Ricardo Contreras Soto, Nicolás Contreras Ruíz y Ricardo Antonio Tena Núñez
(Este artículo es parte del libro sobre Desigualdad Cultural, Educación y Pobreza, que se está trabajando, se comparte los avances por este medio).
En el fondo de la desigualdad cultural está la fragmentación en las formas de auto pensarse, ha llegado a la descontextualización del sujeto, que no parte de ningún referente al que está vinculado en la sociedad, no habla de la tierra donde nació, no se considera animal, mamífero, de la familia a la que pertenece, es una representación enfermiza y nociva, su identidad desde la orfandad se representa de manera aislada como “sujeto”, “yo”, “individuo”, “persona”, “ciudadano”, … solo sin un lazo que lo una, una invención egoísta que carga a cuestas y eso lo hizo alguien que no vio, lo hizo alguien que no escucho, la representación del individuo rompe con su historia, su identidad para dejarlo desnudo en el frio, en la soledad, ¿Quién es él? ¿el hombre?, el ente que tiene voluntad. Bajo la tradición cristiana “el amor al prójimo como así mismo” (en la tradición maya Yail), quedó olvidado en el “yo”, no en el “nosotros”, es decir, el yo se olvidó del otro. El cuidado del yo terminó en egoísmo. Su análogo metafórico fue el país y su frontera como un yo ampliado. El otro yo ampliado en el imaginario es “dios”. No hay diferencias, no hay grupos, no hay identidades. Este es el derecho liberal solo la relación entre ciudadano y Estado. La valoración de la racionalidad como criterio determinante en el conocer. No hay más sentimientos, no hay otras percepciones, no hay más interpretaciones, las narrativas empiezan en el sujeto, había un país, había una persona, había un planeta. La libertad es el sujeto. El opresor es el sujeto. “todos somos sujetos”, que en el eco de la cacofonía significa cada quien está solo y solo debe de sobrevivir. En esta confusión solo vemos el espejo del reflejo del sujeto infinitamente. Es la naturaleza del hombre cuando hablamos de su doble moral, cuando valoramos su ética, naturalizamos la corrupción, la ambición, su sentido de vida (quedó encerrado). Por eso es el tirano y el redentor, el hombre. Aún más está metafísica ha justificado (la ciencia económica) como el motivo de que la gente o los países produzcan, sea rentables las actividades, sean ricos, en la opción racional (ambición + la razón). A imagen y semejanza de otros hombres pero distinto en su unicidad, no se sabe quienes son sus procreadores, no sabe quién es su clan, el monismo como discurso de comportamiento nomotético, el antropocentrismo como narrativa dominante, ecocida, pieza de museo del sujeto en otra época, replica del espejo de agua de narciso, él verá por él, él será él, ninguna relación, ningún vínculo, porque es él replicado en otros, entonces solo se habla de los grandes hombres, porque los pobres son unidades estadísticas de consumo y autoconsumo. Y la casa dónde nacimos ¿no tiene que ver con más personas?, ni la tribu, ni la nación, ¿y la casa? Que se habita con otras especies, su cuidado, el cuidado de la tierra, la responsabilidad que hay sobre todos, ¿dónde quedó?, ¿la tierra dónde quedó?, ¿las especies dónde quedaron?, ¿dónde quedaron las distintas culturas?, los círculos concéntricos que van del sujeto al universo en distintas escalas ya sé agotó, no nos puede explicar más que el egocentrismo, etnocentrismo, ecocidio, el antropocentrismo, el razón - centrismo, la justificación de desigualdades y la concentración imbécil de la riqueza. El abuso de unos sobre otros. La conquista y el imperio. El centro y sus colonias. La jerarquías. Tambalea esta ideología. El mono desnudado es necesario estructurarlo y ubicarlo en el contexto.