó una gran herida emocional y no quiere que se repita”.

¿Se puede romper este vínculo?

¿Qué pasa si una mujer, en un momento de lucidez, decide alejarse? Según el psicólogo Luis Eduardo Peña, si no recibe ayuda profesional lo más probable es que termine volviendo con su agresor, pues se siente cansada, sola y sensible.

Además, muy seguramente el agresor ya empezó con su tarea de acercamiento, de mostrarse arrepentido, de asegurarle a su pareja que sin ella él no es nada, que está dispuesto a cambiar si ella le da otra oportunidad.

Teniendo en cuenta todo esto, lo más seguro es que la víctima ceda y regrese con su agresor. De esta manera, el “juego” empieza de nuevo y el vínculo traumático se fortalecerá.

Por ello, según Luis Eduardo Peña, es necesario que la mujer reciba la orientación profesional necesaria que le permita recuperar su autoestima, le dé una visión distinta de sí misma, le haga caer en cuenta de lo mucho que vale por ella misma y que es merecedora de todo el respeto, consideración y cariño.

De esta manera, queda prácticamente en manos de la mujer adquirir, con ayuda de un profesional, las adecuadas herramientas psicológicas que le permitan ver con otros ojos a su pareja maltratadora y le proporcionen la entereza suficiente para huir de él.


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