Lo que no se cuenta del compromiso . Historias y leyendas que los "ilusionistas" de la palabra nos traen
Varias son las ideas que, como semillas de fruto posterior, se han ido acomodando en nuestros supuestos colectivos. Supuestos que, de encontrarse adecuadamente fundamentados, serán propiciadores de un mejor transitar por la vida. Por contra, "construirse" a partir de infantilismos varios se concretará como una pesadilla.
De sonrisa en sonrisa, de buenismo en buenismo, y de ilusión en ilusión, nos hemos sumergido en la más absoluta de las banalidades.
La sobreactuación constante, la que pretende por elevación impactar como sea, muchas veces nos sitúa al borde de la ceguera intelectual y emocional. La exageración, la que se recrea ante un jefe que, por el mero hecho de serlo, debe pasar a tener la consideración de líder; la del padre que extrañado recibe el consejo de dirigirse ilusionado (¿ilusionado?) a la visita de su hijo que se encuentra gravemente enfermo en el hospital; la del presentador “estrella” que recibe a todos sus invitados con un abrazo (¿qué hará con su familia y amigos?); la de quien por dar patadas a un balón, y ser popular, se le otorga la condición de referente moral, entre otras, han acabado sumergiéndonos en una sociedad de lo más superficial.
En la búsqueda de reflexión te propongo un paseo en compañía por los andurriales de la felicidad, del pensamiento positivo, de la ilusión y "reilusión",de las sesiones motivaciones, y del liderazgo.
Hacer languideciendo no es la respuesta. Comprométete para que todo tu potencial se concrete en acción.
1.-Sobre los devaneos de la Empresa con la Felicidad.
¿Cómo te has sentido cuando tu opinión no ha sido escuchada? ¿Y cuándo el trato recibido se concreta desconsiderado o tu cometido carece de sentido? ¿Decepción, desasosiego, malhumor, quizás malestar, quizás un dolor punzante en el pecho, quizás…?
Esas son las preguntas a las que la empresa comprometida debiera dar respuesta adecuada. Comprometida con la escucha atenta de opinión, con el trato digno y considerado, con el marco de referencia ético al cual poder acomodar la conducta. Ese, y no otro, es el ámbito que le corresponde a la misma. Procurar que el “nido” proporcionado por ella sea lo más confortable posible.
Como consecuencia, el empleado (directivo o no), se encontrará satisfecho, reconocido, alegre, y pimpante…pero feliz, no. La felicidad es cosa bien distinta.
Viktor Frankl, autor de El Hombre en busca de sentido, rezaba en una de sus sentencias: “La felicidad es como una mariposa. Cuánto más la persigues más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida”.
La felicidad, ni se persigue, ni se otorga; en todo caso, nace de su olvido. A la empresa no le corresponde hacer felices a sus colaboradores. No existe la empresa que te pueda hacer feliz. Sí, por el contrario, puede existir la que de forma comprometida persiga tu bienestar.
2.-Sobre la "Ñoñez" del Pensamiento Positivo (que no psicología positiva).
¿Qué piensas cuando te recomiendan que abraces, que seas generoso o quizás amoroso, porque las personas felices lo hacen y tú quieres serlo? ¿De verdad crees que la respuesta se encuentra en plagiar los comportamientos de las personas que se tienen por felices?
Veamos: ¿Por nadar como los peces en el mar eres pez? ¿Y por conducir como Hamilton, un coche Mercedes, eres Hamilton? La respuesta resulta evidente. Entonces, ¿por qué dar credibilidad a consejos tan infantiles?
A caballo del pensamiento positivo (que no psicología positiva) se ha generado una corriente de opinión auspiciada por un sinfín de libros de autoayuda, ponentes y, motivadores, de la “ilusión”.
La lógica del planteamiento inicial, parece (solo parece) de lo más robusta. No obstante, de ahondar en ella, veremos fácilmente hacia dónde nos encamina: como yo quiero ser feliz -y las personas felices son generosas- seré generoso; como yo quiero ser feliz -y las personas felices son amorosas- me mostraré amoroso, como yo…
Yo, yo, y yo, y después de otro yo más, todo lo demás. Justo el camino contrario, el del egoísmo. El pensamiento positivo nos ha situado en una vía emocional de una sola dimensión: positiva o negativa; con grave olvido de otro tipo de impulsos emocionales que, situados en otras dimensiones y teniendo su razón de ser, también cumplen su función.
Tras él, se encuentra la ola de buenismo que nos invade. Como consecuencia, hay una tendencia a valorar como patológicas conductas que hasta hace bien poco tenían la consideración de normales: la rabia ocasionada por una injusticia, la angustia por un despido, el período de duelo que acompaña al desencuentro amoroso o al fallecimiento de un familiar, incluso a las rabietas más o menos frecuentes de nuestros hijos.
Debemos acabar con la tiranía de lo positivo para centrarnos en la realidad de lo que son las cosas: el esfuerzo, la entrega generosa, el coraje, y, sobre todo, el compromiso con los principios de justicia, servicio, entrega, bien común… que hacen posible la excelencia en el ser humano. Ocultarse tras el velo de lo positivo, solo empuja hacia un infantilismo irresponsable del que, tapándose los ojos, evita ver lo que por ingrato le molesta.
3.-Sobre la escasa importancia de La Ilusión y La Reilusión en el logro de nuestros sueños.
¿Tomarías, con el ánimo de sentirte feliz, una sustancia que alienándote te mostrara todo de color de rosa? -La sonrisa y el jolgorio, quedando garantizados, nos mostrarían dueños de nuestra felicidad (¿felicidad?)-.
La respuesta más que habitual es: no; no, porque se desea vivir lo que la vida nos trae, porque se quiere sentir que tenemos algo que hacer al respecto; porque en definitiva necesitamos que nuestra voluntad se exprese.
Habitualmente se presenta a la ilusión, y a la alegría saltarina, sinónimas de felicidad; como si la misma no pudiera cobijarse tras una mente serena y reflexiva o en la paz derivada de quien hizo lo posible a pesar de no haber alcanzado el logro deseado o quizás… ¡váyase a saber dónde la encuentra cada cual!
En cuanto a la motivación, significando haber encontrado un motivo para la acción, tampoco debiera presentarse como sinónima de ilusión o de reilusión.
La hilatura natural que “cose” nuestro comportamiento, nace, o de la expresión comprometida con los principios éticos o de nuestros solos intereses.
La persona comprometida, supedita su estado de ánimo a la obligación (acción disciplinada); la que no, vive instalada en sus egoísmos (no es disciplinada).
La ilusión, la reilusión, y la motivación -entendida como aquello que nos gusta hacer-, son ídolos con pies de barro. El compromiso, además de ilusionante, puede y debe ser responsable con el sentido del deber y con la entrega amorosa.
En el pódium de los valores que impulsan a la persona; la ilusión, y la reilusión, merecerían el bronce o la plata; el oro, ya se sabe, siempre colgará de la actitud comprometida.
El combustible que impulsa la vida se encuentra en el compromiso; compromiso que alcanzará su máxima expresión en la trascendencia de ayudar a los demás en un mejor vivir. La ilusión, y la reilusión, son valores, en todo caso, supeditados al compromiso.
4.- Sobre Las Sesiones Motivacionales y el soma de Aldous Huxley en “Un Mundo Feliz”
¿Cuánto te ha cambiado la vida después de una sesión motivacional –en el caso de que hayas acudido a una-? ¿Entender es suficiente?
Siendo el objetivo de las mismas impregnar de ilusión a un colectivo, se valen de una historia de logro en un ambiente de grave infortunio personal para extraer, como conclusión, la idea de que si en situación tan penosa el actor de la misma había sido capaz de manifestarse como persona ilusionada, el auditorio, sometido a situaciones mucho menos estresantes ¿cómo no va a conseguir emular tal hazaña? Si además, dotamos a la charla de un tono vibrante y enaltecido, el entusiasmo de los asistentes y el triunfo del ponente estarán más que garantizados.
Pero ¿cuál es su logro si entendido el mensaje no se incorpora como hábito? A la mañana siguiente, y reconfortados por tan brillante exposición, nos topamos de bruces con la realidad de lo que la vida es: entender no es suficiente, además, y fundamentalmente, debemos concretarnos en acción, y eso, la charla por muy motivadora que sea, no lo consigue.
Si lo pretendido fuera distraer o entretener al personal. ¡Adelante! Sesión motivadora, monólogo divertido o algún número de magia parecerán adecuados. Pero si lo que se pretende es llegar al corazón de la persona, la fórmula resulta equivocada.
Los fuegos de artificio, entreteniendo al personal, dejan al descubierto la falta de compromiso sincero con el auditorio. Se me antojan similares al “soma” del que se valía Aldous Huxley en “Un Mundo Feliz” para adormecer de buenismo a las conciencias.
5.-Sobre El liderazgo que, no siéndolo, muchos piensan que es.
¿Calificarías de líder a quien tiene por bandera hacer el mal? ¿Cómo te sentirías al saber que tu hijo (en el caso de que lo tuvieras) colabora con él? Si la primera respuesta fue sí; quizás con la segunda te afloren dudas.
Liderar, implica elegir, y elegir bien, esto es con criterio. Al liderazgo se asciende por los escalones del desarrollo comprometido con nuestras potencialidades (debemos hacer justicia a las mismas): intelectuales (saber); emocionales (sentir); de coraje (ejecución); y, por último, de criterio ético (principios).
Se asocia liderazgo con jefatura, a pesar de que en el liderazgo se adivinan otras dimensiones que nada tienen que ver con ella. Siendo así, el término se ha acabado corrompiendo.
Liderar, implica emplearse de forma inspiradora en todas las dimensiones vitales de la persona (familiar, social, y laboral). Liderar, supone hacer bien el bien, esto es, con criterio ético.
Habitualmente, cuando se apela al liderazgo se hace en atención a lo puramente eficaz dejando los aspectos éticos de lado; es por ello que sin rubor alguno se consideran líderes a personajes como Hitler, Al Capone…
Liderar es comprometerse con el bien. El liderazgo, para que pueda ser calificado como tal, se debe a la ética, alcanzando a todos los roles posibles de la persona.
Santiago Ávila es autor de La gestión emocional y Aprendiendo a liderar de la Editorial Pearson
Socio Director Executives On Go. Profesor Contratado Doctor y de Universidad Privada por ANECA.
8 añosMe alegro que te haya resultado interesante. Gracias Juan Carlos por tu comentario. Saludos cordiales.
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8 añosGran aporte. Gracias por recomendarlo. Gracias Santiago.
Electrical Designer + Compositor y letrista de Canciones Personalizadas utilizando IA
8 añosHay cosas que estoy totalmente de acuerdo.. Tiramos de estímulos banales para no llorar por la realidad que vivimos en general. Aunque a veces hay que mirar adelante y no lamentarse por lo que a uno le obligan a vivir ( mereciéndolo o no). Jefe vs líder...? No estoy de acuerdo. Un buen jefe no es solo el que paga "qui paga mana". Una empresa tiene la filosofía que sus jefes/dueños/directivos tienen. No veo que menciones la empatia.