¿Es usted de esas personas que se funden con el resto de personas...?

Según Ignacio Errando Mariscal, las 3 variables fundamentales que han ido apareciendo reiteradamente como denominadores comunes en todas las fricciones asociadas a la economía han sido el “Mercado”, el “Capital” y las “Personas”. Me lo dijo allá por el año 2001.
Sus ojos azules estaban llenos de convicción y sus gestos remarcaban su creencia sobre dicha aseveración. Su escasa estatura había dejado de ser una percepción física y la verdad es que se convertía en un gigante cuando decía aquello en lo que creía. Si no, no abría la boca… y en caso contrario, ni siquiera te escuchaba.
Por ello, mostré cierto interés cuando me dijo: “Te tengo que decir que entiendo que en algunas épocas este concepto (Personas) haya sido transformado adhesivamente en Comunidad y por consiguiente, denominado Sociedad con la idea preconcebida de darle sentido al concepto Estado y por capilaridad, a la idea de Economía de Estado".
Para acabar de arreglarlo, siguió comentando lo siguiente: “Te ruego que tengas en cuenta que las empresas grandes, medianas y pequeñas disponen de un funcionamiento nuclear muy parecido y que esa Sociedad cuyas células son las Personas, se comportan de forma sospechosamente similar con un permanente movimiento circular, obsesionados por controlar su velocidad de desplazamiento para no incurrir en tentaciones centrífugas. Como ya bien sabes Elías, unos generan recursos y otros los consumen; pero esos unos y esos otros no son individuos de características posicionalmente disyuntivas. Solo te digo que de forma usual, natural e intermitentemente cotidiana, los unos y los
otros somos los mismos. De hecho una única persona se desdobla con suma facilidad. El problema aparece en cuanto desea recuperar su ya deformada posición original”.
Llegados a este punto interpreto que ya nos hemos dado cuenta de que las personas aparecen o mejor dicho, aparecemos continuamente en el mundo empresarial y en la economía, para bien, para mal, para pasar desapercibidos o ser apercibidos, según el caso.
Espero que me permita que le comente que siempre y desde siempre ha existido el concepto “clase” entre las personas y de ahí, sus luchas a veces sangrientas y en otras ocasiones, silenciosas y bajo resignadas aceptaciones, que nos han arrastrado a pensar que una persona es de una “clase” o de otra, pero nunca de forma simultánea.
¿Se trata pues, de poder, de dinero, de influencia, de casualidad,. de causalidad?
¿Cuál es la llave que abre esa sectaria y selectiva puerta?
¿Posee una cerradura esa dichosa puerta?
En un arranque de sinceridad improvisada, yo me atrevería a decir que no existe ni un solo motivo que no conlleve la esencia de la cultura y del conocimiento en esa separación entre "clases".
Estoy convencido de que esas “clases” existen por la consentida obstaculización del flujo de conocimiento que no da otro resultado que la fragmentación cultural que tiene mucho que ver con la teoría económica y nada con los términos políticos usurpadores de brillantes conceptos que con su discriminado uso y posterior abuso, los han hecho volar por los aires con metralla incluida.
Quizás en este mismo momento, usted interprete que quien más sabe, más “clase” posee; pero no es así realmente. El “saber” elimina las “clases” de idéntica manera que el “no saber” las crea y en ningún caso, dicho “saber” no debe medirse de forma cuantitativa ni cualitativamente unitaria, sino en régimen pluralmente transversal para permitir dar respuestas a las siguientes preguntas:
¿Cuánto sabemos entre todos? ... y en términos de amplitud espectral, ¿Entre todos nosotros, cuánto conocimiento abarcamos?
Fíjese que no he sido el primero ni creo que sea el último en encontrar enormes similitudes en el comportamiento de las personas en organizaciones industriales de economías capitalistas y de regímenes comunistas, pero ahora que nos encontramos en los inicios del siglo XXI parecemos obligados a dejar atrás esos ideales para luchar por un mayor rendimiento colectivo en todo tipo de procesos
hasta alcanzar la utópica eficiencia 1:1.
En la búsqueda constante de la máxima productividad en las organizaciones, entre muchas otras cosas hemos aprendido que la Calidad es total cuando se ejerce el control total de la calidad al margen de que no se abarquen todos los procesos; que los Círculos de Calidad nos ayudan a proponer soluciones grupales generando problemas subjetivos; que la Confianza es el motivo discriminador de la selección comercial aunque en ocasiones se genere de forma fraudulenta; que el Coaching es la forma de direccionar a los profesionales para alcanzar sus objetivos, que la Marca Personal es el deseo de transmitir una diferenciación aunque no seamos capaces de marcar ni grandes ni pequeñas diferencias con respecto a los demás en cuanto nos despojan de la "cosmética"; que a los Competidores hay que analizarlos continuamente mientras ellos nos analizan constantemente a nosotros; que los Líderes son tan admirados que en breve nadie querrá ser liderado; y que la Motivación es una obligación de la empresa aunque bien podría ser compartida y participada por el “motivado”.
Como puede observar y no espero que esté totalmente de acuerdo conmigo, considero que hemos sido invadidos por multitud de conceptos que no se han explicado convenientemente y que de una u otra manera vamos aplicando con menos consciencia que consistencia.
Mire, le pongo como triste ejemplo que en la inmensa mayoría de foros económicos nadie menciona la Teoría de los Juegos; suceso lamentable cuando aplicaciones sobre esta “cosa” son las que han obtenido, de manera directa o indirecta, todos los premios Nobel de Economía desde la creación de dichos galardones en el año 1968 hasta hoy.
Permítame que le diga que la mayoría de la gente relaciona el mundo empresarial, o con el dinero o con las personas; de ahí, que los avances en los temas relacionados con estos conceptos hayan sido enormes a la par que se han ido popularizando vertiginosamente. “Prima de Riesgo”, “Bolsa”,
“Coaching”, “Marketing”, “Merchandising”, “Liderazgo”, “Branding”, etc… son palabras habituales en muchas conversaciones “de bar”. Pero si hay que ponerle un orden a todo esto, sin duda alguna le concederíamos el primer puesto a “las personas”; en concreto, a “la persona”.
Sí, esa “persona” tan capaz de construir sueños y organizaciones como de destruirlos, generando carambolas que afectan a todos para acabar mirando furtivamente hacia otro lado cuando los acontecimientos le superan. Esa "persona" que se funde con el resto de personas...
Le confieso que no se trata de darle importancia a un tema desprestigiando al resto, sino que simplemente intento realizar un sano ejercicio de ponderación llevando en el corazón la idea de que la persona es el epicentro del mundo económico, tecnológico, cultural, artístico, etc…
En definitiva, que somos capaces de lo mejor y de lo peor y que en cualquier caso, este mundo conocido puede ser un estupendo lugar para vivir y... para morir.