Entrevista Revista Forbes: La economía española necesita del ‘seny’ para crecer más
¿Son factibles las previsiones macroeconómicas del Gobierno?
El Gobierno rebajó, a mediados del pasado mes de Octubre, tres décimas su previsión de crecimiento para 2018 por la crisis en Cataluña, esto es, un alza del PIB del 2,3% frente al 2,6% anterior, manteniendo la reducción de la tasa de paro hasta el 15,5% en media anual en 2018.
El déficit del conjunto de las administraciones públicas españolas se situará en el 2,3% del PIB a finales de 2018, lo que supone una décima más de lo acordado con la Comisión Europea (2,2%). Así lo recoge el Plan Presupuestario 2018, remitido por el Gobierno a Bruselas ante la imposibilidad de presentar un proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) por la inestabilidad política generada por la deriva independentista en Cataluña.
Las nuevas previsiones incorporan una ligera desaceleración económica, pero que también tienen en cuenta una ligera contención de la demanda interna, resultado del impacto negativo asociado a la actual situación política en Cataluña.
En cuanto al 2017, el Gobierno ha elevado en una décima su previsión de crecimiento del PIB para este año, del 3% al 3,1%.
La desaceleración refleja la moderación del ciclo económico, pero también una ligera contención de la demanda interna, resultado del impacto negativo derivado de la incertidumbre asociada a la actual situación política en Cataluña y de la ausencia de un instrumento básico de política económica como son los Presupuestos Generales del Estado.
En principio, parece que está revisión a la baja es moderada y basada más en aspectos macro de nuestra economía, que en los aspectos puramente políticos que trae consigo la situación de Cataluña. La desaceleración económica era esperada y por tanto, parecen razonables las nuevas estimaciones.
¿El riesgo político (Cataluña) es limitado en el tiempo?
Está claro que la situación de Cataluña va a perdurar en el tiempo… las elecciones del 21 de Diciembre, sus resultados y posibles pactos de Gobierno, juicio contra los encausados y su situación política si se presentan a los comicios, etc.
Agencias como S&P han manifestado que el pulso independentista podría acabar lastrando a Cataluña (B+ con perspectiva negativa) y de que prolongarse la incertidumbre amenaza con tener impacto en los bancos y grandes empresas con exposición a Cataluña, mientras que el impacto de rating para España no tendría impacto (BBB+, con perspectiva positiva).
La sacudida bursátil que ha sufrido la Bolsa española a causa del desafío independentista catalán y la crisis institucional abierta con el Gobierno de Mariano Rajoy puede ser ahora considerada como una oportunidad para volver a comprar. Ya hay entidades que han decidido sobreponderar la Bolsa española y que el Ibex superará al resto de Bolsa europeas en los próximos meses.
A pesar de las buenas perspectivas para la economía global, ¿qué riesgos podrían amenazarla? ¿La inflación, las burbujas de activos que tantos economistas señalan?
La actividad económica global ha ganado en intensidad en 2017, pero no se puede corroborar que la recuperación sea completa.
El FMI estima la previsión de crecimiento en un 3,6%, respecto a 2016, el más débil, en cuanto a dinamismo, desde el inicio de la crisis financiera.
Para 2018, la estimación de crecimiento mundial está en un 3,7%. Esta ligera mejora se basa en la mejoría de las coyunturas de Japón, la zona del euro, los países emergentes de Europa y Asia, y de Rusia, frente al parón de EEUU y Reino Unido.
Si miramos a los riesgos, la economía está todavía sometida a una serie de tensiones sistémicas. Los precios de las materias primas y de la energía se han estabilizado (previsión de 50 dólares por barril este año y en 2018), al igual que la inflación de las naciones de rentas altas (en torno a 1,7%), lo que revela una nítida ralentización de las decisiones para impulsar el consumo y la inversión, en otras palabras, de la demanda interna. Los mercados financieros no acaban de conseguir la velocidad de crucero que conduciría a un normal retorno de beneficios, ya que los balances de las empresas todavía se ven lastrados por significativos importes de deuda.
En el horizonte, el endeudamiento global y los excesos de liquidez propiciados por largos años de políticas monetarias expansivas con tipos de interés próximos a cero y que han situado en el mercado billones de dólares, ha configurado una nueva burbuja que, de explotar, desembocaría en otro credit-crunch. Las economías avanzadas ni han recuperado los niveles de crecimiento previos a la crisis ni han acometido suficientes acopios de riqueza como para reducir sus tasas de endeudamiento.
La economía global tiene un problema de asimetría, principalmente por la composición de sus rúbricas; el sector exterior capitaliza el 75% de la recuperación, en contraste con el débil repunte la actividad y salarios domésticos, que evolucionan muy por debajo de las cotas de recuperaciones precedentes.
Sobre la inflación. ¿Podría darse un escenario en el que los bancos centrales podrían ir subiendo los tipos (la fed ya lo ha hecho) para evitar esas burbujas más que por un repunte de la inflación.
La FED mantuvo los tipos de interés el 1 de noviembre en el rango de 1-1,25% y se mantienen las expectativas de que se suban el 13 de diciembre, una fecha que por otra parte suele gustar a la entidad, como muestra tenemos que en los dos últimos ejercicios ha sido el mes elegido para subir las tasas.
La inflación se mantiene por debajo del objetivo del 2% y el programa de normalización del balance que se puso en marcha el pasado mes sigue vigente (cuantía mensual obligatoria de 6.000 millones de dólares que se debe dejar de reinvertir en bonos del Tesoro, y todos los bonos que venzan fuera de la fecha señalada se podrán mantener en el balance a través de recompras. El límite se irá incrementando en tramos de 6.000 millones de dólares cada 3 meses durante un año hasta llegar a los 30.000 millones de dólares). Esto podría endurecer las condiciones financieras antes de que la economía del país esté preparada para ello. Veremos al dólar como una divisa fuerte.
El Banco de Japón mantuvo su programa de flexibilización monetaria en busca de una subida estable de precios en torno al 2 % que es el objetivo para dar por cerrada la fase deflacionaria en el año 2019. Así pues, mantienen el volumen de compras de bonos con la finalidad de mantener el bono a 10 años en torno al 0 %. También mantiene en el -0,1 % el tipo a corto plazo que aplica a determinados depósitos con el fin de estimular el crédito. El yen, por tanto, mostrará debilidades.
El Banco Central Europeo anunció lo que ya se venía anticipando, que reduce sus compras de activos a la mitad hasta 30.000 millones mensuales, pero las prolonga hasta septiembre de 2018. Lo más importante e interesante es que se mantienen los tipos de interés al 0% y es posible que no se suban hasta finales de 2019, o principios de 2020.
En definitiva, las subidas de tipos por parte de los bancos centrales van a ser todavía muy, muy moderadas, ya que la inflación no está en los niveles objetivo y, por otro lado, las economías no se han reactivado al ritmo esperado.
No parece que el BCE vaya a subir tipos hasta 2019. ¿La prudencia del banco central podría estar basada en que aún la recuperación y la corrección de los desequilibrios no son tan evidentes?
Como comentaba, el Banco Central Europeo reduce sus compras de activos a la mitad hasta 30.000 millones mensuales, pero las prolonga hasta septiembre de 2018, manteniendo los tipos de interés al 0% probablemente hasta finales de 2019, o principios de 2020.
Europa se está recuperando de la peor crisis financiera en décadas. Sin embargo, a pesar de los signos alentadores que se han vuelto cada vez más visibles desde el comienzo de este año, ésta se relaciona principalmente con una recuperación cíclica en lugar de un crecimiento fuerte, equilibrado y sostenible.
Con el consumo privado impulsando constantemente el crecimiento y el comercio exterior expandiéndose moderadamente, el crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) de la UE se espera que alcance el 1,9 % este año.
No cabe duda de que después de años de crisis, Europa ha entrado con éxito en una recuperación cíclica de base amplia, lo que se confirma mediante datos alentadores como una tasa de desempleo decreciente y una creciente tasa de inflación general, entre otros. Sin embargo, el potencial económico de Europa se mantiene por debajo de su nivel anterior a la crisis.
La política monetaria flexible del Banco Central Europeo ha conseguido preservar el euro, evitando el derrumbe de la moneda única, la recesión a largo plazo y la deflación; El paquete de herramientas de política monetaria flexible, incluyendo un tipo de interés cero más compras masivas de activos de más de dos billones de euros (2,4 billones de dólares) hasta agosto, han estado funcionando en la zona del euro, pero a su vez han provocado la adicción de la recuperación al dinero barato proporcionado por el Eurosistema, por lo que el BCE sigue sin tener la suficiente confianza para disminuir la flexibilización cuantitativa.
La política monetaria por sí sola no es suficiente para impulsar la economía, debiendo los países acelerar la política fiscal, así como las reformas estructurales tanto a nivel de la UE como a nivel nacional.
De hecho, la inversión ha contribuido mucho menos al crecimiento en Europa en el actual contexto de desapalancamiento y consolidación fiscal.
Perdidos los estímulos fiscales y el bajo precio del crudo, ¿cuáles serán los motores del crecimiento de España a partir de 2018?
A partir de 2019, la economía española perderá su fortaleza si no hay medidas estructurales.
Hay un elemento importante que puede afectar al crecimiento en el corto y medio plazo: la ausencia de reformas estructurales que sigan liberalizando la economía española y que permitan una reducción de la deuda pública, que en la actualidad roza el 100% del Producto Interior Bruto.
Existe riesgo de que se produzca una notable desaceleración del PIB en los próximos ejercicios, abandonando los repuntes cercanos al 3% de años anteriores. La economía puede crecer un 3,1% en 2017 y un 2,6% en 2018. La desaceleración esperada para el próximo año se debe al desafío soberanista a la pérdida de vigor como consecuencia de la ausencia de reformas.
El riesgo está en una parálisis en las reformas y en el esfuerzo de contención de la deuda pública.
Es en 2019 cuando está previsto que el Banco Central Europeo vuelva a retomar las subidas de tipos de interés en la eurozona, un elemento que presionará a las finanzas públicas y, en menor medida, a las de los hogares y las empresas (que en los últimos tiempos han reduciendo notablemente su endeudamiento respecto a las cifras registradas antes del estallido de la crisis). Si el BCE retrasa esta vuelta a la ortodoxia monetaria, España tendrá más margen para aprobar las citadas reformas.