En facilito
Monica Briançon Messinger
Gerente propietaria de Valor Agregado. Premio Nacional de Periodismo especializado en banca, Bisa 2012. Empresaria. Gestora de prensa.
El 40% de los votantes en Bolivia son “changos”. Se estima que el año pasado votaron hombres y mujeres entre los 18 a los 35 años. El publicista Fede Morón, además de este dato, dice que el 63% de ellos no quiere saber de partidos políticos ni involucrarse en la política partidaria.
Sin embargo, dice que el 67% de estos changuitos, quiere estar involucrado en mejorar su ciudad y acercarse a la generación X, a la que probablemente miran con cierto respeto y admiración.
Hay tres temas que les importan: desempleo, medio ambiente y corrupción. No quieren estudios estadísticos complicados ni enredarse con números para, como dice Morón, cometer una “linerada”.
El primer tema que les importa es esencial y no lo es sólo para ellos, sino para el grueso de la población, dados los índices de subempleo.
Es más trascendental para una ciudad como Cochabamba, porque aquí no abunda el empleo bien remunerado y sí, más bien, una amplia economía informal compuesta por vendedores callejeros, transportistas y comerciantes.
Para revertir esta situación es prioritario transformar al aparato productivo departamental y sacarlo de la informalidad. Está bien que se pueda soñar con ser de nuevo el granero de Bolivia, pero se puede unir a este sueño la tan mentada economía naranja.
Se llama así porque el color naranja está asociado a la creatividad. Este modelo implica convertir al talento en dinero a través de proyectos que conviertan las ideas en acciones productivas, fomentando la creatividad, las habilidades y el ingenio de los emprendedores.
Una idea naranja es la de Feicobol. Propone que Cochabamba se convierta en un destino turístico de negocios. Para eso busca la construcción de un pabellón moderno en el campo ferial de Alalay, cuya inversión bordea los ocho millones de dólares.
La sola construcción generaría una buena cantidad de empleos, pero si afinamos bien la puntería y transformamos a la Llajta en un destino turístico de negocios y de servicios, podemos tener más y mejores resultados que tan solo levantando un nuevo pabellón.
Así que, dicho en facilito, es vital que la alcaldía se comprometa con la organización ferial, se unan los actores, apuesten por la modernización del campo ferial y consoliden a ese lugar como un moderno centro de negocios.
Es más, puede ir aún más lejos y generar creíbles campañas para reverdecer a la ciudad y hacerla más atractiva para propios y extraños, puede anular los favoritismos y las cuotitas de poder y, de una vez por todas, crear empleo digno y estable.