ELOGIO A LAS METODOLOGÍAS LENTAS
LAS METODOLOGÍAS ÁGILES NO SON MÁS QUE OTRA MODA ADMINISTRATIVA. SERÁN LA PRÓXIMA ESTRELLA FUGAZ DE LA GALAXIA GERENCIAL Y TERMINARÁN CEDIENDO SU ESPACIO A UNA TENDENCIA NUEVA
Por un momento imaginen la administración como una cena de gala con gente rica y famosa: todos quieren estar allí. Y como en toda cena de gala, hay invitados de honor, invitados de siempre, debutantes con futuro y, por último, participantes que nadie entiende por qué fueron invitados y hasta uno que otro impostor que sabe camuflarse en medio de tanta celebridad.
En gestión, a estos “personajes” los llamamos modas administrativas: Técnicas o herramientas que aparecen de la nada en forma de bestseller, conferencista vende humo o tendencia surgida en alguna startup de Silicon Valley.
Las modas administrativas se caracterizan por tres rasgos particulares:
1. Prometen ser la solución milagrosa para todos los males organizacionales. Lo que las vuelve populares a la velocidad del rayo.
2. Han sido aplicadas en una que otra organización o son recomendadas por algún CEO. Lo que hace que los incautos les otorguen automáticamente el estatus de fórmula infalible.
3. Su rasgo más importante: No tienen mayor sustento epistemológico. Por lo general son ideas recicladas modernizadas con un montón de anglicismos para cautivar desprevenidos.
Fuente: Pixabay, 2020
Al final, estas pseudo teorías o técnicas administrativas terminan con el tiempo ocupando el lugar que merecen: el oblivion o convertirse en una herramienta más dentro de las cientos que tenemos en gestión para resolver problemas organizacionales.
Algunos ejemplos: Reingeniería, Balanced Score Card, TQM, Justo A Tiempo, Benchmarking, Planeación por escenarios, entre tantas otras ya proscritas.
La disciplina administrativa ha dejado de ser una cena de gala para dar paso a un after party en donde todos se creen con el derecho a entrar.
Entre más, mejor, o como dicen en inglés: the more, the merrier, para no desentonar con el lenguaje oficial del new management.
Así que, en los últimos años ha llegado un nuevo grupo de participantes a la fiesta: las metodologías ágiles. Dentro de estas herramientas encontramos SCRUM, Design Sprint, XP, Kanban, Agile Inception y Lean Startup.
Todas estas “metodologías” comparten algo en común: nacieron en el sector tecnológico y gracias al voz a voz fueron llegando al resto del mundo empresarial siendo recibidas con tapete rojo.
La lógica es sencilla: si las empresas tecnológicas más grandes del mundo las usan, ¿por qué una empresa común y corriente no podría aspirar a implementarla?
No dudo de las bondades de las metodologías ágiles, de hecho, las uso en empresas preparadas para el voltaje que implica un esfuerzo maratónico como lo es el agilismo.
Pero, de ahí a pensar que las metodologías ágiles son la manera correcta de abordar todos los asuntos organizacionales es ridícula y refleja la escasa preparación y poca capacidad de reflexión de quienes toman tal decisión.
Fuente: Pixabay, 2020
Las metodologías ágiles son útiles en sectores altamente competidos y en donde las reglas del juego cambian rápida y constantemente. Por ello es vital y lógico querer ser ágil para anticiparse o adaptarse lo más pronto a los cambios.
Por otra parte, esas mismas metodologías son un desastre en empresas tradicionales donde la toma de decisiones, hasta las más triviales, toma semanas, o incluso meses. Esto, debido a la alta concentración del poder en unos pocos cargos, la falta de empoderamiento del personal y la frágil o nula cultura innovadora.
Es común ver como los sprints terminan alargándose a causa de los innumerables incumplimientos en las entregas, la incompetencia del equipo, la indecisión de los “líderes”, la cascada de aprobaciones que requiere una implementación y los ineficientes procesos para poner las mejoras en operación.
Seamos realistas, la mayoría de las empresas no está preparada para trabajar bajo los principios del agilismo.
Sin embargo, muchos consultores las promueven sin ningún criterio simplemente porque está de moda y hay que implementar lo que todo el mundo está implementando para no quedarnos atrás. Como bien reza la frase popular: “antes muerta que sencilla”.
Fuente: Pixabay, 2020
A pesar de la impopularidad que causará entre muchos de mis lectores esta consideración, las metodologías ágiles no son más que una moda administrativa que pasará.
Así como lo leen, serán la próxima estrella fugaz de la galaxia gerencial y en algunos años le cederán su espacio a una nueva tendencia. Y así hasta el fin de los tiempos o hasta que la disciplina administrativa decida volverse una ciencia social seria.
¿Desaparecerán las metodologías ágiles? Bastante improbable, en mi opinión se seguirán usando solo que con más cautela y en casos u organizaciones específicas. Así mismo, como les ha pasado a todas las modas administrativas que las precedieron: se depurarán, tecnificarán y ocuparán un nicho dentro del baúl de herramientas del gerente.
Un ejemplo clásico: El Balanced Score Card o Cuadro de Mando Integral, herramienta que ha evolucionado al punto de requerir software especializado y gente experta para su gestión.
También es posible que las técnicas se desvanezcan pero que la filosofía sobreviva y se vuelva parte de la cultura organizacional. El mejor ejemplo es la calidad total, la cual no puede considerarse hoy una herramienta o técnica sino un principio o forma de entender y asumir los procesos organizacionales.
Fuente: Unsplash, 2020
Nuestro deber es tomarnos el tiempo necesario para reflexionar sobre las herramientas que debemos aplicar en nuestras empresas; tomar decisiones sensatas; fomentar liderazgos reales; tratar a nuestros equipos como pares y no como máquinas innovadoras que deben, si o si, tener ideas disruptivas todos los lunes a las 8:00 a.m.
Las metodologías ágiles ofrecen algo interesante, sin duda, pero no es pertinente sobredimensionar su alcance.
Las utopías son útiles para inspirarse, no para gestionar.
Los gerentes debemos dejar de ser tan influenciables, viendo el santo grial en todas partes.
Muchas, si no la totalidad, de esas promesas no son más que recetas para el éxito que extrañamente se acumulan por montones en las estanterías de las librerías esperando ser compradas a precios de rebaja antes de que llegue el nuevo milagro que las relegue al olvido.
Por: Frank A. Prieto | frank.prieto@lapuntadeliceberg.co
www.lapuntadeliceberg.co | Línea en Estrategia y Desarrollo Organizacional