Energías renovables. Así sí.
Durante los años 80 del pasado siglo XX se popularizó la expresión NIMBY, acrónimo de “Not in my backyard”. Se usaba para referirse a los grupos de ciudadanos que se organizaban para protestar contra instalaciones y actividades que se implantaban cerca de sus zonas de residencia y a las que consideraban peligrosas o molestas. Con el tiempo la expresión se ha castellanizado como SPAN (acrónimo de “Sí, pero aquí no”) y revela con más claridad que la versión original que estos grupos no están en contra de que esas actividades se lleven a cabo, sino de dónde lo hacen.
En la línea del movimiento NIMBY, hemos visto recientemente en España manifestaciones que denunciaban uno de los modelos que había regido hasta ahora la implantación de energías renovables. El pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, tuvo lugar una de estas manifestaciones en Santiago de Compostela y estaba encabezada por pancartas en las que se podía leer “Sacrificio do rural, beneficio do capital” o “Eólica, Así Non”. Ante esto cabe hacerse, al menos, dos preguntas: ¿Cómo es “así”? Y, si no es “así”, ¿cómo ha de ser?
Respecto a la primera cuestión, lo que se quiere dejar atrás es una forma de despliegue de las energías renovables que no ha tenido suficientemente en cuenta el entorno social en que se asientan. En muchos casos se trata de zonas rurales que enfrentan serios problemas de despoblación, envejecimiento y carencias en los servicios públicos más básicos. Por ello, y respondiendo a la segunda cuestión, cada vez se vuelve más necesario que junto a la protección del medio ambiente y del patrimonio se tenga en cuenta de forma específica la protección del tejido social afectado.
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En este contexto, el pasado 10 de junio, con la publicación por parte del MITERD del concurso de capacidad de acceso a 17 nudos de la red de transporte de electricidad, se hizo honor a los dos elementos que dan nombre al Ministerio: el concurso ha previsto considerar tanto criterios socioeconómicos como ambientales que vayan en línea con la creación de riqueza en los territorios donde se ubiquen las instalaciones y la protección de su entorno natural. Los criterios socioeconómicos previstos tendrán en cuenta el número de empleos directos creados en las zonas de implantación del proyecto, el porcentaje de participación de inversores, empresas y administraciones locales; la menor expropiación de terrenos y el impacto en la cadena de valor industrial. Pero, además de esto, de cara al concurso se valorará si la implantación de energías renovables se hace en una zona considerada de reto demográfico y si se diseñan mecanismos de reinversión que permitan que una parte de los ingresos generados revierta sobre los mismos municipios en que se integra. De esta forma, se avanza hacia una forma de generación de energías limpias que redunda positivamente en los territorios que la sostienen y se abre una vía de mejoras sociales que está siendo demandada desde la sociedad civil.
En el futuro que se dibuja, la promoción y posterior construcción de instalaciones de energías renovables deben estar de acuerdo con los principios de competitividad y sostenibilidad económica, social y medioambiental, la cohesión territorial y la eficiencia energética y la complejidad funcional, mediante una ocupación territorial eficiente, permitiendo la implantación de las instalaciones en un contexto rural seguro, salubre, accesible, de calidad adecuada e integrado socialmente y que minimicen las emisiones contaminantes y de gases de efecto invernadero, el consumo de agua, energía y la producción de residuos.
En síntesis, partimos de un amplio respaldo hacia una transición ecológica en la que las energías renovables tengan cada vez más peso, pero es necesario tener en cuenta las características y necesidades socioeconómicas de las zonas donde se generan. Desde el MITERD ya se están dando pasos para considerarlas como un componente clave en la valoración de las propuestas que se presenten a los concursos de capacidad y cada vez va a ser más necesario tenerlas en cuenta en el diseño de nuevas instalaciones de energías renovables que quieran presentar propuestas competitivas. Los mecanismos de reinversión pueden ayudar a que el desarrollo se traslade a las economías locales y prestar una ayuda importante ante el reto demográfico, con la generación de empleo local, la mejora de servicios y la fijación de población. Aunque el reto demográfico sea un problema complejo, con muchas aristas y sin una solución única, no hay duda de que estas medidas pueden prestar una valiosa ayuda para afrontarlo.
Copywriter
2 años¡Muy interesante!