En un cambio de era, ROMPe.

En el escenario actual y de forma transversal se presentan, de manera fácilmente identificable, una serie de características comunes a los cambios de era experimentados a lo largo de la historia evolutiva de la humanidad. Un ejercicio de síntesis elemental, en una palabra, permite afirmar que todo cambio de era se produce como resultado de la innovación. Innovación concretada, en cada momento de la historia, en nuevos recursos, nuevas metodologías, descubrimientos científicos, tecnológicos, etc.; que posibilita el desarrollo personal y colectivo, en la medida en que las citadas novedades se adoptan, con carácter general, en dos líneas de acción:

• hacer mejor lo que ya se hacía, en un amplio sentido del término.

Y lo que es realmente disruptivo y transformador,

• hacer las cosas correctas, dejando de hacer lo que no aportaba valor comparativamente, por saber tomar mejores decisiones.

En definitiva, un cambio profundo y revolucionario en fundamentos críticos hasta ese momento y que siempre ha conllevado la eliminación de aquellos elementos no preparados para evolucionar. Innovación y cambio son, por tanto, dos términos íntimamente vinculados que se retroalimentan.

La opción más saludable, la que permite adaptarse, es romper.

Dos de las diversas acepciones que proporciona la RAE.

• Tener principio, empezar, comenzar, brotar.
• Resolverse a la ejecución de algo en que se hallaba dificultad.

Y también, una más metafórica que resulta ilustrativa.

• Dicho de un astro o de la luz: Vencer con su claridad, descubriéndose a la vista, el impedimento que lo ocultaba.

Más allá de la definición encontrada en un diccionario, mi concepción de romper es la combinación, sostenida en el tiempo, de dos elementos: actitud y acción. La esencia de ROMPe®-Readiness Operative Management Partners, que ponemos en práctica para entregar soluciones que impulsan el desarrollo de las empresas. Ambas imprescindibles, tanto en nosotros, como en las personas con quienes colaboramos y quieren cambiar y asumir el reto que implica.

Si no fuera por las emociones, gestionar sería sencillo.

Cambiar causa una mezcla muy intensa y amplia de emociones en las personas. Abordar cualquier iniciativa de cambio sin tener en cuenta este impacto, en nosotros y en quienes se encuentran en el mismo ecosistema, es abonar el terreno al despilfarro y al abandono. Seguro que lo hemos experimentado de alguna manera a lo largo de nuestra vida con diversos argumentos referentes al fin y los medios. ¿Qué emociones os evoca?

Cambiar es una decisión personal que, con la determinación, confianza y constancia adecuadas, ofrecerá resultados transformadores y nos situarán en el escenario que deseamos, en lugar de en otro que sea un mero escape de la situación previa.

En no pocas ocasiones me he cruzado y me cruzo con personas que no creen en que cambiar es una opción a su alcance. En estos casos, me gusta pensar en dos reflexiones:

• A nadie escuché, ni he leído nunca que cambiar sea fácil y cómodo.
• Las circunstancias presentes no determinan hacia donde puedes ir. Únicamente fijan el punto de partida.

Y en que la Edad de Piedra no finalizó por carencia de rocas, ¿no os parece?

¡Feliz curso!