"El valor de lo Humano"

La tormenta de información que avecina la Inteligencia Artificial (ChatGPT,  Bard, Dall-e y otras) hace que debamos volver a reflexionar acerca del estado de impermanencia, todo siempre está en constante cambio. Mantener conversaciones, escribir ensayos, resúmenes, canciones, códigos de programación, imágenes, hacer un avatar, etc. serán las nuevas oportunidades que sin duda generan sorpresa e impacto en nuestro entorno y también algo de preocupación.

Esta nueva ola, trae la reflexión acerca de los cambios que sufrirán algunas funciones de trabajo, justamente que son los que hoy podrán ser suplantados. A pesar de la posibilidad clara de que la inteligencia artificial junto con algunas otras tecnologías haga desaparecer puestos de trabajo, hay señales de que la transformación digital puede representar una oportunidad para las personas transformando un nuevo mercado laboral.  La IA tiene amplias posibilidades de optimizar los flujos de producción y de negocios. Posee aplicaciones para mejorar la productividad, la seguridad e incrementar la velocidad de los procesos.

Nicholas Burbules (2012) define  al aprendizaje ubicuo como: «Hacer que el aprendizaje sea una experiencia más distribuida en el tiempo y el espacio». Es un proceso omnipresente que permite acceder a la información en cualquier contexto o ubicación y en cualquier momento a través de dispositivos fijos o móviles. Claramente,  lo que se viene tendrá un efecto multiplicador.

Pero hay algo de lo que nunca se podrá  sustituir y es de la conciencia humana. Una vez adquirida, la conciencia no tiene retorno.  Es que del estado de conciencia, nunca se vuelve… y esto es algo que no podrá ser reemplazado.

Desde la pandemia, entendimos la importancia de la conectividad social, de la gestión de nuestras emociones, de cómo funciona nuestro cerebro, de la necesidad del contacto, del abrazo, de la escucha presente, de la mirada a los ojos y del amor en todas sus formas. Algo que no creo que conozca la IA.

Cuando tomamos lo que siempre está cambiando como permanente, sufrimos. Nos propone Pema Chödrön: “Abrazar lo inabrazable”

Con razón y cada vez más abracemos el valor de lo humano ya que desde allí, podremos aportar siempre, nuestro diferencial irremplazable.