Es más importante despedir que contratar
Ah, la dulce ironía de las organizaciones modernas, que en un intento por atraer talento, invierten miles, ¡no! Millones de dólares en procesos de contratación. Crean programas de reclutamiento que parecen más complicados que armar un mueble sin instrucciones. Organizan ferias de trabajo que parecen desfiles de moda, con sus colaboradores sonrientes, uniformados, y la promesa de un futuro brillante donde hasta el café es gratis... ¡peeeeeero!
¿Qué pasa cuando dan las 12 de la noche y la cenicienta debe volver a casa? ¿Qué sucede cuando el carruaje se convierte en calabaza y es hora de decir adiós a un colaborador? Ya sea porque se retira, se va a mejor vida (literalmente), o porque simplemente se ha cumplido su ciclo en la empresa. ¡Puf! Ahí es cuando todo se desmorona.
Las empresas están dispuestas a poner la alfombra roja para que un nuevo empleado entre, pero cuando se trata de despedir, a veces parece que se olvidan de todo el glamour. Vamos, que algunos despidos parecen más bien la escena de una película de terror de bajo presupuesto o una de policías donde las acompañan como delincuentes, guardia de seguridad incluído hasta la entrada del negocio. Y lo peor es que cuando más deberías mostrar tu clase, ¡zas! Desaparece la sonrisa que mostrabas al contratar.
¿Por qué es tan importante despedir bien? Buena pregunta, gracias por preguntar. Te lo diré: porque cuando despides, ya sea voluntaria o involuntariamente, es cuando realmente demuestras de qué estás hecho como líder y como organización. Es fácil sonreír y ser amable cuando necesitas a alguien, pero cuando ya no te sirve, ¿qué haces? Ahí está el meollo del asunto.
Te cuento una historia (porque ¿qué sería de un buen #desahogoemocional sin una historia, verdad?). En mis tiempos de líder en México, en mi lista de clientes tenía a las marcas más reconocidas de la región, contacto directo con los profesionales de #recursoshumanos de las empresas líderes, ya te imaginarás, solían llegarme personas con sus mejores galas, sonrisas de oreja a oreja, y una verborrea que te hacía pensar que estaban vendiendo un seguro de vida. Todos querían mi recomendación para conseguir un empleo, necesitaban de un correo electrónico o una llamadita a esa persona de #rrhh que les cambiaría la vida. Pero, ¡oh, sorpresa! El tiempo pasó, y cuando fui yo quien necesitó un favor, los que antes me adoraban desaparecieron más rápido que una caja de donas en la estación de policía. Ni un saludo, ni un “hola, qué tal”. Nada. Algunos ni siquiera respondieron el mensaje que les envié solicitando apoyo. Fue entonces cuando entendí que la mejor manera de conocer a alguien es cuando esa persona no necesita nada de ti. Si en ese momento te sigue tratando bien, entonces, amigo mío, has encontrado un ser humano decente, congruente y consistente. Desgraciadamente son difíciles de encontrar. ¿De acuerdo?
Y esto no es diferente en las empresas. Cuando necesitan de tu talento, claro, te colman de atenciones, te invitan a la fiesta de fin de año (aunque haya sido un evento en Zoom con más fallos técnicos que el WiFi del vecino), y te hablan de cómo eres parte de una gran familia. Pero, ¿qué pasa cuando ya no te necesitan? ¿Te despiden con una palmada en la espalda (a veces muy fuerte y con una tabla) y un “que te vaya bonito” o te dejan en el olvido como ese jefe que nunca responde a tus correos?
La manera en que una empresa despide a sus colaboradores dice mucho sobre la calidad humana de sus líderes. ¿Te despiden entre aplausos o entre susurros? ¿Te dan una fiesta de despedida o te entregan tu caja de cartón para que empaques tus cosas y te largues sin hacer ruido? Estas acciones, por pequeñas que parezcan, envían un mensaje claro al resto del equipo: “Así es como tratamos a los nuestros cuando ya no nos sirven.”
Y no nos engañemos, porque todos sabemos que esos pequeños gestos al final importan. No se trata solo de la persona que se va, sino de los que se quedan. Así que, señores y señoras, líderes en general, recuerden esto: despedir es más importante que contratar. Porque al final del día, todos nos vamos a ir en algún momento, pero la manera en que lo hagamos dejará una huella duradera en la cultura de la organización.
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Y como dice el refrán: dime cómo despides y te diré quién eres. (lo acabo de inventar, pero está bueno)
Jaime Leal
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HR Manager / HR Consultant
3 mesesBuena tema para debatir. Me encantaria saber la experiencia de tu network en el mercado de USA, como les ha ido despidiendo gente o como han visto que lo manejen ?
Career Coach/ Personal & Employer Brand Consultant/ TEDx Speaker/Adjunct Professor
3 mesesTotalmente de acuerdo contigo Dr. Jaime Leal, las empresas se desbordan en el recibimiento y al pasar de los años el interés, compromiso y presupuesto va disminuyendo. Todo esto al punto que en el despedido ya ni existe la “energía” ni interés por demostrar el valor y contribución de ese colaborador. Y todo este ciclo del colaborador es parte de la marca empleadora. La inmensa mayoría de las empresas invierten en su proceso de inducción, en capturar fotos, momentos y experiencias para así luego promocionar y presumir estos procesos en las redes. Pero lo triste es que muchas empresas lo que tienen son marcas estilo Photoshop, como le decimos en mi país, “pintura y capota”. Todo es estrategia y lamentablemente una de las peores, ya que de no invertir en un proceso completo (desde inducción hasta despido) lo que las empresas están haciendo es perder su tiempo, dinero, energía, compromiso de los que se quedan hasta desvalorar su marca. Hay maneras de hacer programas para sellar el ciclo de vida del colaborador, solo que hay que invertir tiempo y ser creativos. Gracias por compartir este tema tan relevante.
Profesional en Auditoría y Contabilidad/ Senior Audit, MBA, CPA & Finance
3 mesesSin duda alguna, es tal como lo manifiesta el artículo. Los dos procesos son importantes, pero desafortunadamente el despido o la terminación laboral ha tomado cierto giro de rechazo hacia la persona a tal punto que los últimos minutos el trato suele ser similar como si fuera un convicto, y al salir es evacuado por la puerta trasera. Es hora de elevar ese nivel, y dar la debida importancia al proceso de terminación laboral, siempre y cuando la terminación no sea por faltas graves. Nunca se sabe, si esa persona que estás separando de la Compañía, pueda llegar a ser tu principal proveedor o el elemento clave que pueda servir de referencia para ese gran contrato esperado. Y porqué no: Que sea algún ejecutivo que agradezca el tiempo compartido con ellos y no sea así sólo una tarea de recursos humanos. Al final de todo, es situación que lamentablemente no es prioridad en las agendas, pero que sigue teniendo un fuerte impacto.
Entrenadora en Emotional Paycheck Institute of Canada (Salario Emocional) ✅ Bienestar Laboral. Cultura Organizacional. Experiencia del empleado ✅ Cursos y Certificaciones ✅ Formación Organizacional, Coach Ontológico
3 mesesUff!!! poderosa reflexión.
Psicóloga Industrial Organizacional | Recursos Humanos | Embajadora de Salario Emocional | Creando Sinergias entre Psicología y Empresas | Diversidad, Inclusión y Optimización Laboral | Desarrollo Organizacional
3 mesesExcelente artículo Dr. Jaime Leal . Ojalá todos los líderes y empresas lo tomaran en consideración. ¡Saludos!