Empresas en tiempos de Coronavirus

Empresas en tiempos de Coronavirus

Nos llegó de golpe, sin previo aviso y, al parecer, con un extraño origen. El Coronavirus o COVID-19, como lo conocemos, llegó desde Wuhan atentando contra la vida humana y la forma en que la conocíamos hasta ahora. Las calles de las grandes ciudades se encuentran vacías y la conexión virtual, tan mal vista en los años anteriores, se convirtió en nuestro vital contacto humano. 

Por salud y sentido común, los gobiernos dictaminaron confinamiento absoluto. No podemos salir igual que antes y el salir para realizar actividades básicas, se convirtió en un riesgo para nuestro cuerpo, porque existe un virus del que no podemos defendernos fácilmente. Aunque las pandemias se han visto en este planeta desde tiempo inmemoriales, al parecer ésta tiene un efecto de movilización cultural nunca antes visto: el trabajo remoto o teletrabajo. 

Este virus llegó a cambiar lo que antes parecía imposible: trabajo desde casa al 100% para los afortunados. Todos sabemos, en estos momentos, que hay roles indispensables, que no pueden dejar de salir de sus casas para realizar sus trabajos. Eso es comprensible y como seres humanos, debemos tener la capacidad de sentir empatía y agradecimiento por esas personas que siguen saliendo cada día, para que el mundo siga funcionando… O al menos no se desmorone.  

Este virus golpeó con más fuerza a las empresas que no creen en el teletrabajo, que no confían en que sus colaboradores pueden trabajar a la distancia con el mismo nivel de compromiso que tienen al estar sentados en sus puestos. Está obligando a las empresas a tener una transformación digital, por lo menos de pensamiento, porque ojo, múltiples reuniones por Skype, Zoom, Hangouts o la plataforma de su preferencia, no es transformación digital.  

Hay empresas que no pueden parar sus labores, entidades de las que dependen la vida de muchas personas y muchas personas que dependen de que las empresas sigan funcionando, para tener un ingreso que mantenga comida en sus mesas. Pero también se tienen casos de empresas que, aunque pueden, no quieren detenerse. Quieren tener a sus empleados disponibles 24/7 porque “si están en cuarentena, pueden estar trabajando todo el tiempo”, como si tuvieran que reponer el no estar atados a un puesto de trabajo. No piensan en los hijos, familiares o salud mental de sus empleados que necesitan ocuparse de otros quehaceres vinculados al confinamiento. 

Ya no pueden tener en las instalaciones a sus empleados 12 horas o más, con la promesa de la comida y el transporte (si les va bien), solo por el mal funcionamiento de sus procesos. Empresas que pueden soportar su operación desde cualquier lugar del mundo, pero que prefieren burlarse o criticar a los empleados que tienen miedo de contagiarse, porque tienen en casa un hijo que cuidar o una persona de alto riesgo, o porque simplemente sienten incertidumbre de lo que pueda pasar.

Este es un momento crucial para el trabajo como lo conocemos, tanto empresas como empleados. Dicen que muchas cosas cambiarán después de esto: la forma de pensar, la cultura, los objetivos, los estándares, la vida laboral en sí. Es un gran momento para replantearse lo que se busca como empresa y como empleado. 

Ha sido un momento difícil para los emprendimientos y diferentes empresas, pero hay empresas que se han reinventado completamente, que han abierto sus canales digitales, que se están agarrando de las uñas del entorno digital para mover su negocio y mantenerse abierto para no sucumbir ante la crisis. Este es su mejor momento. Y, si esas empresas lo lograron, ¿por qué algunas grandes no?

Es el mejor momento de repensar los procesos, los manejos, el tiempo de los empleados y verlo como una oportunidad de mejorarlos, de valorar más a cada una de las personas que componen la empresa y brindarles el tiempo que necesitan. Por ejemplo, ¿qué tan necesario es que todos lleguen a las 8:00 a.m. a una reunión, si pueden conectarse desde sus hogares una vez cada semana para asistir desde allí?

Para las empresas, es un buen momento de estimar los costos adicionales que tienen en energía, administraciones de edificios y demás, para redirigirlos a sus empleados o encontrar esas fugas de presupuesto, que nadie sabe dónde están (tal vez en comidas y transportes adicionales). 

Para muchas personas, es un momento de medir hasta qué punto están dispuestos a sacrificar el tiempo y, cuando retomemos la vida exterior, empezar a buscar algo que equilibre su vida personal con la laboral. Estarán los que definitivamente necesitan estar todo el día, todos los días en la oficina; así como los que preferirán buscar un camino de trabajo completamente remoto; y los que regresarán tranquilamente al lugar en el que estaban, bajo las condiciones en las que estaban. 

Es un golpe duro para la economía, todos también sabemos eso. Muchas personas tienen en sus redes sociales las reflexiones sobre las pequeñas y medianas empresas, que no pueden detenerse por razones de fuerza mayor, que no pueden pagar a sus empleados los meses completos, que no pueden levantarse de nuevo porque este virus los dejó sin nada; que no se malentienda eso sobre las que pueden y tienen las herramientas para salvaguardar a sus empleados pero deciden no hacerlo. 

Por ahora, muchos países y algunas personas afortunadas, seguiremos trabajando de forma remota, no estaremos a las 8:00 a.m. puntuales en las instalaciones sino conectándonos desde casa, listos para iniciar la jornada sin el cansancio que genera transportarse cada día hasta la oficina. Yo por mi lado, seguiré pensando en lo duro que me dará regresar a la oficina, día tras día. 

Mientras eso sucede, quédense en la casa (los que sus empresas se los permite), lávense las manos, mantengan la distancia entre ustedes e infórmense bien, les comparto esta entrevista de la revista Wired al epidemiólogo Larry Brilliant.


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