¿Está la EPBD de la Unión Europea preparando el terreno para una nueva era en la rehabilitación energética de edificios?

La revisión de la Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD) de la Unión Europea es un documento de gran complejidad, pero también una oportunidad sin precedentes para transformar el parque edificado en España. Aunque algunos puedan preguntarse si esta normativa nos obligará a obtener una calificación mínima para poder vender o alquilar una vivienda, la respuesta a día de hoy sigue siendo NO, en términos generales.

Sin embargo, no debemos caer en la complacencia. Aunque la EPBD no obligue directamente a todos los edificios existentes a cumplir un estándar de eficiencia energética para su venta o alquiler, introduce los Estándares Mínimos de Eficiencia Energética (MEPS), cuyo objetivo es más ambicioso: eliminar progresivamente los edificios menos eficientes y mejorar la eficiencia del parque inmobiliario en su conjunto.

La clave: la trasposición nacional

Aquí es donde entra en juego la visión de cada Estado miembro. La EPBD ofrece un amplio margen de maniobra en su trasposición, y será fundamental ver cómo el gobierno de España interpreta y adapta estas directrices a nuestra realidad. ¿Cómo se calculará ese porcentaje de edificios menos eficientes obligados a renovación? ¿Se optará por medidas estrictas y obligatorias o se apostará por incentivar voluntariamente la mejora de la eficiencia energética?

Hasta ahora, las subvenciones han sido el instrumento más utilizado para promover la rehabilitación energética, pero la experiencia nos ha mostrado que, por sí solas, no son suficientes. Llevamos años comprobando que los incentivos financieros, aunque útiles, no logran que el mercado avance de manera sostenida hacia una mejora energética real. Los fondos públicos son limitados y, sin una exigencia normativa clara, los resultados se diluyen.

Un modelo mixto: obligación normativa e incentivo innovador

Quizá sea el momento de combinar el incentivo con la obligatoriedad. Es decir, avanzar hacia un modelo donde las subvenciones continúen existiendo para facilitar la transición, pero donde, a su vez, se impongan ciertas obligaciones que empujen a los propietarios y promotores a tomar medidas. Esto podría pasar por establecer exigencias de eficiencia energética mínimas para los edificios en función de su antigüedad, ubicación o tipología, lo que obligaría a los menos eficientes a adaptarse.

No debemos perder de vista que el Certificado de Eficiencia Energética (CEE), tal y como lo conocemos, también está en proceso de actualización. En 2026, la forma de calcular este certificado será revisada, y es de esperar que las diferencias actuales entre los estados miembros en la metodología de cálculo se minimicen, logrando una mayor coherencia en la forma en que se mide la eficiencia energética.

Una oportunidad para España

España se enfrenta a un desafío enorme, pero también a una oportunidad única. Nuestro parque edificado es uno de los más envejecidos de Europa, con una alta demanda de rehabilitación tanto en viviendas existentes como en nuevas construcciones. La EPBD podría ser el impulso que necesitamos para modernizar nuestras viviendas y hacerlas más sostenibles. Pero para ello, necesitamos algo más que fondos o directrices: necesitamos un liderazgo decidido, políticas claras y, sobre todo, una sociedad que entienda la importancia de este cambio.

Es crucial que desde todos los ámbitos se fomente un debate serio sobre cómo implementar la EPBD de manera eficaz. Los profesionales del sector, las administraciones públicas y la ciudadanía debemos estar alineados para hacer frente a este reto.

La pregunta que deberíamos hacernos no es si la EPBD obligará o no a obtener un certificado de eficiencia energética para vender o alquilar, sino: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar como sociedad para transformar nuestro parque inmobiliario y afrontar los retos medioambientales del siglo XXI? La rehabilitación energética ya no es solo una opción; es una necesidad urgente. ¿Estamos listos?