¿No es momento de emocionarse?
¿Somos seres racionales que se emocionan o seres emocionales que razonan?
¿Nos quedamos con lo que dijo Pascal? “El corazón tiene razones que la razón no entiende”
¿Dónde residen las emociones? ¿Dónde las sentimos? ¿Qué nos vienen a decir?
Desde el coaching hablamos de gestión emocional, refiriéndonos a la habilidad de escuchar nuestras emociones, conocernos a través de ellas, y notar a qué acción nos predisponen, para poder intervenir de una manera efectiva, compasiva y amorosa; comprendiendo que como humanos solemos ignorarlas, y que inevitablemente volverán hasta que las aceptemos como parte de nosotros.
¿Y cómo es esto de “escuchar la emoción”? Se trata de escuchar qué sentimos, qué nos pasa, qué estamos interpretando/intuyendo/juzgando del futuro, o de un suceso actual, que hace que emerja esa emoción. ¿Qué me vino a decir esta emoción? Por ejemplo el enojo “Esto que está pasando no debería pasar, o debería pasar de otra manera” O la tristeza “Me doy cuenta de que he perdido algo/alguien muy valioso para mí”. Permitirnos sentir la emoción, escuchar ese pensamiento que a veces ignoro creyendo que se va a ir, o lo ignoro porque “este no es el momento adecuado de emocionarse”. Solo escucharlo y abrazarlo como a un amigo a quien no le decimos nada, y simplemente nos quedamos ahí hasta que pase, para que sepa que estamos.
Poder distinguir el hecho, lo que juzgo que va a pasar a partir de ese hecho, y la emoción que me provoca, aceptando que soy un ser humano que siente, abre un espacio de reflexión para acercar a estos dos “órganos” de la imagen, que a veces parecieran estar en total desacuerdo, y otras veces pareciera que uno pesa más que el otro, y nos juzgamos: "que eso es debilidad, o ese pensamiento está mal, eso no es razonable, debería usar más el cerebro, o el corazón.." y podemos encontrar muchas opiniones más.
Y ahora que distinguí el hecho y escuché lo que pienso y lo que siento ¿Qué hago?
Poder identificar que ambos órganos son parte de nuestro ser, y que no necesitamos entender o negar la emoción, sino escucharla para poder gestionarla, nos predispone a diseñar nuevas acciones para nuestro futuro, aun sin certezas, pero confiando en las posibilidades que tenemos de lograrlo aumentando nuestro nivel de bienestar.
¿Qué opinas? ¿Alguna vez intentaste ignorar una emoción? ¿Y cómo te fue?