Enredo Tributario 6: El contador no tiene la culpa

En la última conferencia que dicté esta semana, hablando de las cargas impositivas de 2019, mencioné: “cuando llegue el momento de presentar la declaración de renta en agosto o septiembre de 2020, no vayan a ‘desquitarse’ con el contador, ya que él no tiene la culpa”…una risa generalizada se escuchó por todo el auditorio, e intuí en ese momento que cada vez que llega el momento de presentar la declaración de renta, aparece alguna sorpresa y, claro, el contribuyente le echa la culpa al contador que hace la declaración de renta. Y no, nada más alejado de al realidad.

La declaración de renta refleja lo ocurrido en temas de renta en un año calendario. Así, la declaración que vamos a presentar en agosto de 2019, refleja lo que sucedió entre el 1 de enero y el 31 de diciembre del año inmediatamente anterior. Y ya en ese último día, a las 23:59:59 horas (justo antes de las 12 campanadas y las uvas de año nuevo), lo “que fue, fue”, es decir, ya lo que sucedió en materia de impuesto de renta, sucedió. Y eso es lo que va a estar reflejado en la declaración de renta que haga el contador en agosto de este año.

Si nos vamos adelante en el futuro, lo que suceda hasta el 31 de diciembre de 2019, lo veremos reflejado en la declaración de renta a presentar en agosto de 2020. El problema, realmente, surge porque con los cambios tributarios que introdujo la Ley 1943 de 2018, muchas personas van a ver efectos sobre los impuestos a pagar, y la experiencia me indica que son muy pocas (y quizá valga la pena poner resaltado el “muy pocas”) las personas que logran darse cuenta de los efectos tributarios anticipadamente. Esto lleva a que no se planee de forma eficiente, y vengan las sorpresas más adelante, cuando ya no hay anda que hacer.

Un ejemplo, es el tema de las retenciones en la fuente: con el nuevo sistema cedular (donde se unificaron tres cédulas en una sola, denominada Cédula General), a muchas personas les están practicando retenciones que son bajas respecto al impuesto a cargo que van a ver en su declaración de renta que presenten en 2020, y llegado el momento, van a tener que pagar la diferencia. Si hoy esas personas le dijeran a sus pagadores que les aumentaran la retención practicada, el próximo año la diferencia que van a ver sería menor.

Sin embargo, donde  encuentro mayor desconocimiento y donde la capacidad de abstracción no alcanza, es en el efecto que va a tener la derogatoria del Componente Inflacionario. Esto nace del artículo 122 de la Ley 1943, donde derogó los artículos 38 a 41 del Estatuto Tributario, y de esta manera, los rendimientos o intereses que generen instrumentos financieros como los depósitos a término, serán un ingreso gravable en su totalidad. Hasta 2018 esta situación era diferente, puesto que más del 50% (la mayoría de los años) de los ingresos generados por los rendimientos, no tenían efecto tributario, pues eran catalogados como Ingresos No Constitutivos de Renta (que, en términos sencillo, son ingresos reales, ciertos y palpables; pero que no cuentan para cuando se debe declarar la renta generada)…es por eso, que mucha gente no alcanza a darse cuenta de la magnitud del impacto, pues no se notará en la declaración de renta que se presente este año (que repito, recoge lo que se hizo en 2018, donde todavía el componente inflacionario estaba vigente).

Hemos simulado varios casos, sin embargo les diré que, una persona que recibe al año $100 millones de rendimientos (supongamos que sea su único ingreso), hasta 2018 pagaba $350 mil de impuesto; con el cambio, desde este año pagará $12 millones (cifras redondeadas, para hacer fácil el entendimiento).

Así las cosas, lo mejor es empezar a anticipar los efectos tributarios que tendrán los cambios de la ley…si no sabe cómo, pregúntele a su contador (recuerde, él no tiene la culpa, solo refleja los que sucedió en el año anterior); y, también, a su Planeador Financiero…de seguro que será de mucha ayuda hablar con este último (de verdad, tome muy seriamente este último consejo).

Para los créditos finales, una foto de Ben Affleck de la película The Accountant (que es, quizá, la única situación donde el contador sí tuvo la culpa)