“No es mi tema, que se ocupen otros”. El rol de las empresas respecto a los derechos humanos

“No es mi tema, que se ocupen otros”. El rol de las empresas respecto a los derechos humanos

Históricamente las compañías han visualizado los derechos humanos como responsabilidad de los gobiernos, ajena a su desempeño. Hace años, hablar al respecto en las compañías producía caras de desconcierto, en cuanto a que formara parte de su quehacer en responsabilidad social. Independientemente del tipo de actividad de la compañía, hay un factor común a todas: las personas como empleados, más concretamente, la equidad de trato como principio esencial al momento de la incorporación y del desarrollo profesional. La propia Declaración Universal de los Derechos Humanos propugna en su primer artículo que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Si pensamos en el desempeño al respecto en el entorno laboral, los derechos humanos ya no se sienten tan ajenos a la realidad corporativa.

Desde Naciones Unidas se promueve que el sector empresarial participe de manera activa, no sólo mediante la prevención y atención de aquellos impactos negativos que puedan generar en relación con los derechos humanos, sino contribuyendo a la generación de un movimiento que camine hacia la excelencia al respecto. El cumplimiento de la legislación debe ser el piso sobre el que se asienten compromisos más allá, que la empresa establezca parámetros de desempeño que puedan además hacer avanzar las leyes y convertir en obligatorio lo que previamente fue un desempeño voluntario nacido del compromiso con los grupos de interés.

Los principios rectores de las Naciones Unidas sobre empresas y derechos humanos constituyen un sólido marco de referencia, que manifiesta la necesidad del trabajo conjunto de gobiernos y empresas; además, clarifica las diferentes responsabilidades: las autoridades enfocadas en proteger, las compañías en respetar y ambos en remediar los impactos de incumplimientos y malas prácticas. En el 2016 se cumplieron cinco años desde su aprobación y durante este tiempo se ha venido extendiendo lo que inicialmente era la preocupación y compromiso de algunas empresas pioneras.

Pero no se trata del único marco de referencia, las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales también incluyen la responsabilidad de conocer y respetar los derechos humanos allá donde se opere. Estos lineamientos aplican a compañías con sede o actividad en los países adherentes, y, si bien el cumplimiento es voluntario, existen recomendaciones que ya forman parte de la legislación. Las empresas tienen a su disposición en cada país el Punto Nacional de Contacto, para apoyar en su aplicación así como para la realización de arbitrajes en los contenciosos por incumplimiento que no formen parte del ordenamiento jurídico.

Retomando el tema de la equidad de trato, se ha priorizado la inclusión de la mujer y las personas con capacidades diferentes en el mundo laboral. Ese enfoque se encuentra ante el desafío de ampliar sus horizontes, hacia variables como la procedencia, la orientación sexual y las creencias religiosas, como vértices del prisma de la diversidad. El talento y las capacidades deben ser los criterios que guíen el desempeño empresarial al respecto. Pero no basta con declararlo como parte de la autorregulación interna, es necesario que las empresas lo lleven a la práctica, sensibilicen a sus equipos y contribuyan a un cambio cultural al respecto. No es posible actuar como una burbuja en un entorno donde persisten desigualdades arraigadas y tratos discriminatorios, y las compañías pueden contribuir de manera destacada a ir cambiando el entorno en el que operan. No se trata de adoctrinar sino de extender valores necesarios para la convivencia y sustentados en la igualdad de la persona, independientemente de las variables que construyen su identidad y recorrido.

Al enfoque individual de las empresas con la inclusión de la no discriminación en sus códigos de ética, capacitación de los equipos de reclutamiento y desarrollo de sistemas de denuncia, entre otras iniciativas se suman proyectos colectivos que permitan establecer sinergias. Es a través de las asociaciones sectoriales y de alianzas con las administraciones públicas que se puede potenciar el alcance. No hay que esperar que ello nazca de estas últimas, las empresas pueden dar el primer paso.

Con los derechos humanos cada vez más presentes en la realidad de las empresas, si bien destaco la equidad de trato, podríamos profundizar también en la gestión de las cadenas de suministro. Llegados a este punto, con el debate empresarial ya inclinándose en favor de la necesidad de participar de su cumplimiento, se intensificará la discusión respecto a los mecanismos de los cuales disponen las compañías para trabajar al respecto y cómo. Sin duda, un desafío por el bien común.

Artículo personal publicado en El Economista.

BENJAMÍN PAGE DÍAZ

Gerente general en REQUILIBRIO / Sostenibilidad / Medioambiente / Compliance / Normativa ambiental / SEIA

7 años
BENJAMÍN PAGE DÍAZ

Gerente general en REQUILIBRIO / Sostenibilidad / Medioambiente / Compliance / Normativa ambiental / SEIA

7 años

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