ESPERANDO A GODOT
Esperando a Godot es la obra que inaugura lo que se ha venido en llamar "el teatro del absurdo".
Samuel Beckett, viviendo en París, escribió en francés esta obra de dos actos, y cuyo estreno tuvo lugar en 1953. El genial irlandés sería años después galardonado con el Premio Nobel de Literatura (cuando eso aún significaba algo, valdría decir).
No tiene argumento real y sólo intervienen 5 personajes:
¿A qué viene este preámbulo hoy? Pues, a que...
EN ESPAÑA LLEVAMOS 20 AÑOS ESPERANDO A GODOT
Hace 15 años que llegó el estallido de la burbuja inmobiliaria y, con ella, toda una época.
Ciertamente, en los últimos tiempos parece que hemos tocado fondo al entrar en el terreno del esperpento (en el siguiente vídeo se puede ver cómo nuestros vecinos franceses se ríen en la televisión de esa ley española "legalizando la zoofilia"); pero también es verdad que ya hace tiempo que perdimos el tren europeo, que tampoco es, precisamente, el AVE del mundo.
Nuestra renta per cápita se ha estancado desde entonces, y nuestros problemas siguen ahí, corregidos y aumentados.
No se hicieron las reformas que se debía y que se pudo llevar a cabo. Esas reformas eran ya necesarias hace 20 años, hoy son imprescindibles y no puede temblarle el puso para ejecutarlas a quien le corresponda hacerlo, previsiblemente, dentro de unos meses.
La primera medida imprescindible es entrar en el presupuesto público, no con las tijeras de podar: es entrar con una motosierra: tenemos un nivel de gasto enorme, a la vez que tampoco hay (ni se le espera) una auditoría sobre su posible eficiencia, aunque es fácil suponerlo.
Quiero aprovechar aquí para entrar en una reflexión al hilo de una polémica habida hace unos días, ya caída en el olvido (¡qué rápido se queman las noticias!): la de la estética de cobrar unas ayudas económicas por gente que no las necesita pero que tiene perfecto derecho a ellas, según la normativa vigente.
¿Deberían haber renunciado a las mismas? No tengo respuesta a la cuestión, aunque sí me abre nuevos interrogantes: ¿existen ayudas o servicios indiscriminados que deberían restringirse? Hay quien llega, en una posición muy extrema, a la tesis de que "los ricos" no deberían tener derecho a la sanidad pública, por ejemplo (da igual, porque van, de por sí, a la privada). Pero, sin llegar hasta ese punto, ¿por qué tienen tantos descuentos los jubilados, todos, aunque tengan la pensión máxima? Recordemos que muchos jubilados cobran pensiones, sin llegar a esa máxima ni mucho menos, superiores al salario medio, y sin los gastos que se supone a su edad ya estar cubiertos (la vivienda, sin ir más lejos).
¿Deberían las carreteras seguir sin peaje para todo el mundo? ¿Y el transporte colectivo subvencionado? ¿Hablamos de la opaca TV pública? Ya ni quiero pensar en el bono cultural de los 400 euros a los nuevos votantes de este año electoral.
Por otro lado, si restringimos ese uso, ¿para quién va a quedar? Puede ser que las ayudas las paguen todos los contribuyentes y sólo una minoría muy desfavorecida las reciba (o no... según algunas informaciones sobre la dificultad de acceder a ellas, llegado al caso); nos encontraremos con una clase media-baja asfixiada fiscalmente pero nunca "tan pobre" como para recibir auxilio público. Este tema me parece que debería interesarnos a todos, porque atañe a la sociedad en su conjunto.
Otro acontecimiento es que, recientemente, también se ha logrado un nuevo acuerdo sobre las pensiones de jubilación.
Empecemos por definir el sistema de la Seguridad Social: es un seguro obligatorio, del que no te puedes desvincular, con una prima altísima (las cotizaciones), y cuyas condiciones no sólo no puedes negociar, sino que las prestaciones que ofrece cada vez son menores y más difíciles de obtener.
En estos últimos días ese es el acuerdo al que hemos llegado: subir la prima (las cotizaciones sociales, ese mal disimulado impuesto al trabajo) y, dentro de tres años, veremos.
Dicho esto, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que, a punto de que se jubile la generación del baby boom, las medidas que se tomen (estas y las sucesivas) serán claramente insuficientes. Lo que supondrá más primas (de nuevo, cotizaciones) y menos prestaciones...
Nuestro sistema de pensiones ya murió; sólo necesita un entierro digno, a la vez que arbitrar un sistema transitorio para aquellos que por edad no tengan ya tiempo para ahorrar para su futuro. Porque no hay otro camino: una prestación universal modesta y el complemento individual de cada uno. Aunque, cuando se redujo el tope de aportación a los planes privados individuales, acabando con ellos en la práctica, el ministro del ramo prometió la creación de planes de empresa... Seguimos esperando.
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Dejo el enlace a un podcast al respecto realmente interesante.
Por favor, llegados a este punto, que nadie hable de injusticias. Abro un pequeño paréntesis para abordar esta queja (que oigo permanentemente en la vida privada, como supongo que todo el mundo).
No se nos deja de repetir, por tierra, mar y aire, que el 10% de la población mundial detenta el 90% de la riqueza, y nos hacemos cruces ante tal injusticia. Bien, pues si la población mundial es de unos 8 mil millones de personas, ¡el 10% eres TÚ! (Nota: escribo desde España). Sí, cualquiera que no viva en un cajero en Europa occidental, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y poco más.
¿Es justo? Alégrate de que, para ti, la moneda ha salido "cara" y no "cruz", que era lo más probable (9 posibilidades de 10, el 90%).
Por favor, dejémonos de quejarnos por nuestros problemas de ricos, y en vez de buscar culpables, pongámonos a buscar soluciones.
Si nos comportamos como niños consentidos no dejaremos de tener un director de guardería; seamos ciudadanos adultos para que nuestros dirigentes sean estadistas y no seguir otros 20 años esperando a un Godot.
¿Que cómo me atrevo a decir esto? Pues, atendiendo al siguiente y final apartado, porque no me presento a ningunas elecciones.
Y no, ¡por supuesto que no estoy ajeno a las dificultades que pasamos, ni como país, ni individualmente como ciudadanos!; precisamente por eso.
PERO GODOT, ¿VA FINALMENTE A VENIR, O NO?
En este año multi-electoral en España estamos expectantes, debajo de nuestro solitario árbol; ¿por fin vendrá alguien con hechuras de Estado con un diagnóstico realista, y con un plan por doloroso no menos necesario?
¿O seguiremos basculando, de puerilidades estomagantes a parches inocuos?
Se oye por ahí que el objetivo es no espantar a una parte del electorado.
Me parece un error: hay que ilusionar a la ciudadanía:
¿Se puede ilusionar con la promesa de recortes? No, con el camino, no; pero con la meta, sí.
Hay que ilusionar con un proyecto que nos lleve a un futuro mejor, a donde venga gente a invertir y dar trabajo, no que se vaya porque aquí no está a gusto; que el delito se persiga y a quienes nos cuidan les cuidemos; que el esfuerzo tiene recompensa, aunque a nadie se le obligue a esforzarse (sabiendo que no obtendrá premio por ello); que vamos a mirar al frente con esperanzas fundadas y no seguir arredrados con miedos infantiles; que tenemos un pasado del que nos podemos sentir orgullosos, un espejo donde reflejarnos y marcarnos el futuro, sin dejarnos acomplejar por ningún petimetre.
En definitiva, que el mañana está en nuestra mano y que merece la pena.
Porque, además, es verdad.
¿Estamos de acuerdo?
Autor de libros de texto. en Mc Graw Hill Publishing Co
1 añoMe parecen muy acertados tus comentarios y el uso la obra de teatro de Beckett es muy interesante. Creo que ya es hora de buscar soluciones y dejar de buscar culpables. Por ese camino no resolvemos nada. Y también es necesario que lo hagan personas que sepan hacerlo. Creo que llavamos muchos años sufriendo a gente que no tiene nada claro por dónde hay que ir.
Profesor de inglés, traductor, corrector y redactor
1 añoMe encanta la analogía con la obra de Beckett, JAVIER!